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Mentiras verdaderas

Fernando Islas

Fernando Islas

No fue nada simpático que Donald Trump llegara al despacho oval hace cuatro años, por lo que todos aquellos que lo padecieron no ven la hora para que se largue de la Casa Blanca. Tipos como el futuro expresidente de nuestro vecino país del norte representan un error (y un horror) geopolítico. Verlo con su pose de patrón que patalea cuando el Congreso le demora el visto bueno de algún nombramiento, escucharlo negar los peligros del covid-19, azuzar a los Proud Boys, conocida organización neofascista, o presenciar la bronca que le echa a los periodistas que hacen preguntas que le incomodan (You know? That´s a very stupid question. But you ask a lot of stupid questions) son escenas que nadie extrañará.

Su camino a la presidencia de Estados Unidos inició con la locura de que México pagaría por el muro de la frontera entre nuestros países y su gestión termina con la falsedad de que hubo fraude en la elección de 2020. Si Trump hubiera echado un billete de 100 dólares en una alcancía por cada mentira que lanzó a micrófonos abiertos durante su administración, a estas alturas se podría comprar un buen Rolex.

En el primer debate entre Joe Biden y Donald Trump, el candidato por el partido demócrata lo expuso claramente: “El hecho es que todo lo que está diciendo hasta ahora es simplemente una mentira. No estoy aquí para exhibir sus mentiras. Todo mundo sabe que es un mentiroso”. Y, sin embargo, Trump obtuvo más de 72 millones de votos.

Sucede que con Trump la política se torna perversa. Bajo ese esquema, expone el historiador Harold James, “se produce una espiral de deshonestidad que hace imposible que el debate sea racional. Con cada mentira engendrando más mentiras, la política normal viene a ser reemplazada por una política de excepción” (El Economista, 3-11-2020). La mentira es un recurso de la humanidad. Trump la usa como sistema. Creó una producción en serie de mentiras verdaderas orientadas a esos 72 millones de ciudadanos estadunidenses que están dispuestos a seguir el sendero de Make America Great Again.

Como sea, a estas alturas hay una sensación de alivio. Joe Biden ganó unas elecciones que tuvieron al resto del planeta en vilo. Expertos de aquí, de allá y de acullá han señalado que las encuestas fallaron estrepitosamente. Según los cálculos, Biden iba a ganar la presidencia de Estados Unidos por un margen considerable. Ni modo. Pudo ser peor. Hace cuatro años las encuestas también fallaron y los opositores de Trump se tragaron el sapo. Hay una frase, atribuida a Mark Twain, que a continuación parafraseo para explicar esos errores de cálculo: “Hay tres tipos de mentiras: las mentiritas, las mentirotas y las encuestas”.

Ahora mismo, aunado al reto que supone recibir la administración de la nación más poderosa del mundo en medio de la pandemia, ya veremos las trabas que en definitiva le pondrá Trump al virtual presidente de Estados Unidos y a su equipo de transición. De ahí la importancia del discurso de Joe Biden, destacado por varios medios, en el sentido de que “llegó la hora de sanar”.

En efecto, Biden y su gabinete estarán dispuestos a curar lo más pronto posible todo aquello que Trump se encargó de acuchillar. En ese contexto, vendrá una vuelta de tuerca en la relación bilateral con México. Gente conocedora y colegas de diversos medios le han cuestionado al presidente Andrés Manuel López Obrador por su resistencia a enviar los parabienes correspondientes al candidato ganador, pero me inclino a pensar que Biden y el equipo de trabajo que habrá de establecer relaciones con México saben perfectamente quién es el líder de la 4T. No les preocupa.

Cuando en agosto de 2016 Donald Trump visitó México en su calidad de candidato republicano a la presidencia de la Unión Americana, fue recibido por el presidente Enrique Peña Nieto como jefe de Estado, reunión ampliamente comentada y criticada. Desde entonces, México se dispuso a colaborar con el mentiroso que despachará en la Casa Blanca hasta los primeros días de enero del año que entra. Pero esos lazos llegaron a su fin.

 

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