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Cinco mil millones para partidos en crisis

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

La principal razón por la cual muchos de los actuales partidos políticos siguen existiendo la ha dado el INE la semana pasada: recibirán en el 2019, año en el que sólo habrá una elección para gobernador, la de Baja California, así como también cuatro de legisladores locales y alcaldes, nada más y nada menos que cuatro mil 965 millones de pesos.

En el mundo de los partidos mucho es lo que está cambiando. Por lo pronto, Encuentro Social, pese a su nutrido número de legisladores y a la gubernatura de Morelos, perderá el registro y no podrá seguir como bancada en la próxima legislatura. Lo mismo sucederá con Nueva Alianza, que tendrá un puñado de diputados y un senador.

Ha habido beneficiarios de López Obrador increíblemente afortunados como el PT, que salvó su registro en las pasadas elecciones 2015 gracias a un acuerdo con el PRI, que permitió la anulación de un distrito en Aguascalientes, donde recibió el suficiente oxígeno político como para arañar los votos que necesitaba.

Pagó el acuerdo haciendo alianza con Morena, luego de que sus principales dirigentes estuvieron perseguidos por haberse apropiado de dinero que solicitaban para un sistema de guarderías. Hoy ya nadie recuerda esa historia, pero sí que el propio PT reconoció que entre sus nuevos diputados, 41 en realidad eran cachirules de Morena registrados bajo su lista.

Querían denunciar el acuerdo porque tuvieron tantos de minoría que quedaron fuera algunos de sus dirigentes históricos que iban en la lista de representación proporcional. Con todo, el PT se quedará, contando los cachirules, con 61 diputados y se convierte en la tercera fuerza política del país. Eso se reflejará, también, en sus prerrogativas.

El Verde ha confirmado un salto que dio hace ya varias semanas, antes, incluso, de la elección del primero de julio: anunció que acaba su alianza con el PRI y que tomará nuevos rumbos. Es evidente que buena parte de los dirigentes del Verde, comenzando por Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, (fue reemplazado ayer por Willy Ochoa como gobernador interino, aunque se dice que la idea de Velasco es rendir protesta como senador e inmediatamente pedir licencia para concluir su periodo en la gubernatura) se han acercado y mucho a López Obrador.

El lunes, Velasco presidió en su estado la reunión de la Conago con López Obrador como invitado. El Presidente electo se quedó en Chiapas y al día siguiente se encontró allí con Jimmy Morales,  presidente de Guatemala, y en el inter mantuvo varios encuentros con Velasco. No es descabellado pensar que, en muchos temas, el Verde terminará votando con Morena en el Congreso y que el propio Velasco más temprano que tarde alcance una posición en el Ejecutivo.

El PRD y MC ya abandonaron la alianza con el PAN. El sol azteca tratará de buscar una vía propia que pasa, en buena medida, por la propuesta de su nuevo coordinador en el senado, Miguel Ángel Mancera, de que desaparezcan de una vez las llamadas tribus, las corrientes internas que tanto daño le han causado al funcionamiento y la imagen del perredismo. Cómo operar en el nuevo escenario sin que terminen aspirados por Morena es el gran desafío del PRD y la única respuesta que creo válida es que se deben convertir en una fuerza de centro izquierda, socialdemócrata, que se acomode a la izquierda del nacionalismo revolucionario que se impone en Morena, defendiendo las verdaderas causas liberales de la sociedad. No será fácil.

Movimiento Ciudadano fue el único que realmente ganó con el Frente. Se queda con senadores, diputados, una gubernatura, la de Jalisco, que hará pesar en la agenda. Por supuesto ya abandonó, como el PRD, la alianza con el PAN y se convertirá en una suerte de partido bisagra en muchos temas legislativos y políticos. Y ya tienen, con todo lo que implica en futurismo, en Enrique Alfaro a alguien que quiere crecer de cara al 2024.

El PAN está en una encrucijada. Si las fuerzas anayistas se imponen en el proceso interno, desplazando a los demás, se quedarán, como decíamos ayer, con las siglas, con los recursos (son la segunda fuerza política del país), pero sufrirán una oleada de rupturas de difícil diagnóstico.

 Si logran una dirigencia de inclusión, pueden comenzar a recuperar su identidad, la que perdieron en los comicios y con el Frente: la de un partido de centro derecha, que vaya por el voto de las clases medias moderadas. Los comicios internos serán antes de fin de año y en julio próximo las cinco elecciones locales serán, todas, en estados gobernados por el PAN. Ganarlas o perderlas definirá mucho de su futuro.

El PRI ha mantenido una cohesión y disciplina que no debería ocultar el profundo descontento interno, de militantes, gobernadores, legisladores, salientes y entrantes. Han marcado una ruta, que hacen bien que sea sin prisas, hacia la renovación de la dirigencia en un proceso en el que tendrán que definir su futuro, porque si la idea es regresar al viejo PRI tendrán que recordar que ese espacio ya está ocupado por Morena.

Por lo pronto, entre esos siete partidos, grandes y pequeños, sobre o subrepresentados por unos comicios atípicos, se repartirán el año próximo casi cinco mil millones de pesos. Es casi lo único que los cohesiona.

 

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