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Declaratoria

Juan Carlos Sánchez Magallán

Juan Carlos Sánchez Magallán

Con opiniones, artículos, memes y recomendaciones de “expertos” en salud inundan las redes electrónicas a los usuarios de Facebook, Instagram, Twitter, Linkedin, WhatsApp, YouTube, Google y Telegram; basura digital con información poco veraz, clara, objetiva y transparente que, las más de las veces, induce al error y/o a la confusión. Lo peor, en este tiempo de pandemia, es que esto lo aprovechan los delincuentes cibernéticos llamados hackers para robar el dinero, información personal y la identidad de los usuarios de internet. El FBI y la Secretaría de Seguridad de Alfonso Durazo emitieron una alerta ciudadana para evitar estos ciberataques, aprovechando la incertidumbre y la sensibilidad que el COVID-19 ha provocado en la sociedad.

Las estafas online se dan por la proliferación de páginas web falsas donde ofrecen artículos sanitarios con descuentos y entrega rápida, mediante transferencias bancarias a correos electrónicos (spam), suplantando sitios oficiales (phishing) de instituciones de salud como la Organización Mundial de la Salud, la Cruz Roja, etc., con temas relacionados con la pandemia donde piden contribuciones económicas que llevan archivos adjuntos que, al descargarlos, permite al troyano bancario robar todo tipo de información personal.

Y qué decir de la instalación de aplicaciones (apps), pues ahí, los troyanos bancarios (malware) roban los datos bancarios al extraer las claves de la banca online.

A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el adagio popular. Eso creen los feroces opositores del régimen del presidente López Obrador al cuestionar las decisiones del Consejo de Salubridad General, el cual ha cuidado la curva de contagio colectivo de la población y ha podido evitar la saturación de la red hospitalaria nacional.

Ayer se anunció el decreto presidencial con declaratoria de Emergencia Sanitaria que suspende, de manera inmediata, actividades no esenciales hasta fines de abril.

Reuniones de hasta 50 personas, lavado de manos, etiqueta respiratoria, sana distancia, resguardo voluntario en domicilios, muy puntualmente para los adultos mayores.

El asunto de fuerza mayor es porque la pandemia no se pudo evitar, permitiendo establecer responsabilidades a los sectores social, público y privado. Así, con facultades extraordinarias, el Consejo General de Salubridad habrá de resolver la crisis sanitaria y de salud que la población mexicana está viviendo.

Se trata de medidas puntuales que el gobierno puede y debe tomar en situaciones excepcionales, como lo son la perturbación de la paz o del orden interno de un Estado, consecuencia de catástrofes naturales, graves circunstancias políticas o civiles que afecten o impidan la vida de la nación.

Con claridad, el canciller Marcelo Ebrard precisó que no existe “nada que se acerque a un toque de queda”, la Guardia Nacional seguirá haciendo su tarea de resguardo de instalaciones estratégicas, vías de comunicación y protección a la sociedad.

Mencionó, también, que se deben acatar las disposiciones, pues, de lo contrario, habrá sanciones administrativas e incluso penales.

El presidente López Obrador solicitó una tregua de un mes a los empresarios para que apoyen a sus trabajadores con el pago total de sus retribuciones, pues la ley protege a las personas en caso de contingencias. Ésta es la situación de los estudiantes de escuelas y universidades privadas, donde, en el caso de mora en el pago de sus colegiaturas, no les pueden condicionar la prestación de los servicios educativos.

La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) debe verificar las tiendas de conveniencia para evitar el reetiquetado de precios sin justificación alguna.

La Cofepris, por su parte, debe hacer lo mismo en lo relativo a los fármacos y su ocultamiento en farmacias; la Cofece, en los movimientos especulativos de las grandes empresas que lucran con esta pandemia, y la Condusef debe vigilar a las aseguradoras para que den cabal cumplimiento a los pagos de seguros de vida y gastos médicos, pero, de eso, hablaremos en la siguiente colaboración. ¿O no, estimado lector?

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