Logo de Excélsior                                                        

López Obrador tiene la mirada en 2025

José Buendía Hegewisch

José Buendía Hegewisch

Número cero

El discurso de AMLO en el aniversario de la Expropiación Petrolera sirvió para enviar mensajes a las corcholatas de Morena y revelar temores de su sucesión, sobre la que planean fantasmas de la historia. El libro en el que trata de leer errores y desviaciones de movimientos como el cardenismo para no repetirlos. Su mirada está puesta en 2025, ya sin él en Palacio Nacional, cuando calcula que su proyecto político podría truncarse por la presión para cambiar el rumbo de la 4T.

Su contenido descubre recelo y desconfianza a través de tres mensajes a los aspirantes, más allá de la confianza del triunfo de cualquiera de ellos en 2024, como anticipan las encuestas. La ventaja electoral, a diferencia de antes, le facilita priorizar el proyecto sobre alianzas o apoyos electorales, y apostar por la afinidad ideológica sin tener que aceptar un candidato moderado para evitar una derrota o un conflicto como Cárdenas. Desde la exhibición de músculo político en el mitin del Zócalo de su amplio apoyo popular, el Presidente lanzó una advertencia y, a la vez, un mandato a las tres corcholatas que, en una sucesión anticipada, esperan el palomeo para llegar a la encuesta. La comunicación más importante fue la admonición del “zigzagueo” político como la mayor equivocación para la continuidad de su proyecto si dejara o lo sucediera un moderado.

No es la primera vez que azuza ese peligro para anticipar sus decisiones. Ya desde 2010 hablaba de la fatalidad del zigzagueo en política para rechazar una alianza del PRD con el PAN o el PRI que, a la postre, lo llevaría a romper con ese partido. Nada de moverse ni siquiera al centro, decía para coincidir con alguna cita de Melchor Ocampo, que veía a los “moderados como conservadores más despiertos”. Igual que ahora para prometer la permanencia de sus políticas, sea el que sea su sucesor en Morena.

El mensaje se interpreta como el sueño de un Maximato como el de Calles, pero sacar a pasear a la plaza el “error” de Cárdenas tiene otro sentido: encuadrar la designación en el peligro que supondría un sucesor que no quisiera continuar su obra o contemporizara con las presiones para imprimir otra dirección. De su discurso, como segundo mensaje, se desprende una forma de amonestación para sancionar o descalificar a quien se aparte de su línea, como ya hizo con Ricardo Monreal, aunque diga que todos los aspirantes cumplen con el perfil.

Pero hoy el contexto es distinto al de Cárdenas. Por un lado, al gobierno de Biden no parecen asustar sus políticas y ello le abre márgenes hacia adelante y, por otro, la competitividad electoral de su movimiento limita las amenazas de ruptura. Incluso, el aspirante que ha escuchado el canto de las sirenas de la oposición, Marcelo Ebrard, pone todo su empeño en convencer de que no seguirá ese camino, aunque sea señalado como moderado y proclive al centro para recuperar a las clases medias y pactar con los empresarios. Sobre los temores de López Obrador en el 2025, trata de desmarcarse con el argumento de que es el único que no es un enigma porque ya lo sucedió en la CDMX sin alterar sus políticas, aunque las alas radicales de Morena lo ven como el peligro de la restauración.

Sin embargo, es poco probable que los fantasmas que agitan la sucesión en la cabeza de AMLO se exorcicen con votos de lealtad y fidelidad como los de Ebrard. En al ambiente ronda también la experiencia de Lula en Brasil con el golpe legislativo a su sucesora, Rousseff. ¿Podría ser Sheinbaum la Dilma mexicana? Ahí, su tercer mensaje, el llamado a los tres de permanecer unidos para no abrir flancos en 2025 a las presiones de adversarios que esperan cerrar el paréntesis de su gobierno con su salida del poder. AMLO sabe que ninguno tiene su carisma y cree que conservará el apoyo popular para “consolidar la primera etapa” de la 4T, aunque él ya no esté en Palacio Nacional.

Los tres mensajes parecen hilarse en una aseveración: yo no soy Cárdenas ni los tiempos son iguales. Lo que se traduce en la decisión de no cometer el error de “zigzaguear” en la sucesión y luego convertirse en el máximo defensor de la 4T, más allá de su sexenio, como guardián de la doctrina del proyecto.

 

Comparte en Redes Sociales