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Enredado con la ley y la moral

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Cuando se quiso abusar de la imagen del hijo menor del Presidente, se reclamó, con justa razón, que “con los niños, no”. En un contexto de utilización tan virulento y agresivo de las redes sociales, no se puede admitir la manipulación de los niños, de los hijos, como parte de una injustificable lucha política. Los niños tienen que ser respetados porque son nuestro futuro y el de nuestro país.

Por eso mismo desconcierta profundamente la decisión de acabar con las estancias infantiles, de dejar sin protección a 350 mil niños, a cien mil familias, un tercio de ellas encabezada, mantenida, por una mujer, a dejar sin trabajo a otras 50 mil mujeres que lograron formarse como educadoras, en un programa social que lleva 12 años y que ha sido galardonado nacional e internacionalmente.

Es tan absurdo como las alternativas que se plantean, desde que los abuelos se hagan cargo de los niños, hasta la incomprensible afirmación del Presidente de que “las familias asuman su responsabilidad”. No es un tema de los abuelos ni las familias deben buscar una solución a un problema creado por el propio gobierno sin ninguna necesidad. A las madres que trabajan no se les puede dar la opción de simplemente dejar de hacerlo para quedarse con sus hijos en casa. En parte, las estancias infantiles nacieron por un reclamo social que no podían trabajar porque no había opciones en donde dejar a sus hijos, pero además, como se había comprobado en muchas ciudades, sobre todo en Ciudad Juárez, la violencia tenía y tiene relación directa con esa incapacidad de dar cobijo a niños que se quedan solos, o con sus “abuelos”, mientras sus madres tienen que trabajar.

Es triste, además, que al mismo tiempo que se bloquea el programa de estancias infantiles se destinen millones de pesos a un programa dizque similar del PT, con 43 estancias, algunas sencillamente inexistentes y financiadas con dinero que, está comprobado, se deposita directamente en las cuentas de sus dirigentes y sus esposas. El presidente López Obrador que se enreda y confunde con tanta facilidad la ley y la moral, tendría que comprender que esa decisión es, profundamente, inmoral y que raya en la ilegalidad.

Y algo similar sucede con las denuncias a los organismos autónomos, que ocultan, como en el caso de las estancias infantiles o la CFE, la decisión de implementar de cara políticas centralistas y en buena medida autoritarias, sin controles externos y sociales, lejos de propuestas de mercado. El presidente López Obrador tiene todo el derecho de impulsarlas, pero entonces debe ser claro, decir que se trata de políticas públicas alternas y no el resultado de la inmoralidad ajena.

Lo que sucede es que “el Presidente nunca se equivoca”, o sus colaboradores le informan demasiado mal o no osan decirle, simplemente, “señor Presidente, no es así”. Lo ocurrido con las acusaciones en torno a la Comisión Federal de Electricidad fue bochornoso: no puede un presidente acusar a exfuncionarios y empresas de haber cometido fraudes y de haber desmantelado una institución, decir que va a presentar demandas y revisar contratos y, ante la reacción de unos y otros, insistir en la corrupción, pero explicar que no habrá demandas porque los denunciados tienen muy buenos abogados (sic) que ganan los juicios, y salir con que quizás es legal, pero también inmoral.

Ninguno de los denunciados había violado la ley, las empresas exhibidas cumplieron con sus trabajos y contratos, éstos fueron calificados como ejemplares por organismos nacionales e internacionales, no se estableció ninguna práctica ajena a la que siguen casi todos los países del mundo en términos de generación de energía.

No pueden ser la moral, la ley, la corrupción, el derecho, términos intercambiables y adaptables a cualquier situación. Las leyes son normas establecidas por la sociedad. Las leyes establecen obligaciones, prohibiciones y permisos concretos y están publicadas en códigos y decretos.

La moral está formada por normas de conducta individual dictadas por la conciencia. No tiene fuerza de ley. Las normas legales son establecidas por otras personas, mientras que las normas morales nos las imponemos a nosotros mismos. Sólo las dictaduras confunden la ley con la moral y quieren imponer normas o constituciones morales que abarquen a toda la sociedad.

DESTITUIDOS

El nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia y del Consejo de la Judicatura Federal, Arturo Zaldívar, ha comenzado a mover la justicia interna y el CJF ordenó ayer la destitución de dos magistrados federales por “notoria ineptitud” y variados actos de corrupción. Son los primeros y no serán los últimos.

COLIMA

El drama de miles de personas desaparecidas en el país tuvo un nuevo episodio cuando se descubrieron 69 cuerpos en fosas clandestinas en Tecomán, Colima. Pero esta vez, ese hallazgo no fue fortuito o fruto del trabajo de familiares, sino por una investigación de la Fiscalía general de estado que al detener a dos personas acusadas de secuestro y liberar a dos víctimas, descubrió las fosas clandestinas. La investigación continúa para saber la identidad de las víctimas, pero también quiénes son los responsables de ese crimen falaz.

 

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