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Extradición de Treviño y visita de Mayorkas

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

El canciller Marcelo Ebrard evidentemente exageró cuando dijo que la detención de Juan Gerardo TreviñoEl Huevo, sobrino de Miguel Ángel Treviño, el Z-40, el sanguinario líder de los Zetas, fue la más importante realizada en la última década. La misma caída del Z-40 en 2013, las de El Chapo Guzmán en 2014 y 2016, entre muchas otras, fueron más importantes.

Pero sí es verdad que la detención de El Huevo es la más importante desde la llegada de la administración de López Obrador al gobierno y, sobre todo, desde que el nuevo inquilino de la Casa Blanca es Joe Biden. Se dio, además, en el marco de la visita de Alejandro Mayorkas, jefe del Homeland Security de la Unión Americana y en un contexto donde la relación en temas de seguridad entre México y Estados Unidos ha tenido un constante deterioro desde los años de Donald Trump, y particularmente con la detención y posterior liberación del exsecretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos. La ley de seguridad aprobada inmediatamente después, que prácticamente congeló la actividad de las agencias estadunidenses en el país, fue de alguna manera el colofón de esa época de profundos desencuentros.

Con el Acuerdo Bicentenario que entró en vigor en octubre se intentó ir recuperando confianza e intercambio de información. El acuerdo que reemplazó a la Iniciativa Mérida tiene objetivos y plazos muy concretos para cumplir, por parte de los dos países en términos de seguridad y migración, los dos temas principales para Estados Unidos, y no es casual la sucesión de visitas que han realizado distintos funcionarios de seguridad estadunidense a México en los últimos meses, particularmente el propio Mayorkas.

Recordemos también que esto ocurre en un contexto muy especial, cuando el tema migratorio y el de la crisis de opiáceos se han convertido en dos de los temas de política interior más complejos para la administración de Biden. En ambos, el papel de México es fundamental y eso se cruza con otro tema que no es menor: las posiciones de México en torno a la invasión rusa a Ucrania han sido ambivalentes, poco tiene que ver lo que dicen el canciller Marcelo Ebrard y el embajador en las Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente, con las expresiones del presidente López Obrador, que, incluso ha llegado a reclamarle al Parlamento Europeo que le entregue armas a Ucrania y que ha rechazado cualquier sanción a Rusia, y ni hablar de la de algunos exponentes de la 4T que simpatizan con Putin.

A eso se han sumado otros desencuentros: el tema de la protección a los periodistas y los ataques a nuestra labor provocó declaraciones de preocupación del secretario de Estado, Antony Blinken que también recibieron una respuesta presidencial nada diplomática, y a ello se sumaron congresistas de Estados Unidos, el casi pleno del Parlamento Europeo y ahora también la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los derechos humanos, la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, a la que nadie podría acusar de conservadora o neoliberal.

Y la lista no termina allí, probablemente no fue tema de la agenda de Mayorkas, pero el descontento del gobierno, los legisladores y las empresas de Estados Unidos con la propuesta de reforma energética de México es evidente, porque viola los términos del T-MEC y se da en un momento de crisis mundial, en el cual la conformación de un bloque energético integrado por México, Estados Unidos y Canadá tendría un peso estratégico decisivo a nivel global.

Pues bien, en medio de todo esto, el que en plena visita de Mayorkas se haya dado la detención del líder del Cártel del Noreste, una organización que tiene asolada a Nuevo Laredo, la principal puerta de entrada y salida de productos entre México y Estados Unidos; que esa detención, si nos atenemos a leer entrelíneas el comunicado de Ebrard se haya dado con colaboración estadunidense y que inmediatamente después Treviño haya sido extraditado a la Unión Americana, es un mensaje fuerte, sólido.

Si a eso se suman las detenciones de El Chaparro en Colima, quien controlaba el puerto de Manzanillo, y de El 300 en Tuxtla (en realidad su zona de operación para el cártel de Sinaloa era Chihuahua, con el grupo de sicarios de Gente Nueva) lo que tenemos es una serie de golpes que involucran a grupos directamente involucrados en el tráfico de drogas, sobre todo sintéticas y fentanilo, que llega a Estados Unidos.

Ninguno de esos golpes cambiará dramáticamente la situación de inseguridad que se vive en el país, eso lo sabemos a ambos lados de la frontera, pero podría exhibir, y eso es lo que creo que se quiso mostrar, una voluntad diferente para atacar a esas bandas, sus jefes y operadores, un viejo reclamo tanto de Trump en su momento, como ahora de Biden.

¿Son simplemente mensajes coyunturales, señales ante una visita dedicada a estudiar esos capítulos de la colaboración bilateral, o estamos ante una vuelta de tuerca de una estrategia que hasta ahora ha sido fallida? Esa es la verdadera pregunta que aún no tiene respuesta.

 CASO GERTZ

Será probablemente este jueves cuando el fiscal Gertz 
Manero
 comparezca ante la Junta de Coordinación Política del Senado. Ayer la SCJN decidió que será el ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien elaborará el nuevo proyecto en el caso que involucra al fiscal y a su exfamilia política, los Cuevas-Morán. Si nos atenemos a lo dicho por el ministro en el pleno del lunes, la decisión será muy contraria a la Fiscalía.

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