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Un churro para Olga

Fernando Belaunzarán

Fernando Belaunzarán

El gesto tiene valor simbólico, lo que no es poca cosa, y también es una elocuente y oportuna acción política. Que una activista en funciones de diputada entregue un cigarro de mariguana a la titular de Gobernación, ya es en sí un mensaje potente contra el prohibicionismo.

Si además quien lo recibe se pronunció por considerar inconstitucional la prohibición de la cannabis, en su previa función de ministro, y en estos momentos se está discutiendo la dictaminación de su iniciativa de regulación, la cual presentó como senadora antes de pedir licencia e irse al gabinete presidencial, es un recordatorio con fuerza mediática a la mayoría legislativa que le es afín y tiene la posibilidad de aprobarla.

Lucía Riojas fue fiel a sí misma al romper las formas acartonadas de la solemnidad y entregarle el churro a Olga Sánchez Cordero, quien lo recibió con una sonrisa empática que no deja de ser valiosa. Por desgracia, el desenlace se mantiene incierto porque todos sabemos que la última palabra depende del gran legislador que despacha en Palacio Nacional, aunque por estrategia política asegure que respeta la independencia del Congreso. Pero no sólo eso, lo que ha sucedido en los últimos años aconseja ser prudente en los pronósticos.

Si la experiencia nos lleva al escepticismo, la frivolidad que muestran algunos actores relevantes confirma la incertidumbre. A pesar de todo el ruido, de que cada vez más voces se suman a la sensata demanda de acabar con el paradigma punitivo y avanzar en una visión que ponga en el centro la salud pública y los derechos humanos, la realidad es que casi no hemos avanzado en el terreno legislativo y lo poco que se ha conseguido ni siquiera está operando después de dos años y medio de aprobado.

Aún no tenemos reglamento de la modesta reforma que reconoció las propiedades médicas y terapéuticas de la cannabis, aunque debió publicarse en diciembre de 2017.
Ni siquiera se ha avanzado con las reglas para la “importación, comercialización y exportación” que establece la ley para el cáñamo que no es sicoactivo y tiene múltiples usos industriales.
Si en unos meses por fin publican el dichoso reglamento será porque la SCJN, con el caso del adolescente Carlos, ordenó al Ejecutivo que cumpliera su responsabilidad con los pacientes y le puso un plazo para hacerlo.

Algo similar ocurre con la regulación para uso personal que algunos llaman “recreativo”. Como resultado de la jurisprudencia, el Congreso debe modificar a más tardar en octubre los artículos 237 y 248 de la Ley General de Salud por ser inconstitucionales, eliminando la prohibición al cultivo, cosecha, procesamiento, almacenamiento, portación y demás actividades que se requieren para que adultos puedan consumir mariguana, si ése es su deseo.
Pero sería un desperdicio que, como lo propuso el senador de Morena, Julio Menchaca, sólo hicieran eso y se desaproveche la oportunidad para regular toda la cadena, siendo que se pueden tomar en cuenta las experiencias de Uruguay, Canadá y una decena de estados en EU que ya lo han hecho.

El gobierno y su mayoría legislativa mandan señales encontradas, no sólo por la evidente contradicción entre la propuesta minimalista ya mencionada del senador Menchaca, presidente de la Comisión de Justicia y encargado de hacer el dictamen, y las de Olga Sánchez Cordero o Mario Delgado, quienes presentaron modelos de regulación pormenorizada.

Aunque el cambio en la política de drogas se incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo, el presidente López Obrador acaba de decir que el tema no está en su agenda. Y cuando éste tuvo el acierto de nombrar director de Conadic a Gady Zabicky, promotor del cambio de paradigma, llamó a estigmatizar a los usuarios, mientras daba a conocer su campaña de prevención de adicciones, hecha al viejo estilo prejuicioso, amarillista y moralizante del prohibicionismo.

Son momentos decisivos y espero que el churro que Lucía entregó a Olga sirva para inclinar la balanza. Y ojalá la mayoría tenga la apertura y el tino de incluir las propuestas de la oposición, como las hechas por Verónica Juárez y Martha Tagle.
Si Morena no es un partido conservador, es buen momento para demostrarlo.

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