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Guardia Nacional y espectros sexenales

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

Ayer, el presidente López Obrador anunció que, por decreto, incorporará la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional y que, además, hará adecuaciones, no explicó cuáles, para que la Secretaría de Seguridad, que ya no tendrá capacidades operativas, hoy no las tiene, se transforme en una secretaría de seguridad y justicia.

Yo sí estoy de acuerdo con que la Guardia Nacional se incorpore institucionalmente a la Defensa, más allá de que así funciona, en los hechos, desde el día uno de su creación. Pero no por las causas que esgrime el presidente López Obrador, que está tan obsesionado con borrar el pasado que, hasta cuando tiene razón, se equivoca.

No es porque haya que garantizar que estando bajo mando civil “no se corrompa”, como dice el Presidente que se corrompió la Policía Federal. Sin duda, existen más controles en la Defensa que en la mayoría de las instituciones civiles, pero, en todo caso, lo que habría que mejorar serían esos mecanismos de control en las instituciones del Estado que, sin razón, hoy están siendo progresivamente desmantelados. Pero hay policías que dependen de mando civil que funcionan muy bien, como la de la Ciudad de México o la de Yucatán.

Ésa no es, no debe ser, la razón de la incorporación de la Guardia Nacional a Sedena. Lo es la creación de un sistema institucional fuerte, sólido, que permita, sobre esa base (y la misma sí la tienen por encima de otras instituciones la Defensa y el Ejército), construir lo que no tenemos: un sistema policial nacional que abarque los tres niveles de gobierno. Ése debe ser el objetivo, desde ese punto de vista entonces tiene toda la razón de ser la incorporación plena de la Guardia Nacional a la Defensa. No inventamos nada: es el modelo de Colombia con una eficiente Policía Nacional incorporada a la Defensa.

Es lo mismo que se buscaba con la Policía Federal y que nunca pudo concretarse porque no hubo apoyo político para hacerlo, porque existen muchos intereses en que la seguridad interior esté balcanizada, dividida y porque concebimos la seguridad como algo sexenal. Lo propuso muchas veces el presidente Calderón y fue rechazado por las fuerzas políticas, incluso dentro de su propio partido. Después de Ayotzinapa, también lo propuso el presidente Peña Nieto, en un movimiento que impulsó el entonces secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, pero ni siquiera se llevó el tema al Congreso.

El propio general Cienfuegos tenía la idea de crear una Gendarmería que era un proyecto muy similar al de la Guardia Nacional, que tampoco nunca se llevó a cabo, por lo menos no como fue pensado originalmente. No creo que la Policía Federal tuviera las deficiencias de la magnitud que le atribuye el Presidente, ni siquiera los números de los elementos operativos de los que habla son correctos, pero sí creo que una Guardia Nacional incorporada a la Defensa, con sus características actuales, que se plantee como base de un sistema policial nacional que abarque todo el país, es un acierto. Ése debería ser el tema de debate, no las descalificaciones sexenales. Otra concepción presidencial errada es el tema de la tecnología, los especialistas, “los ingenieros” los llamó él, en las policías contemporáneas. Lo dice porque está obsesionado con García Luna, pero sin tecnología, especialistas e inteligencia no hay ningún sistema de seguridad que funcione en ningún país complejo como el nuestro. Y si la anterior Policía Federal tuvo un acierto fue precisamente ése: apostar a tener un área de inteligencia, un sistema tecnológico avanzado que le diera certidumbre a las capacidades operativas.

El presidente López Obrador se burló ayer del búnker de la Policía Federal construido en aquellos años, pero ese búnker y Plataforma México fueron dos instrumentos extraordinarios que no se pudieron utilizar con todas sus capacidades precisamente por diferencias políticas e institucionales, sobre todo entre el Ejército, la Marina y la propia Policía Federal (algo para lo que serviría la incorporación de la GN a la Sedena). Porque el hecho es que, sin inteligencia, sistemas, “ingenieros”, ninguna institución de seguridad puede tener éxito. Qué bueno que la Guardia Nacional tenga 110 mil elementos operativos y 260 cuarteles, pero sin una gran estructura de inteligencia, sin seguridad cibernética, sin inteligencia de datos e información, no se avanza o se termina dependiente íntegramente de otros. Y la Guardia Nacional lo sabe y trabaja en ello.

Una vez más, lo que critica el Presidente es lo que ha permitido los avances de su principal precandidata presidencial, Claudia Sheinbaum, en la Ciudad de México, en términos de seguridad: lo que ha hecho García Harfuch fue combinar inteligencia, sistemas, cámaras, “ingenieros”, con capacidad operativa. Se puede hacer bien o mal (en la CDMX se ha hecho muy bien), pero en seguridad nadie inventa el hilo negro.

La Guardia Nacional debe estar en la Defensa por las buenas razones, no por las malas, para que se logre crear con base en ella un sistema policial realmente nacional y que funcione como lo hizo en Colombia, siguiendo un mecanismo similar al que estamos adoptando, la Policía Nacional dentro del ejército de ese país. No deja de ser una paradoja que ahora el nuevo presidente de izquierda de Colombia, Gustavo Petro, quiera hacer exactamente lo contrario que López Obrador: quitar a la Policía de la Defensa para mandarla al ministerio del Interior.

 

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