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Teatro Colón

Joselo

Joselo

CrockNICAS MARCIANAS

¿Una foto?, me dice una pareja mostrándome su celular. Yo, por supuesto, respondo que sí. No me gusta rockstarear, hacerme el difícil. Hay veces que no estoy de humor o que ando con prisas, pero eso no importa cuando un fan te pide un recuerdo que, se supone, atesorará toda su vida. La pareja me vuelve a mostrar el celular y repite: ¿Una foto? Yo les vuelvo a decir que sí. ¿Qué no me escucharon la primera vez? Aquí el sordo soy yo, pienso, 30 años de guitarrazos me han cobrado factura. Me vuelven a mostrar el celular y yo no hago nada. Se miran entre ellos extrañados, hasta que la mujer dice, ¿nos puedes tomar una foto?

Ah, ¡que yo se las tome a ellos! Ni son fans ni saben quién soy ni les importa, quieren que sea el fotógrafo ocasional, que les saque la foto del recuerdo. Claro, claro. La verdad es que el lugar lo amerita, es el mezzanine del Teatro Colón, en Argentina, la parte de arriba con escaleras hacia los lados. Les tomo la mejor foto posible, donde se vean ellos con ese fondo espectacular. No hay nadie alrededor, todos siguen adentro escuchando a los Babasónicos que están terminando su encore, la última canción de un concierto acústico. Es noviembre de 2016. Hay un eclipse de luna esa noche, Leonard Cohen murió hace pocos días. Si alguien me hubiera dicho que en unos años estaríamos tocando aquí no lo hubiera creído. Y menos después de que una pareja desbaratara mis sueños de glamour rockstar. Claro que esas manifestaciones de realidad me hacen bajar a tierra, y las agradezco. Pero, por suerte, tocar en el Teatro Colón no se va a quedar en un sueño nada más.  

El próximo martes 12 de febrero estaremos ahí con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, bajo la dirección de Natalia Dorfman. El evento será parte de las presentaciones del Festival Internacional Únicos. Este festival inició siendo sólo de artistas mujeres, pero desde hace dos años se volvió mixto. Toda la semana, del 12 al 17 de febrero, tanto dentro como fuera del teatro, en la Plaza Vaticano, estarán presentándose diversos artistas: Lila Downs, Juanes, Luciano Pereyra, Pedro Aznar y Gustavo Santaolalla, entre otros.

Tocar con una orquesta es de las experiencias más emotivas que he tenido en la vida, y también de las más aterradoras. Escuchar a tu alrededor ese mar de cuerdas, maderas y metales es abrumador. ¿Qué hay de terrorífico en ello? Que debes convertirte en uno más de los músicos que te rodean, ser parte de la orquesta para que la música funcione. Pero no sucede como en los grupos de rock, en donde una mirada al baterista y al bajista te conecta con el ritmo y el pulso de una canción, además de que los escuchas, y vaya si los escuchas: el bajo saliendo de su ampli inmenso, los tambores son golpeados con fiereza. Acá en la experiencia orquestal nadie te ve a ti, los músicos no se ven entre ellos, ven al director. Ese es el reto más grande. Conectar con esa figura mítica que lleva una batuta en la mano, que la mueve como si fuera una varita mágica que logra cosas imposibles.

Esa primera experiencia la tuvimos en el Walt Disney Concert Hall, tocando con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, dirigida por Gustavo Dudamel. Ahora vamos al Teatro Colón, que está dentro de los cinco mejores teatros de ópera del mundo, es un honor y un privilegio que nos hayan invitado. Recrearemos lo que hicimos con Dudamel: siete canciones serán con la orquesta filarmónica y la otra parte será de nuestro show eléctrico.

Me dan ganas de pasearme otra vez por el mezzanine, un rato antes de comenzar a tocar. Quizá alguna pareja necesite que le tome la foto del recuerdo, ¿quién sabe? Quizá esta vez me pidan una selfie, para perpetuar el glamour que, se supone, todo rockstar debe tener.

 

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