Logo de Excélsior                                                        

Guardia Nacional, policías y reforma

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Una de las tres grandes reformas que se propone aprobar el presidente López Obrador en este 2022, es la de la Guardia Nacional, que de aprobarse, terminaría integrándose como una rama más de la Secretaría de la Defensa Nacional. Tendríamos finalmente una policía nacional, pero en vez de ser civil sería una estructura militar más en la Sedena. Las otras dos grandes reformas son la electoral, que para muchos en el oficialismo implicaría prácticamente la desaparición o una transformación desnaturalizadora del INE y, por supuesto, la reforma eléctrica. La virulencia con la que se defiende la consulta revocatoria sólo puede comprenderse desde la lógica de estar en una suerte de campaña permanente que permita, entre otras cosas, sacar estas tres reformas.

Creo que de las tres, la que tiene mayores posibilidades de transitar es la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena. Primero, porque en los hechos así ya está funcionando y hoy la Guardia no depende operativamente en absoluto de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, sino de la Defensa.

Pero hay que ir más allá. Estoy convencido de la necesidad de una policía nacional, no sé si éste es el mejor modelo el que se ha elegido. Por supuesto, es mucho mejor que no tener nada y en la coyuntura actual, de la misma forma que otras tareas encomendadas a las Fuerzas Armadas no parecen tener más sentido que contar con alguna institución que se haga cargo de ellas, el que la GN sea parte de la Defensa Nacional es, por lo menos operativamente, algo que tiene toda la lógica del mundo.

Los números de la GN no han sido malos, al contrario: lo confirma el grado de confianza que una institución aún muy joven genera en la ciudadanía, similar a la del Ejército o la Marina. Los decomisos de drogas, armas, la capacidad operativa de la Guardia Nacional han crecido en forma notable y sustentable, de manera ininterrumpida durante estos poco más de dos años desde su entrada en operación. El presidente López Obrador se equivoca cuando dice que la causa de que proponga la integración de la GN a la Sedena se debe a que de otra forma la institución se “echaría a perder”.

Puede haber, lo hay, más control en el ámbito militar, pero ninguna institución se echa a perder sola, en todo caso, depende de las responsabilidades, el control y la auditoría que se haga de ella. Tampoco creo que todo estaba echado a perder en la desaparecida Policía Federal. Como sucede hoy con la GN, la Policía Federal fue una institución naciente que creció en forma exponencial y que en muchos momentos fue rebasada por su propio crecimiento y en muchas otros por su mala relación con las fuerzas militares y de procuración de justicia federales y estatales. Pero la PF proporcionó cuadros y estructuras muy importantes, sobre todo en el combate al secuestro y en la persecución de líderes del crimen organizado, también sobre instituciones internas e infraestructura desde las áreas de inteligencia hasta el famoso búnker y la Plataforma México, un centro de control como no tenía el Estado mexicano. Casi todo eso se perdió (como se perdió capital humano valioso que era parte de la PF porque no fue incorporado a la GN) o está disperso. No se puede volver a cometer otra vez ese error. Con todo, el modelo de policía nacional que tenía la Federal (y que nunca se pudo implementar plenamente) de alguna forma es el que inspira al de la Guardia Nacional, con la diferencia de que todo se está construyendo desde el ámbito militar.

Precisamente por eso es que creo que la incorporación de la GN a la Sedena es viable y deseable. Se puede avanzar con ese modelo, incluyendo por supuesto la participación de los propios militares en tareas de seguridad, como está aprobado hasta por lo menos el fin del sexenio. El problema es que si no se establece un modelo policial nacional en forma explícita, con espacios y participación estatal, municipal, y donde haya condiciones, la GN, como pasó con la PF, corre el serio riesgo de ser rebasada por la realidad. Donde mejor funciona la Guardia Nacional es donde hay policías locales fuertes, el mejor ejemplo de ello es la Ciudad de México o estados como Yucatán, Coahuila o Nuevo León. Donde la GN debe comenzar de cero, como Michoacán o Zacatecas, es donde se enfrenta a mayores problemas operativos y estructurales. No necesitamos una Guardia Nacional que esté controlando el tránsito o cuidando cilindros de gas, sino que sea la columna vertebral de un sistema policial en todo el país.

Por eso la iniciativa de reforma tendría que ser más amplia que la simple incorporación de la Guardia Nacional a Sedena, incluyendo una revisión de la estrategia de seguridad. Necesitamos un sistema policial nacional, homologado y eficiente, basado en la GN, pero también con policías estatales y en algunos casos municipales.

Eso requiere de imaginación, recursos y colaboración, pero si no contamos con esos tres prerrequisitos en la lucha contra la inseguridad, simplemente no se podrá avanzar en ella. Discutir si la GN se militariza o no es vano, hoy ya funciona así. Se debe mirar más allá y apostar a la construcción de un sistema policial basado en la GN, pero que al mismo tiempo la trascienda en una visión más amplia de la estrategia de seguridad. En el Senado hay condiciones como para procesar esos acuerdos legislativos.

Comparte en Redes Sociales