Logo de Excélsior                                                        

El espionaje (III)

Gustavo Mohar

Gustavo Mohar

Existe poco conocimiento sobre lo que en realidad hace el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen). Como sucede con las instituciones homólogas de otros países, sus tareas se llevan a cabo con base en un diseño de secrecía, discreción y confidencialidad para atender una necesidad; y se les conoce más por sus errores que por sus logros; los que no se difunden para proteger la integridad de su operación y sobre todo de las mujeres y hombres que laboran en éstas .

Pero sus objetivos, organización y atribuciones están descritos en un amplio marco legal: en 2002 se modificó el artículo 73 de la Constitución a efecto de que el Poder Legislativo pudiera legislar en materia de seguridad nacional, en 2005 el Congreso de la Unión aprobó por unanimidad la Ley de Seguridad Nacional, a la que siguió la publicación de su Reglamento en 2006.

De su lectura se desprende que su actuación no se concibe como “secreta”, pues está obligado a informar a la Comisión Bicamaral de Seguridad Nacional integrada por diputados y senadores; debe obtener autorización del Poder Judicial para ciertas actividades como las intervenciones telefónicas; herramienta útil para obtener información de individuos que representan un riesgo o amenaza a la seguridad nacional.

La ley establece que este organismo desconcentrado debe proponer al Consejo de Seguridad Nacional —encabezado por el Presidente de la República, más ocho secretarios de Estado, el procurador general de la República y el director general del Cisen— la Agenda de Riesgos, en la cual se describen las amenazas (peligros presentes) y los riesgos (peligros potenciales) que enfrenta el país, tanto en el ámbito nacional como en el contexto internacional.

Es un texto que contiene los temas denominados “duros”: narcotráfico, terrorismo, tráfico y trata de personas, y los “suaves” como la afectación del medio ambiente, el agua, la migración internacional, las desigualdades sociales, las implicaciones de la economía del conocimiento, el calentamiento global, entre otros.

El Cisen en realidad es un organismo joven, tiene apenas 29 años de haber sido legalmente reconocido, por lo que no es extraño que se conozca poco; menos aún, es natural que no tengamos una cultura sobre lo que significa el concepto “seguridad nacional” y sobre el sentido, alcance e importancia de generar “inteligencia”. El tema es complejo y rebasa el espacio de esta columna, pero al lector que le interese podrá acceder a una enorme literatura especializada. Para empezar, sugiero acceder a las páginas en internet de las principales agencias en el mundo en esta materia, por ejemplo, la CIA, el MI6 y MI5 inglés, el Mossad israelí y el propio Cisen.

Vuelvo a la pregunta inicial, ¿Qué queremos los mexicanos de nuestro servicio de inteligencia?

Todos los países en el mundo cuentan con un servicio de inteligencia, ya que está demostrado que desempeña un papel fundamental para la gobernabilidad, protección y defensa de la soberanía nacional y de su territorio y la prevención, mitigación y en su caso, desarticulación de todo aquello que pueda afectar la estabilidad, paz y tranquilidad de la sociedad a la que sirve.

En México se cuenta con un marco legal que define los asuntos, las tareas y la organización que regula la actuación de nuestro servicio de inteligencia; habrá que analizar si responde a la realidad nacional e internacional actual y del futro previsible. Sus tareas no son sólo de corto plazo, sino estratégicas; es decir, debe aportar análisis que dé coherencia, sentido y dirección de cómo enfrentar los riesgos y amenazas que enfrenta México, por ende, debe responder a la dinámica contemporánea.

México, como el resto del mundo, está viviendo una etapa de cambios sin precedente, entender la dinámica global y sus repercusiones en nuestro país requiere de un seguimiento y análisis permanente. Temas como la ciberseguridad, el realineamiento geopolítico entre Estados Unidos, Rusia y China; el riesgo de un conflicto catastrófico que pudiera provenir de Corea del Norte y su impredecible líder con su símil en nuestro vecino del norte; los efectos de la crisis ambiental, los desplazamientos migratorios y de refugiados, la posible crisis política que Trump puede generar en su afán de debilitar las instituciones y el sistema democrático en su país (para entender mejor lo que está en juego recomiendo la lectura del libro How Democracies Die, en español Cómo mueren las democracias). Más cercano a nosotros está el creciente deterioro político, económico y social en Honduras, El Salvador y Guatemala, asunto de gran trascendencia para nuestra seguridad nacional.

En mi próxima entrega ahondaré sobre los riesgos y amenazas que vislumbro en el ámbito nacional. Adelanto que si bien es un lugar común decir que “estamos en crisis” y que en este año electoral se definirá el rumbo de México, me parece que hay preguntas que requieren un amplio debate para encontrar sus  respuestas: ¿en verdad nos espera un futuro inédito en cuanto a la posibilidad de que suceda lo impredecible? ¿Tenemos claro cuáles deben ser las prioridades económicas, políticas y sociales? ¿Cómo enfrentar la violencia, la corrupción, la pobreza, la impunidad, la inequidad social?

Desde sus orígenes nuestro servicio de inteligencia está formado por mujeres y hombres con una vocación de servicio y absoluta lealtad a la instituciones, honestidad y valor. Están capacitados para responder a las directivas que les den las autoridades, en especial el Presidente de la República, menuda responsabilidad le espera a quien sea elegido.

Comparte en Redes Sociales

Más de Gustavo Mohar