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¡Buena suerte!

Juan Carlos Talavera

Juan Carlos Talavera

Vórtice

Dicen que los mexicanos siempre apostamos por los buenos deseos. “Que todo salga bien”, “ojalá que no pase a mayores” y “verás que pronto se resuelve” son sólo algunas de las expresiones más sonadas durante la pandemia, invocaciones que apuestan por la magia y la mitología para aligerar la incertidumbre, porque hasta en el fondo del pozo más profundo siempre se piensa en la buena suerte.

Por eso no extraña que algunos empleados de los museos de México ya hayan sido informados que el lunes 15 de junio se reincorporarán a trabajar, sin que hasta el momento conozcamos el famoso “plan de tránsito a la nueva normalidad”, concepto que, por cierto, debió salir del cajón de sastre de un burócrata con inventiva.

Sí, todos queremos que los recintos culturales se reactiven cuanto antes, aunque sería ideal que, antes de cualquier aviso, tanto la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, —quien a estas alturas del confinamiento debe padecer insomnio— y la directora del INBA, Lucina Jiménez, respondieran algunas preguntas.

¿Qué medidas deberán tomar los trabajadores de los museos?, ¿desinfectarán salas y oficinas de todos los espacios culturales?, ¿qué precauciones debería considerar el público?, ¿se reducirá el acceso a personas de la tercera edad?, ¿habrá sanciones para quienes no respeten las medidas?

Y en el caso de las zonas arqueológicas, ¿se suspenderán los espectáculos de luz y sonido?, ¿qué será de las funciones de teatro?, ¿retomarán la programación perdida o se reducirá el número de funciones? Y en el caso de conciertos sinfónicos y de ópera, ¿en qué porcentaje reducirán el aforo a las salas?

Sí, la lista de interrogantes es larga y, hasta el momento, ninguna autoridad cultural ha tomado la batuta. Sucede lo mismo que con el informe transparente de los ajustes presupuestales que Frausto realizará en la SC para este año, o con los apoyos directos que le pidieron los artistas independientes del movimiento #NoVivimosDelAplauso, la Asamblea por las Culturas y del MOCCAM, donde gana tiempo y demuestra que prometer… no empobrece.

Es seguro que ningún espacio cultural podrá disfrutarse de la misma forma durante el resto del año y que nadie se opondrá a su reapertura, aunque parezca algo temprano para definir la fecha de retorno. Pero más vale hacer caso, no vaya a ser que alguien se imagine que los museos también deberían transformarse y supurar su capa de corrupción.

Podría pensar que las exposiciones internacionales son un lujo y que es innecesario traer obra de René Magritte, Rembrandt o de Turner a México, cuando ésta puede ser vista en internet o en reproducciones digitales. Incluso, ese alguien podría sorprendernos con la idea de que sólo es necesaria la obra de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo y Frida Kahlo, joyas del arte mexicano que no deberían esconderse en esas ballenas de concreto llamadas museos.

Y si alguna institución extranjera solicitara una obra a préstamo, pues… se le podría sugerir el esquema del trueque temporal y así prestar un Tamayo por un Kandinski o un Alberto Durero por grabados de Francisco Toledo. A ese ritmo, los curadores serían vistos como tlachiqueros o líderes de una moda impuesta por el reino neoliberal o intelectuales ácaros que viven del presupuesto público.

Y si alguien preguntara por temas como la investigación, restauración, museografía y las publicaciones especializadas… mejor sería apostarle a un cachito de lotería. Quizá el ganador del premio mayor podría apoyar con alguna exposición, en la olvidada restauración del Polyforum Cultural Siqueiros o la recuperación del Centro SCOP. Pero mejor así lo dejamos, porque si vemos las mutaciones de la SC, no queda más que desearles buena suerte a los recintos culturales del país. Ojalá que todo salga bien.

 

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