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The Economist: Índice de democracia 2021

Francisco Guerrero Aguirre

Francisco Guerrero Aguirre

Punto de equilibrio

La Unidad de Inteligencia del semanario The Economist acaba de publicar el Índice de Democracia 2021, estudio en el cual se evalúa, desde el año 2006, el estado de la democracia a nivel mundial. Como todo análisis independiente, su publicación abre un valioso debate sobre los retos y desafíos que enfrenta la gobernabilidad en el contexto de la pandemia.

El Índice utiliza cinco indicadores: proceso electoral y pluralismo; funcionamiento del gobierno; participación política; cultura política, y libertades civiles. Con base en estos parámetros se establece si los países evaluados poseen una “democracia plena”, una “democracia defectuosa”, un “régimen híbrido” o un “régimen autoritario”.

El informe ha concluido que en 2021, el mundo entero sufrió, durante segundo año consecutivo, un proceso de retroceso democrático. En los tiempos de covid-19, el porcentaje de la población mundial que vive dentro de un régimen democrático disminuyo de 49.4%, en 2020, a 45.7%, en 2021.

De acuerdo con el estudio, en América Latina y el Caribe, sólo 2 países, Uruguay y Costa Rica, viven una “democracia plena”. El grupo de países con “democracias defectuosas” alcanzó un total de 11 países, representando a 59% de la población de la región. Siete naciones son consideradas “regímenes híbridos”, englobando a 30% de la población. Los países con “regímenes autoritarios” creció al alcanzar un total de cuatro países: Venezuela, Cuba, Nicaragua y la reciente incorporación de Haití.

El declive democrático de nuestro continente durante 2021 es el mayor de cualquier región en la historia del índice. Esta tendencia coincide con otras valoraciones y estudios. Esta situación es preocupante y nos invita a redoblar esfuerzos para fortalecer nuestra democracia.

Sin embargo, pese a los retrocesos, como lo demuestra el cumplimiento del calendario electoral durante la pandemia, contamos con una comunidad democrática amplia, dotada de un acervo jurídico y doctrinario común y de un electorado que sigue pensando que, a pesar del desencanto, vale la pena votar.

Es notable que, de acuerdo con The Economist, en la comunidad democrática regional existan sólo dos democracias paradigmáticas: Costa Rica y Uruguay.  Ambas naciones constituirían el “deber ser” o referente para los países de la región. El reto es que todas las naciones equiparen sus prácticas para lograr un espacio continental más cercano a los ideales planteados en la Carta Interamericana.

En los países con democracias defectuosas o regímenes híbridos, debemos mejorar y fortalecer la institucionalidad, con el fin de incrementar su legitimidad y credibilidad frente a la ciudadanía. Al mismo tiempo, debemos seguir denunciando las acciones antidemocráticas de los regímenes autoritarios de la región para que éstas no se multipliquen.

 

BALANCE

Como lo ha señalado Luis Almagro, secretario general de la OEA, la democracia se trabaja permanentemente. No se puede dar por descontada. La lucha es diaria, permanente. Desde la OEA seguiremos trabajando en el fortalecimiento de los organismos electorales, la defensa de la libertad de expresión y  la realización de elecciones libres y justas.

Durante 2022 se renovaran los poderes ejecutivos en Costa Rica, Colombia y Brasil. A través de las Misiones de observación electoral continuaremos nuestra labor, presentando informes técnicos y profesionales que coadyuven a mejorar la calidad de los comicios. La mejor manera de remontar los problemas que enfrentamos es seguir trabajando en los objetivos centrales de la Carta Democrática Interamericana: buenos gobiernos y elecciones libres, transparentes y justas.

 

* Los puntos de vista son a título personal.

No representan la posición de la OEA

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