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Paroxismo mexicano

José Luis Jaimes Rosado

José Luis Jaimes Rosado

Los referentes para comprender el contexto nacional exigen un trasvase conceptual que, desde la lingüística, incentive procesos de análisis ante situaciones cada vez más extremas, complejas, desesperantes, de posible crispación social y que el periodismo va registrando en el diario acontecer.

El paroxismo es el empeoramiento o acceso violento de una enfermedad, concepto que permite describir el día a día social. En cuanto a seguridad, los registros periodísticos de acciones iracundas de la delincuencia son más y de mayor agresividad, desde balaceras en urbes o zonas rurales, como en Guadalajara, Guanajuato y Ciudad de México, hasta infantes deshumanamente asesinados exprofeso, heridos en atracos en el transporte público o en un absurdo total como el interior de un salón de clases con investigaciones interminables que ningún resultado presentan (Bala calibre 9 milímetros mató a Aideé, alumna del CCH, Excélsior, 2 mayo 2019). Las muertes como interrupción en el acontecer cotidiano son paroxismo de la enfermedad: violencia social.

El insulto verbal o la acción de no controlar los impulsos y llegar al agravio moral o físico entre políticos, ciudadanos, aficionados, vecinos, incluso familiares, son evidencia de la exaltación extrema de sentimientos y pasiones, paroxismo emocional: hartazgo, desesperación y nulo ejercicio del temple en el carácter.

En la medicina, el paroxismo describe el momento en que se experimenta un acceso repentino de una enfermedad o que los síntomas alcanzan su punto más agudo o crítico; cuadro referencial de experiencia próxima ante la pandemia por covid-19 que produce espasmos en el sistema con hospitales insuficientes, tratamientos inapropiados, desabasto de medicamentos, irritación de los trabajadores del sector salud y exasperación social.

En la narrativa, paroxismo es cuando la historia alcanza su punto máximo de tensión o emoción, circunstancia vivida, por ejemplo, ante la historia de la desaparición de todos los fideicomisos donde los personajes principales —los recipiendarios— quedaron fuera de toda trama, los personajes secundarios —administradores o burócratas— suprimidos y los legisladores como personajes incidentales que irónicamente en unos meses saldrán de ese relato —término de legislatura— definieron el “final de las obras” que ni suyas eran (ciencia, cultura, deporte).

En la dimensión artística, el concepto se enmarca en la estética y es equivalente a la perfección donde cualquier intento por mejorar la obra podría ser contraproducente y en las nuevas propuestas artísticas han surgido expresiones como “escultor paga impuestos al SAT con efigie de López Obrador”, hasta la música con “la mancuerna Tania Libertad y Beatriz Gutiérrez estrenan canción con Armando Manzanero”. Contexto resumido en “mejor, imposible”.

En lo individual, la persona y su interior, el paroxismo es una exaltación extrema y violenta de un sentimiento y las proyecciones sicológicas son innumerables a través del uso de la tecnología, mensajes que incendian los pastizales de las redes sociales y malos entendidos entre grupos (WhatsApp) por oraciones mal intencionadas o no, de parte del remitente y mal comprendidas por intención o no, del destinatario.

Mención aparte el paroxismo como accidente peligroso o casi mortal en que el paciente pierde el sentido y la acción por largo tiempo, equiparable a las circunstancias de violencia hacia la mujer donde las políticas gubernamentales efectivas no se perciben, las modificaciones culturales no se generan, los cambios educativos no germinan y el enojo extremo comienza a desbordar en acciones y lugares, indicios graves de la ruptura del tejido social.

Desde el periodismo informativo se realiza el registro de síntomas y desde el periodismo de opinión se dilucidan causas primarias y profundas de los procesos sociales, todas evidencias de: México tiene paroxismo en infinidad de acepciones, con escaso sentido de urgencia y menor tino de atención.

 

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