Obama y El Negro

Gustavo Mohar
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Al premiado director de cine González Iñárritu, sus amigos le dicen desde hace años El  Negro. Desconozco el origen del apodo, pero es una feliz coincidencia con el presidente afroamericano Barack Obama. Ambos, en la misma semana, salieron a defender los derechos de los migrantes indocumentados que residen en Estados Unidos.

Al cerrar las palabras tradicionales de agradecimiento por el Oscar a la Mejor Película del año (Birdman), el mexicano pronunció un discurso que pronto se convirtió en el más reproducido en las redes sociales:

“Este premio se lo dedico a mis paisanos. Ruego para que podamos encontrar y tener el gobierno que nos merecemos; a la generación de inmigrantes que está viviendo en este país, para que puedan ser tratados con el mismo respeto y dignidad que la gente que llegó antes. México tiene talento y esta noche ha quedado demostrado”.

Por su lado, el mandatario estadunidense defendió su decisión de abrir la posibilidad de legalización de cerca de cinco millones de migrantes; reiteró que es necesaria una reforma migratoria por convenir a su país y por justicia para los millones de personas que viven allí en las sombras pero que contribuyen al bienestar colectivo. Hizo un llamado a los líderes hispanos de la siguiente manera:

“Cada gran transformación social, cada movimiento de progreso en este país, ya sea por los derechos de los trabajadores, por los derechos civiles o por los derechos de las mujeres, todos han requerido pelear y presionar para lograr avances”.

Reiteró la legalidad de su decisión, ferozmente atacada por los grupos republicanos más conservadores, incluyendo a 26 gobernadores, que lograron la decisión de un juez afín a su ideología para que suspendiera su implementación.

Ambas intervenciones generaron exhibiciones xenófobas, como la del señor Trump, magnate de la especulación inmobiliaria, conocido por su extraño pelo que hace dudar si es peluca o implante mal logrado; este siniestro personaje dijo que el Oscar a González Iñárritu fue “un error, fue la noche de México porque es la nación que más estafa a Estados Unidos”.

La primera parte de lo dicho por el cineasta mexicano ha sido comentada con amplitud. Voces en favor y en contra, estas últimas por miembros distinguidos de la comentocracia que, con un dejo de sorna, dicen que nos merecemos este gobierno, que aclare qué gobierno es el que considera que merezcamos los mexicanos. Me parece que es una pose de suficiencia. No se necesita mucho para entender el mensaje que lanzó el premiado.

Además de su genio artístico es un hombre que ha pensado, leído y trabajado para entender el mundo que quiere reflejar en su obra; su vida ha sido una permanente e intensa búsqueda hacia su interior. Sugiero leer la entrevista que concedió al periódico español El País (Suplemento del 15 de febrero de 2015), donde expresa su enojo y tristeza por lo que sucede en México; con humildad dice: “... esa impunidad no puede sostenerse; no sé en qué forma va a cambiar pero tiene que cambiar. ¿Quién es el culpable de la corrupción? ¿Somos nosotros, son ellos o ellos somos nosotros? Eso me provoca mucho conflicto”.

A quien lo minimiza diciendo que en realidad no es mexicano, que vive hace mucho en Estados Unidos, que forma parte del sistema Hollywood y que su equipo es ya de otras nacionalidades, recuerda su origen veracruzano y dice: “busco una universalidad sin pasaporte… puedo volar donde se me da la gana sin cortar esas raíces”. Sin olvidar mencionar a otros tres mexicanos que son compañeros de su éxito: Alfonso Cuarón, Emmanuel Lubezki, alias El Chivo, y Guillermo del Toro.

Pero lo que quiero destacar es su llamado en favor de los mexicanos de aquí y de allá. Más de 35 millones de personas vieron la premiación de los Oscares y, por ende, escucharon su mensaje. Se suma así a un creciente número de actores sociales que luchan por forzar y exhibir a los diputados republicanos obstinados en usar de chivo expiatorio a millones de hombres, mujeres y niños con tal de sacar de la Casa  Blanca a los demócratas y exhibir a Obama como un fracaso.

Obama corre el riesgo de ser enjuiciado por violar la Constitución al excederse en sus atribuciones y dar solución parcial en favor de los migrantes. Se le acusa de que podía haberlo hecho antes, que lo hace por cálculos electorales, que trabaja en favor del candidato (a) a la elección presidencial de 2016. Al igual que las críticas hechas al mexicano, vale preguntar: ¿hubiera sido mejor que no hiciera nada?

Cada uno desde su trinchera, en apariencia en extremos opuestos, pelea por el reconocimiento a millones de mexicanos en ambos lados de la frontera. En una sociedad  como la de nuestro vecino del norte, donde se premia el esfuerzo, el trabajo y la competencia, vino como anillo al dedo la última oración de González Iñárritu: “México tiene talento y esta noche ha quedado demostrado”.

*Director Grupo Atalaya

@GustavoMohar

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