Logo de Excélsior                                                        

Cifras y política

Gabriel Reyes Orona

Gabriel Reyes Orona

México sin maquillaje

El caudillo ha adiestrado a sus incondicionales para que se ajusten y ciñan a las directivas y prioridades que marca el plan de acción orquestado para retener el poder en las elecciones intermedias, sin embargo, los últimos días hemos visto una falta absoluta de cohesión y coherencia en su equipo. La acción operativa de quienes integran el desarticulado gabinete muestra un rápido deterioro ante el menor alejamiento de quien no sólo toma todas las decisiones, sino que juega todas las posiciones.

El monolítico comportamiento del gobierno de un solo hombre, hasta ahora, impedía notar la lastimosa irrelevancia de la estructura burocrática, la cual ha venido mostrando sólo un proceder inercial. La administración pública federal prácticamente cubre gastos mínimos de operación, derivando a la sombra de las actividades que se desarrollan tanto en el sector salud, como en la ejecución de obras de infraestructura a cargo del Ejército mexicano. Existe un brutal desdibujamiento del gabinete, el cual, mayoritariamente, está integrado por improvisados fanáticos del movimiento en el poder, que carecen de trayectoria, preparación y resultados que les hagan merecedores de los puestos que ocupan. La ciega lealtad sustituye a la capacidad y la sumisa obediencia elimina la necesidad de rendir cuentas y entregar resultados.

En el lamentable estado en que se encuentra la gestión pública han comenzado a surgir cifras que denotan la incomunicación que prevalece entre las instancias públicas, lo cual no sólo deja claro que las comisiones intersecretariales y comités han dejado de operar, sino que, además, al Presidente lo están rebasando la cantidad, intensidad y volumen de asuntos en la agenda.

Cada titular de dependencia encabeza un esfuerzo inconexo que no conoce de ámbitos y competencias, sin admitir más autoridad que la que reside en el Ejecutivo federal, resultando intrascendente a cada uno de ellos lo que pasa en el resto de agencias gubernamentales, generándose así, gradualmente, un laberíntico desconcierto en el que el aparato productivo está quedando atrapado, a veces por malas decisiones, y, en otras, por ausencia de ellas.

Ahora sí están haciendo historia en la 4T, la peor caída del PIB, seguida de la más pobre recuperación al año siguiente. Es sabido que, tomando en cuenta una base producto de colapso, al año siguiente el “rebote” es significativo, pero, ahora, no será así. No habrá “V”. El crédito, a pesar de la relajación en el encaje y de reducción de tasas oficiales, sigue inalcanzable, en momentos en los que los negocios demandan desesperadamente apoyo para sobrevivir.

El superávit en la cuenta comercial sólo demuestra que la economía se contrae y no demanda lo que el consumidor nacional quiere, pero no puede pagar, quedando atrapado el aparato productivo en un peligroso marasmo, a pesar de que el sector exportador hace lo imposible por mantener las ventas. Así es, saldrá lo embodegado a precios de remate, pero ello no significará que se vayan a reponer inventarios ni mucho menos que las empresas regresen al nivel operativo del 2019. Las autoridades financieras, todas, han fallado. Su tardío proceder podrá no ser notorio en el corto plazo, pero inevitablemente pasará factura al país. Si ya hoy surgen dudas, considerando la ausencia de planes de reactivación, tan pronto como las cifras vayan acreditando la inexperiencia y negligencia del gabinete se revertirá el voto de confianza que compramos por dos años pagando altos intereses.

Comparte en Redes Sociales

Más de Gabriel Reyes Orona