Logo de Excélsior                                                        

Feminismo

Juan Carlos Sánchez Magallán

Juan Carlos Sánchez Magallán

Las mujeres han luchado durante siglos para la emancipación de sus derechos fundamentales, pues, de tener el nivel de esclavas en la vieja Roma, de objetos en la Grecia o sólo de utilidad sexual en la edad media, lograron igualdad en la ley, en sus derechos y obligaciones frente a los hombres; son ejemplo a seguir en los diversos campos como la política, la academia, la ciencia, la empresa, el deporte y el espectáculo, por mencionar algunos.

En pleno siglo XXI, siguen siendo víctimas de discriminación, rapto, abuso sexual, violación, feminicidio, matrimonios convenidos, trata y mutilación de genitales, por ello resurgió con intensidad en el mundo “el feminismo”, que las motiva a protestar en las calles para reiterar que existen saldos pendientes. Igualdad de oportunidades en los ámbitos políticos, laboral, salarial y de gobierno. Muchas legislaciones se han creado o modificado para darles seguridad a su vida, pero, tristemente, no es así. Cierto, los usos y costumbres ancestrales de pueblos y comunidades donde predomina la cultura patriarcal del machismo no ayuda o la violencia intrafamiliar que viven en sus hogares, esposas e hijas, víctimas de las frustraciones y angustias de “los jefes de familia”, magnificadas por el aislamiento por la pandemia, incrementándose denuncias penales y demandas de divorcio.

Agreguemos que son víctimas de mutilación de sus órganos sexuales en regiones de África, Asia y Oriente Medio. El feminismo se vitalizó por los movimientos de protesta de muchas naciones. Violencia y discriminación social son su reclamo. En América Latina, manifestaciones como “Ni una menos” y “Yo sí te creo” tuvieron impacto en redes electrónicas.

La campaña mundial “Millones de mujeres se ponen de pie” y “Yo también”, desnudó abusos sexuales de prominentes figuras.

La catedrática del University College de Londres, Maxine Molyneux, refiere que, “frente al feminismo, existen sectores de derecha vinculados a los elementos más reaccionarios de la Iglesia católica y a otros credos, que condenan “la ideología de género”, al intentar borrar lo que ellos denominan “características naturales y biológicas” de los seres humanos, interesante afirmación, pues, efectivamente, el feminismo se vincula a otros movimientos de personas que también han luchado por el reconocimiento de sus derechos de diversidad sexual, como los LGBTI, especialmente el matrimonio entre personas del mismo sexo, la igualdad y la autonomía de las mujeres para decidir sobre sus propios cuerpos, al no agradar a los conservadores este tipo de colectivos, promueven desorden y pánico para invocar descomposición social, decadencia moral y la idea de ingobernabilidad.

Para abono de la Iglesia católica, está el activismo liberal del papa Francisco, realizando visitas a regiones de países donde el cristianismo está en extinción por la destrucción de iglesias, la persecución y asesinato de miles de fieles.

Primero sostuvo un encuentro con el líder chiita en Irak, el ayatola Ali al-Sistani, principal líder religioso de los musulmanes. En Qaraqosh, miles de niñas cristianas y yazidíes fueron asesinadas. El Papa, ahí, exclamó, “no al terrorismo” y sean respetadas y protegidas las mujeres cristianas del secuestro y asesinato. Recordemos que su religión limita sus derechos; niñas degradadas y forzadas al matrimonio, sin derecho al divorcio y mutiladas físicamente.

 

A la fecha, una de cada 20 niñas ha sufrido este siniestro; según la ONU, 200 millones de mujeres han vivido algún tipo de corte, cambio o eliminación de la parte externa de sus genitales, en contra de su voluntad, al usar la fuerza física, pues para ellos el cuerpo de la mujer significa sexualidad y esto es pecado, sostienen que sólo así logran aceptación social para casarse y aumentar el placer sexual masculino, sin importar el daño físico y sicológico. Todos estos pendientes globales no se resolverán por medio de la violencia, sí ayudará que permitan el acompañamiento de los varones. ¿O no, estimado lector?

Comparte en Redes Sociales

Más de Juan Carlos Sánchez Magallán