Logo de Excélsior                                                        

El menú de opciones

Javier Aparicio

Javier Aparicio

 

En el debate público sobre cómo reaccionar ante la crisis sanitaria, económica y social en México hay una larga lista de ideas falsas. Por ejemplo, se ha dicho que la deuda pública es socialmente indeseable, que las políticas fiscales contracíclicas son neoliberales, que para sortear la crisis basta mantener o reforzar los programas sociales vigentes, o que se puede apostar por la industria petrolera como punta de lanza del crecimiento económico nacional son afirmaciones sumamente debatibles. Quizás sean útiles en una arenga política, pero carentes de sustento si no se abunda en los detalles: ¿deuda pública para qué?, ¿austeridad en dónde?, ¿apoyos fiscales para quiénes? y ¿sostener la producción petrolera, aunque no sea rentable?

En vez de abundar sobre las razones por las cuales las afirmaciones anteriores son falsas, quizás valga más la pena revisar las opciones de política fiscal que se han comenzado a implementar alrededor del mundo. El panorama económico no es nada alentador. En su más reciente reporte sobre perspectivas de la economía mundial, el Fondo Monetario Internacional reconoce que la pandemia de COVID-19 tendrá un severo impacto en la economía. De manera preliminar, el FMI estima que la economía mundial se reducirá en un tres por ciento durante 2020, lo cual representa una contracción más severa que la de la crisis financiera de 2008-09. Si la pandemia cede en la segunda mitad del año, y las medidas de contención se relajan gradualmente, la economía mundial podría recuperarse en 2021, pero esto requerirá de un conjunto de políticas fiscales y monetarias exitosas.

Este pronóstico tiene un gran nivel de incertidumbre: tan sólo seis meses atrás, en octubre pasado, el mismo FMI estimaba un crecimiento global de 3.4 por ciento, de modo que la caída en la tasa de crecimiento económico mundial puede ser de más de seis puntos porcentuales. Desde el año pasado el Fondo alertaba de una caída en la actividad manufacturera ante crecientes tensiones comerciales y geopolíticas entre algunas de las economías más grandes del mundo –y la pandemia sólo las agravará–.

Por paradójico que parezca, se espera que la recesión de este año sea particularmente severa en países desarrollados: se estiman caídas de 5.9 por ciento del PIB en Estados Unidos, de 6.5 en Reino Unido y de ocho y nueve por ciento en España e Italia. En cuanto a América Latina, se estima una caída de 5.2 por ciento en la región, y de 5.3 y 6.6 en Brasil y México, respectivamente. En contraste, China e India alcanzarían tasas positivas de crecimiento de alrededor de uno por ciento. El volumen del comercio internacional disminuirá entre ocho y 11 por ciento.

Como el impacto económico será particularmente agudo en ciertos sectores económicos, el Fondo recomienda que las respuestas de política pública sean sustanciales, oportunas, focalizadas y temporales. El objetivo de los apoyos fiscales es doble: en primer lugar, amortiguar el impacto en los hogares y empresas más expuestos al choque negativo de la crisis y el confinamiento. En segundo lugar, a preservar el empleo y la supervivencia de empresas para ayudar a la reactivación económica al concluir la emergencia sanitaria.

A lo largo del año, el FMI ha estado registrando las repuestas de política pública en un amplio grupo de países. Estas incluyen políticas crediticias o financieras, tales como garantías gubernamentales, créditos a hogares o negocios de diversa índole, o bien diferimiento o condonación de pagos. Entre las políticas fiscales destacan reducciones o exenciones fiscales temporales, o bien prórrogas en las fechas límite de pagos de impuestos o contribuciones a la seguridad social. Entre los programas sociales destacan apoyos contra el desempleo, apoyos adicionales para incapacidades laborales, transferencias monetarias directas y apoyos en especie.

Una política fiscal concentrada preponderantemente en transferencias monetarias pasa por alto las necesidades de infraestructura y servicios públicos que son urgentes frente a una emergencia sanitaria. Así como para enfrentar la pandemia se ha recurrido al consejo de expertos y científicos en materia de salud, la respuesta a la emergencia económica requiere, por lo menos, un diálogo abierto e incluyente con la sociedad y considerar, de buena fe, el amplio menú de políticas fiscales disponibles. El bienestar de la nación lo demanda.

 

Comparte en Redes Sociales