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Perspectivas 2019

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

Los nubarrones que se dibujan en el horizonte son resultado de la incertidumbre ya casi sistémica que se ha estacionado en nuestra región y que se agrava por las tensiones comerciales a nivel internacional, las condiciones financieras más restrictivas y la volatilidad en los mercados de materias primas.

El FMI anticipa un crecimiento del 3.7% para el 2018-2019 a nivel mundial, según las cifras actualizadas en el informe. América Latina y el Caribe tendría un crecimiento económico promedio del 2.2% en 2019 y de un 2.8% a largo plazo, lo cual marcaría una recuperación moderada con relación a la proyección del 1.2% formulada para el 2018. Sin embargo, dichas cifras estarían sujetas a varios factores de riesgo —no sólo económicos— que podrían conllevar a una baja.

En este sentido, el informe destaca que si bien la actividad económica mundial sigue siendo sólida, sobre todo en EU, hay ciertas circunstancias que podrían afectar las perspectivas de crecimiento en América Latina y el Caribe. Se destacan la pérdida de impulso de la demanda externa y el crecimiento del comercio mundial, las condiciones financieras más restrictivas y la intensificación de las tensiones comerciales, con distintos efectos entre países y sectores.

El informe del FMI también reconoce que el crecimiento en EU, con una proyección de 2.5% para el 2019, “ha respaldado en cierto grado la actividad económica en la región, sobre todo en países que mantienen sólidos vínculos con la economía estadunidense por la vía del comercio, las remesas y el turismo”.

Por otro lado, el estudio anticipa que la evolución en el crecimiento económico de China, con una proyección de crecimiento del 6.2% para el 2019, podría tener importantes implicaciones para las economías de la región, dado el involucramiento cada vez mayor de dicho país en el comercio y las finanzas.

El FMI indica que la recuperación económica de la región es dispareja. Esto se debe, según el estudio, a que la recuperación se desaceleró en varias de las principales economías de la región —incluso se detuvo en más de alguna— debido al efecto de fuerzas externas y a su “amplificación” por vulnerabilidades específicas nacionales.

En otros casos, los precios más altos del petróleo y la incertidumbre política han tenido un impacto negativo en las perspectivas de corto plazo. En contraste, para algunos países las perspectivas son más positivas por mejoras en términos de intercambio, el aumento del turismo y otros elementos.

En cualquier caso, según el informe, si bien los indicadores de recuperación económica son moderadamente positivos, no pueden obviarse las grandes divergencias existentes y menos aún la presencia de factores de riesgo coyunturales y estructurales —como las fuertes caídas en varias monedas y los niveles persistentes de deuda— que podrían tener un impacto en dichas cifras, con tendencias a la baja.

En este contexto de cierta fragilidad y expectativas moderadas, América Latina y el Caribe entrarán a un intenso año electoral en el 2019, con seis elecciones presidenciales (El Salvador, Panamá, Bolivia, Guatemala, Uruguay y Argentina) en el horizonte.

La estabilidad de la región dependerá, en gran medida, no sólo de cómo concluya dicho ciclo electoral, sino cómo los gobiernos en ejercicio y, en general, todos los actores de la sociedad, reaccionan ante las violaciones sistemáticas a los derechos humanos y las amenazas frecuentes a la democracia.

Los vaivenes en la economía plantean aún más desafíos para una región caracterizada por ser la más desigual del mundo, en donde persisten retos significativos en materia de seguridad pública en muchas ciudades y en donde hay muchas deudas pendientes sobre la pobre calidad de los servicios básicos para la mayor parte de la población.

Seguramente veremos, durante el próximo año, fenómenos nuevos y los problemas de siempre. Los flujos migratorios, las crisis políticas y los desastres humanitarios pondrán a prueba las capacidades domésticas y la cooperación internacional en la búsqueda de respuestas adecuadas a los mismos.

BALANCE

Para mantener una gobernabilidad democrática propia de momentos tan delicados como los que vivimos, será imprescindible que la región reaccione con madurez ante los factores de contagio regional, los efectos de las políticas internacionales y, particularmente, al mantenimiento del Estado de derecho y el fortalecimiento de la democracia.

En esa tesitura, el Consejo Permanente de la OEA sesionará, jueves y viernes, para revisar el estado que guardan la democracia y los derechos humanos en Venezuela y en Nicaragua. El secretario general, Luis Almagro, ha sido claro: en la defensa de los valores establecidos en la Carta Democrática no puede haber subterfugios o excusas. Como siempre, el mundo estará observando. El fraude electoral, la destrucción de las instituciones, la mordaza a los medios de comunicación y la represión no tienen cabida en nuestro continente.

                *Los puntos de vista son a título personal.
                No representan la posición de la OEA

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