La IX Cumbre de las Américas y la democracia

Francisco Guerrero Aguirre Punto de equilibrio
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La novena Cumbre de las Américas arrojó un buen saldo para la democracia y los demócratas del continente. La Carta Democrática Interamericana sigue vigente. Quedó claro que el futuro de nuestra región está del lado del mantenimiento del ciclo electoral y de un ejercicio de gobierno inspirado en el equilibrio de poderes, la rendición de cuentas, la libertad de expresión y el derecho a protestar, sin presos políticos ni juicios sumarios. 

Joe Biden, el anfitrión de la cumbre, destacó en el discurso de apertura, la importancia de la democracia como condición necesaria para las relaciones interamericanas. La democracia debe ser un “sello distintivo de la región”, tal y como lo consigna la Carta Democrática Interamericana. 

 Así, preservar la democracia como único modelo legítimo de gobierno tiene efectos prácticos y beneficios concretos para la vida de la gente. 

En un momento en el que la democracia está siendo asaltada en todo el mundo, es crucial reiterar su centralidad y valía universal. Renovar nuestra convicción de que la democracia no es sólo el rasgo que define las historias de América, sino el ingrediente esencial para el futuro de la región. 

 Las dictaduras son el veneno de la civilización interamericana. Sus ruines maquinarias de control político sólo producen pobreza, muerte, migración forzada, presos políticos y miseria generalizada. Las dictaduras no deben ser normalizadas ni toleradas; deben ser repudiadas y denunciadas. 

 En el ejercicio de la democracia está la salida a las controversias y los desacuerdos. El continente debe aspirar a ser un “club de democracias” capaz de dimensionar el enorme poder y eficacia que tienen las decisiones que se toman bajo su amparo. 

En esa dirección, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, destacó la necesidad de mantener elecciones libres, justas y transparentes en el hemisferio. “Hacen falta democracias mejores”. Por ello, las Misiones de Observación Electoral (MOE), que están consideradas dentro de la Carta Democrática Interamericana, son herramientas indispensables para garantizar credibilidad ciudadana. 

 Las Misiones de Observación son un mecanismo valioso para mejorar los procesos electorales que han demostrado su eficacia y capacidad para asegurar mejores transiciones democráticas, así como para identificar irregularidades, fraudes y trampas. Son parte habitual de las elecciones, bienvenidas por quienes verdaderamente quieren legitimidad y confianza generalizada. 

 La observación internacional es un patrimonio universal de la democracia. La Unión Europea, la Organización para la Seguridad y Cooperación Europea y la OEA son las principales organizaciones internacionales que trabajan en la materia. También una organización regional, la Unión Africana, se ha convertido en estos últimos años en un actor relevante en este ámbito en su área geográfica.  

BALANCE 

Desde la creación de la OEA en 1948, se han llevado a cabo 300 Misiones de Observación en 28 naciones diferentes. Tan sólo, durante la gestión de Luis Almagro, se han desplegado 78 misiones, 23 de ellas durante el difícil periodo de pandemia. Gobiernos, oposiciones, organismos electorales y la sociedad civil confían en su trabajo, razón por la cual el programa continúa su desarrollo. 

 Al margen de la discusión política y las controversias interesadas, la observación internacional sigue siendo un mecanismo indispensable en el fortalecimiento de la democracia. Gracias a la confianza de la abrumadora mayoría de los estados miembros, seguimos adelante con nuestra labor de manera seria, técnica y responsable. 

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