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Una, dos, tres por mí

Félix Cortés Camarillo

Félix Cortés Camarillo

Cancionero

Los más seguro es que Felipe Calderón y su señora esposa vayan a fundar —que no a fondear— un nuevo partido político que se llamaría Libre. Don Marko Cortés se hizo de la dirigencia del viejo PAN y en el PRI todavía no se acaban de reagrupar las migajas que de éste quedan. Por ahí andan tratando de rescatar la alcaldía de Monterrey, que si la pierden, ya mejor que apaguen la luz y se vayan. Nadie recuerda más al PRD, ya no digamos a Movimiento Ciudadano o al más corrupto, si se puede, de todos, el Partido del Trabajo.

Si algo le podemos y debemos agradecer al arribo de Andrés Manuel López Obrador al poder es que haya desaparecido, como mago Merlín con su varita mágica, el llamado sistema de partidos.

En el camino se llevó entre las pezuñas a su agrupación política, que no merece el nombre de partido. Morena es una religión que ni siquiera tiene, todavía, templo votivo. El 2 de diciembre, Andrés Manuel dirigirá un mensaje al país desde el púlpito mayor de Palacio Nacional.

Pero antes de su consagración, el nuevo Mesías ya tiene sus estorbos, en la figura de sus aspirantes a la sucesión, un indicio demasiado tempranero para un Mesías que aún no ha sido ungido. Ricardo Monreal no solamente sacudió el avispero con su iniciativa —a título personal— de someter a la banca a una revisión de las comisiones que cobra en México por su operación.

La idea, de suyo, no es perniciosa. Salvo Banorte, de los sucesores del profesor Carlos Hank y del capital regiomontano, los mayores bancos de México son extranjeros. Le reportan sus operaciones, decisiones y, sobre todo, ganancias a sus casas matrices: Santander y BBVA a España. HSBC, como sus siglas indican,  a Hong Kong, Shanghái y Londres. Todos los reportes de estas instituciones dejan ver que en México es donde sus sucursales ganan la mayor tajada de sus beneficios, porque aquí es donde cobran más caros sus servicios.

Pero en el modo está la esencia. Forma es fondo. La intempestiva iniciativa de Monreal no fue precedida, hasta donde sabemos, de una consulta, de una negociación, de un acuerdo.

Según la presidenta de eso que se llama partido político, Morena, fue una ocurrencia de Monreal; un “bomberazo”, le llamó. Tuvo que acudir el presidente electo, López Obrador, a decir que no habrá modificación al régimen fiscal, financiero o fiduciario en nuestro país en los tres primeros años de su ejercicio. Aunque dejó implícito que después del tercer año sí lo puede haber, el pronunciamiento medio tranquilizó a los mercados, pero no del todo.

Mucho menos lo hizo la declaración de independencia de Monreal: a mí no me regaña nadie.

Morena no es un partido político, dije arriba; es una secta religiosa, un líder al que se le debe obediencia. Si el líder de sus senadores no va a seguir estas reglas, ya uno no sabe en quién creer. Ésta es la desbandada total. Una, dos, tres por mí.

 

PILÓN.- Alguna autoridad de barrio de Los Ángeles, California, mandó quitar  una estatua de Cristóbal Colón que estaba por ahí del centro de la ciudad. No era un destacado monumento, si acaso, una efigie en metal de tamaño natural con su túnica y bonete. El asunto es que, aparejado al retiro del monumento, se decretó que el 12 de octubre ya no es para nada el Día de la Raza en Los Ángeles. Ahora será el día de los aborígenes americanos.

Hasta ahora, en la mayor parte de su país, los gringos habían celebrado, en el fin de semana alrededor del 12 de octubre, el Día de la Hispanidad. Pero ahora ni eso.

Lo que me llama la atención es el argumento pueril de las autoridades californianas: se trata de que el descubrimiento de América marcó el inicio del primer genocidio registrado y eso no se puede tolerar.

Suponiendo, del verbo supositorio, que el navegante genovés, que no sabía a dónde iba ni con qué se iba a encontrar, hubiese favorecido al exterminio de los nativos de lo que luego se iba a llamar América, los menos indicados para calificar de genocidio la conquista de su continente son los estadunidenses. Si hubo vocación de mestizaje fue de los españoles, de manera especial en México y en cierta medida en Perú. El exterminio de los locales en Argentina y Chile fue notable. Los que no tienen abuela son los colonizadores del norte. Solamente dejaron indios para las reservaciones que ahora tienen casinos que dejan buenas ganancias.

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