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Un Titanic llamado México

Jorge Camargo

Jorge Camargo

México cree que puede navegar por el mundo como si éste fuera un simple lago. Joe Biden, presidente de Estados Unidos, acaba de ponerle en el camino un iceberg monumental y no se sabe si la tripulación alcanzará a librarlo o, francamente, si el gobierno de Morena nos llevará a pique.

El miércoles pasado, Biden firmó la orden ejecutiva que eleva a máxima amenaza el cambio climático y que pretende dar un giro de 180 grados a su política industrial y modelo económico. Esto representará un muro moral y ético contra México, que insiste en desarrollar una política energética que, además de centralista y rebasada, afecta al mundo por el uso de energías sucias y su aportación de huella de carbono.

Morena repite estratégicamente que hoy “ya no es como antes”; sin embargo, en los hechos, es copia “al carbón” no sólo de antes, sino de los peores planificadores económicos que dejaron atascado el país entre el clientelismo y la obsolescencia.

En un golpe de suerte, la Suprema Corte le haría un favor si declara inconstitucional la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, en revisión como consecuencia de una controversia constitucional iniciada por la Cofece, y así tendría la justificación para readecuar su estrategia frente al iceberg.

Para la administración Biden, el cambio climático es una “amenaza existencial”, que produce muerte y que agrava la pandemia de covid-19, por los efectos en la salud. Por ello, anunció que Estados Unidos buscará liderar, con la participación de diversas naciones, el frente contra la crisis climática.

Resulta por demás evidente que México no está llamado a participar si no hace el mínimo compromiso de revertir su actual política de privilegiar combustibles fósiles para sus refinerías y la misma CFE, y deja de bloquear la generación de energías limpias.

Biden afirmó en su discurso que la contaminación producida por el uso de esa energía sucia enferma a las comunidades y propicia, incluso, la muerte de niños.

Aquí eso no importa. Regresamos a un modelo que no es sustentable y que va en contra de la agenda 2030 de la ONU. Vamos empujando el reloj del apocalipsis climático-nuclear, que no es un invento del que escribe y que realmente existe y está detenido para ver si es posible que la humanidad logre un consenso.

Así, mientras Estados Unidos regresó al Acuerdo Climático de París, este Titanic nacional desperdicia dinero en construir una refinería para procesar petróleo, que Biden anunció que se quedará ya en su subsuelo y no será extraído.

Debemos, dijo el presidente de ese país, crear un nuevo y resiliente modelo económico basado en la energía limpia, que no propiciará la pérdida de empleos, sino que creará nuevos y mejor pagados, para convertir a Estados Unidos en un exportador de esa tecnología.

Y para anunciar esta iniciativa puso como valor esencial la salud de sus ciudadanos y el bienestar ambiental de las comunidades. Quizás cuando se inaugure el Tren Maya se le pueda invitar a darse una vuelta para atestiguar la devastación ecológica producto de la complicidad de muchos mexicanos que prefieren mirar para otro lado y no enfrentar al gobierno de Morena.

El gobierno estadunidense subrayó que las energías limpias son más baratas y a partir de ello se modificará al sector energético para terminar con las emisiones de carbono y hacerlo más competitivo.

En el Titanic, en cambio, se afirma que la “conspiración de los impuros” promueve la energía limpia (solar o eólica) para acabar con la viabilidad de la CFE, lo que, traducido, quiere decir: por andar promoviendo energías más baratas y limpias, que son de generación privada, ya no puedo quemar mi carbón o combustóleo.

Para comparar, de acuerdo con datos oficiales, en 2019 la generación de un megawatt hora con combustóleo fue de 138 dólares, mientras que el mismo megawatt generado con energía solar alcanzó sólo los 67 dólares y la eólica 66 dólares. Claramente se ve el engaño.

En concreto, Biden dijo que se abandonarán las gasolinas y el petróleo y no se darán nuevos permisos para extraerlo en tierras y costas federales. Y remató con esta frase: “No es tiempo de acciones pequeñas, debemos ser audaces”. Ahí está el iceberg.

A la República de Guatemala debemos pedir perdón por la tragedia que enluta sus hogares por el homicidio de sus ciudadanos en la frontera con EU, pero debe saber que aquí mismo vivimos bajo autoridades que privilegian su permanencia en el poder, sobre la seguridad de las mujeres y niñas, que son víctimas del mayor número de feminicidios en toda la historia, desde que se contabilizan.

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