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Explotación infantil del siglo XXI

Imagen de la Mujer

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Por Gabriela Rodríguez

Mientras comienzo a perfilar este artículo busco la palabra indicada para transmitir al lector la emoción que me sentó a escribir estas líneas. Y como continúo sin encontrarla, voy a hacer mi mejor esfuerzo por explicarla. Estoy sorprendida, conmocionada, desesperanzada, conmovida, decepcionada, indignada y entristecida. 

Hace unos días, en una fiesta infantil, pregunté a tres niños entre 4 y 7 años qué querían ser de grandes y la respuesta fue contundente: “Influencer o youtuber”.

Me pregunto, ¿desde cuándo eso es una profesión? En nuestra época era médico, contador, economista, administrador de empresas o músico, entre muchas otras opciones. Si fuera la madre o padre de esos niños me pondría a llorar por el triste y pobre trabajo que hice en la crianza. El poco ejemplo de trabajo, esfuerzo, estudio, proyecto de vida, y ¡tantas otras cosas! Por ello, decidí investigar si eran sólo unas pocas familias o algunas más las que estaban haciendo este pobre trabajo como padres. En mi investigación descubrí que Ryan es un niño que abre juguetes frente a una cámara en YouTube, tiene 47,691,132,537 de visualizaciones y 29.9 millones de suscriptores. Las ratitas, dos hermanitas que hacen videos de su vida cotidiana y juegos, tienen 23.4 millones de seguidores, y así podría seguir, con el ranking más deprimente que muchos parecen idolatrar y aspirar al día de hoy. 

Esta realidad detona muchas preguntas: ¿El dinero es medidor del éxito? ¿No está prohibido y penado el trabajo infantil? ¿Es moral que los padres vivan de explotar a sus hijos a temprana edad? ¿Cómo hemos pasado por alto la regulación en las redes sociales? Si ésta es la meta de los niños de hoy, ¿quiénes serán los científicos, médicos, abogados y economistas en 30 años?

Intento entender qué clase de padres tienen estos niños y decidí hacer el mismo ejercicio, pero esta vez me enfoqué en Instagram: Kim Kardashian tiene 232 millones de seguidores, Cristiano Ronaldo 308 millones, Ariana Grande 248 millones de seguidores, mientras que la página de la NASA tiene 67.5 millones, Harvard 1.8 millones, y el MIT 345 mil seguidores. Lamentablemente esto es lo que está consumiendo la sociedad. Nada. Cero. No hay contenido. No hay preguntas, reflexión, ¡nada! Eso sí, hay nalgas operadas, cuadritos en el estómago, poses sugerentes, poca ropa, bronceados falsos, menos ropa, fotos retocadas y mucha irrealidad.

Los niños de hoy consumen mentiras, vacío, superficialidad, poco propósito, holgazanería y apariencias, mientras sus padres les aplauden, vitorean y los incitan a continuar festejando cada suscripción, cada like en los viajes por el mundo con el dinero que obtienen por explotar la infancia de sus hijos. ¿Acaso soy la única que lo considera inmoral?

Ryan gana más de 20 millones de dólares al año por abrir regalos frente a una cámara, mientras que el salario de un profesor de universidad pública en México es de aproximadamente tres mil dólares al año y el de un mexicano promedio, cerca de cuatro mil 200 dólares anuales.

Nos sorprendemos y nos peleamos con los científicos cuando señalan que el cociente intelectual está mostrando un descenso en comparación con la década del 60. Analicemos las redes sociales como Facebook, Instagram y YouTube, echemos un vistazo a la programación televisiva y comparémoslo con la cantidad y calidad de lectura y escritura diaria y el manejo del lenguaje en la actualidad. ¿Sigues sorprendido que el cociente intelectual haya disminuido?

Me consuela saber que, dada mi edad, estos niños no serán mi dentista ni médico ni contador ni mi abogado. Yo me pregunto, a los padres más jóvenes, ¿no les preocupa?

 

 gabrielalorena@prodigy.net.mx

 

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