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Vacunación: lo que exhibe el rezago

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

Para este fin de semana, México tendrá diez millones de dosis de distintas vacunas contra covid, pero el ritmo de vacunación sigue estando demasiado rezagado respecto a las expectativas iniciales. Al día de ayer se habían aplicado 6 millones 100 mil vacunas en todo el país, muy lejos de los cerca de 16 millones que implica vacunar a todos los adultos mayores de 60 años que, según se había pronosticado oficialmente, tendrían que estar vacunados, con dos dosis, a fines de este mes de marzo. Las dos dosis sólo la han recibido unas 770 mil personas. En la Ciudad de México, donde aparentemente mejor ha operado el sistema de vacunación, se ha aplicado el fármaco en 537 mil adultos mayores.

Es verdad que ha habido mayores problemas que los esperados para conseguir vacunas, pero también es verdad que mientras otras naciones, desde Estados Unidos hasta Israel, desde Chile hasta Gran Bretaña, comenzaron a planificar la etapa de vacunación desde abril del año pasado, hace ya doce meses. En México, para esas fechas, el subsecretario López-Gatell nos decía que la curva de infectados iba a la baja y que pronto saldríamos de la pandemia. Todavía meses después se insistía en que las pruebas no eran necesarias y se demoró durante semanas la adquisición de vacunas, en las que no creía López-Gatell, en una batalla burocrática entre el subsecretario y la cancillería. Las apuestas que se hicieron en los acuerdos con Argentina, con la vacuna AstraZeneca o con la UNOPS para recibir vacunas han resultado mucho menos exitosas de lo que se esperaba.

Este fin de semana tendremos 10 millones de vacunas, pero son de varios orígenes diferentes y eso complica la campaña de vacunación. Pero lo que más daño ha generado es que no se utilizaron los recursos y mecanismos del Plan Nacional de Vacunación, inexplicablemente desechado en el sector salud, como todo lo que huela a los pasados sexenios, a pesar de que era uno de los más eficientes y reconocidos de América, y que aplicaba entre 40 y 60 millones de dosis de diferentes vacunas cada año, un número imposible de alcanzar al ritmo actual de vacunación.

Por qué no se utilizó el sistema de salud para aplicar vacunas, por qué el gobierno federal no se ha apoyado en esa tarea en el sector privado, en el social, en los gobiernos locales, es una pregunta sin respuesta. Pero, en realidad, si vemos lo que ha ocurrido con todo el sistema de compra y distribución de medicinas (ayer se informó que mientras el sector salud demanda tres mil 759 claves, sólo se han conseguido mil 992 y no existen ni siquiera los centros de acopio necesarios para esos medicamentos, lo que redundará, es previsible desde ahora, en un desabasto de medicinas, por lo menos, para todo el 2021); si vemos la forma en que se acabó con el Seguro Popular, reemplazándolo por un Insabi que no tiene aún ni reglas de operación claras; si vemos la falta de preparación del sector salud ante la pandemia que se aproximaba, no tendría que asombrarnos que se abandonara el Plan Nacional de Vacunación. La decisión no tiene nada que ver con la salud pública ni con el ahorro de recursos, se trata de una razón ideológica, revanchas políticas con el pasado y, en el caso del subsecretario López-Gatell, también de algunas revanchas personales con funcionarios anteriores. Si todo eso no se tradujera en víctimas, en enfermedad, en muerte, en familias sin trabajo ni educación, en empresas cerradas, podría ser anecdótico.

El problema en el rezago en el plan de vacunación también tendrá otras consecuencias. Tener vacunados a todos los adultos mayores de 60 años y al personal sanitario antes de que concluyera marzo tenía una lógica: llegar a las vacaciones de Semana Santa con el sector más sensible de la población inmunizado. No será así, ni en México ni en muchos otros países, con los costos que ello tendrá en la recuperación económica, ya estancada en los primeros meses del año, con el regreso a clases, que no tiene ni fecha ni una estrategia clara para tal fin, y con las elecciones a la vuelta de la esquina.

Con un agravante, y ahí está el caso de Campeche para demostrarlo: los vacíos se llenan, y donde no llegue el gobierno con las vacunas, llegará el crimen organizado y otros grupos de poder. El caso Campeche demostró que tampoco estamos preparados para atender ese fenómeno. Lo único que queda claro es que personal militar detuvo a las personas que pensaban volar a Honduras y, junto con los de Aduanas (que ahora son controladas por militares), descubrieron las vacunas. No queda claro cuándo intervino la FGR. Lo cierto es que los detenidos escaparon sin que se sepa cómo, la Cofepris apenas ayer iba a comenzar a analizar las vacunas para ver si eran falsas o no. Unas mil personas recibieron esas vacunas de parte de la maquiladora que, aparentemente, las compró, no se sabe dónde y a quién, y ahora no saben si están vacunadas o no.

No es exageración, no hay nada más importante en este momento para el país que el Plan de Vacunación. Es tan importante que no puede depender de simples decisiones políticas.

 

 PD: nos tomaremos unos días de descanso con motivo de la Semana Santa, estas Razones estarán nuevamente con ustedes el lunes 4 de abril.

 

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