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Diversidad cultural

Juan Carlos Sánchez Magallán

Juan Carlos Sánchez Magallán

Nuestro país es diverso culturalmente, por ello, reconocerlo es importante para una gobernanza inclusiva y empática con los grupos y comunidades autóctonas. Tenemos una gran riqueza en las diferentes manifestaciones artísticas, tradiciones, conocimientos, lenguas, usos y costumbres en toda la geografía nacional, legado de las culturas prehispánicas que fueron la cimiente y forma de nación que tenemos.

El reconocimiento y respeto a la diversidad cultural permite la posibilidad de valorar y apreciar a todas las personas que consideramos diferentes. Supone propiciar el diálogo para la construcción y desarrollo de las capacidades de los colectivos sociales en todas las regiones e incidir en la mejora de su futuro. México es plurilingüe y multiétnico al existir 69 lenguas; 68 indígenas y el idioma español que practicamos la mayoría, actualmente las 10 más habladas son: náhuatl, chol, totonaca, zapoteco, mazateco, mixteco, otomí, tzotzil, tzeltal y maya. Existen 40 lenguas indígenas que están desapareciendo debido a la extinción de sus hablantes, como la paipai, kumiai, cucapá, etcétera.

Datos del blog Xcaret refieren que existen más de 800 mil personas en el país que aún hablan la lengua maya, una de las más antiguas de México y con un registro escrito desde el año 200 d.C.

El náhuatl es la lengua más hablada al existir más de un millón de personas que la usan como instrumento de comunicación en sus comunidades.

De esta manera, nuestra nación se encuentra entre las 10 del mundo con más lenguas originarias y ocupa el lugar segundo después de Brasil con esta característica en el continente americano.

En nuestro lenguaje cotidiano abundan y usamos una gran cantidad de palabras que tienen su origen en estas lenguas. Ejemplos como: esquite, “botana de maíz”; apapachar, “ablandar con los dedos”; aguacate significa “testículo” y viene del náhuatl “ahuacatl”; pibil, del maya, significa “cocer bajo tierra”; chocolate, del náhuatl, “xocoatl”, significa agua amarga; cigarro proviene del maya “siyar” y es un verbo que significa “fumar hojas de tabaco enrollado”.

La ONU sostiene, atinadamente, que la diversidad cultural es patrimonio común de la humanidad. “Es una fuente de renovación de las ideas y las sociedades que nos permite abrirnos a los demás y concebir nuevas formas de pensar”, cito a Irina Bokova, directora general de la Unesco.

Efectivamente, la diversidad es un patrimonio que debemos fortalecer y consolidar, vivimos en sociedades diversificadas, donde intercambiamos importantes flujos de bienes y servicios, así como de personas.

La globalización requiere de la cooperación de todas las naciones para respetar libertades de cultura, para expresar y difundir nuestras ideas y obras en el idioma o cultura de nuestra preferencia. Ciertamente, vivimos en la era de los límites de nuestros recursos naturales del planeta, el calentamiento global y las tradicionales prácticas de industrialización persisten, lo que debemos revertir con su transformación gradual, para evitar los siniestros que vivimos cada año con mayor frecuencia e intensidad.

Sin duda, el recurso renovable más importante que tenemos es la inteligencia y creatividad humana, invertir en la gente y fomentar su emprendimiento es la mejor apuesta para la transformación de su entorno y circunstancia social. Contribuir al desarrollo de los niños y jóvenes en su educación, equipamiento y diversidad intercultural, preservando sus lenguas, culturas y religiones, aprovechando los cambios que nos impone la tecnología digital en la información y comunicación.

Ése es el reto actual; para lograrlo, se hace necesario seguir impulsando los programas de lenguas nativas en la identificación y promoción de los pueblos indígenas y, de esta manera, seguir fortaleciendo la diversidad y la interculturalidad en el país. ¿O no, estimado lector?

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