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CDMX, marca de ciudad

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

Por Jesús Sesma*

Siempre me he considerado una persona solidaria y honesta, que resalta las cosas buenas, pero también opina cuando considera que algo no es lo apropiado.

Es por ello que quiero iniciar esta columna reiterando total apoyo a la próxima jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en todo proyecto cuyo fin sea dar mejor calidad de vida a los ciudadanos de la Ciudad de México.

No obstante, hablaré de lo mucho que me preocupa que en el cambio de imagen institucional del nuevo gobierno no se entienda la denominación CDMX como una marca de ciudad.

De acuerdo con los expertos, las marcas de ciudad son elementos que dan identidad y reconocimiento, que distinguen y colocan a las ciudades ante los ojos del mundo.

Una buena marca de ciudad puede aportar al éxito económico, social, cultural y turístico.

Ejemplo de ello es la ciudad de New York, identificada hoy como NY; nadie puede negar el gran éxito de su campaña I love New York o I Love NY, que fortaleció su identidad desde hace décadas y la ha mantenido como una de las principales ciudades y entre las más visitadas del mundo.

Si bien es cierto que el gobierno entrante ya anunció que en el marco de su cambio de imagen institucional no se cambiarán de manera inmediata aspectos como los forros del servicio público concesionado, entre otros que portan las siglas CDMX.

Las declaraciones de Santiago Robles, director del Comité de Selección para la creación de la nueva imagen institucional del Gobierno de la Ciudad de México, resultan ambiguas, dejan la puerta abierta a creer que lo que hoy dice que no se hará, ocurrirá en el futuro.

Entiendo perfectamente el lenguaje metafórico del señor Santiago Robles, al aludir que “la fachada debe corresponder con el interior de la casa”, pero debo aclararle que antes de cambiar la fachada se debe trabajar al interior, eso es lo que busca la gente, una ciudad saludable, fuerte y organizada desde el interior, la fachada es sólo ego.

Hemos pasado ya por gobiernos con las mismas intenciones, ante los cuales en su momento, también me pronuncié, tales fueron el cambio de logo por parte de los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, respectivamente.

Mis argumentos siguen siendo iguales: los gastos monetarios que derivan de un cambio total de logotipo institucional son innecesarios y absurdos.

En conclusión, lograr que una marca de ciudad sea exitosa no es sencillo, y cuando se tiene una con potencial, debería valorarse y permitirse su permanecía.

Eso es lo que creo deberían hacer los gobiernos entrantes, porque debo recordar que tanto los gobiernos como todos los que nos dedicamos al servicio público somos efímeros profesionalmente. No debemos permitir que los egos nos dominen o querer ser recodados por cosas triviales.

Reconozco que ciertos gobiernos requieren hacer un parteaguas, pero mi recomendación es que se haga con acciones trascendentales, con cosas que aporten a los ciudadanos, al país, no con cambios de nombres que, no sobra decir, además ya son reconocidos.

P.D. Otro ejemplo de marca de ciudad con potencial en nuestro país es CHIAPASIONATE, otro que debería mantenerse.

           *Secretario de Comunicación Social del          CEN del PVEM

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