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Lápidas

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

Mucho odio y soberbia, poca preparación. El primer año se les concedió cierta licencia. Y así nos fue. Había la esperanza de que aprendieran, de que enmendaran errores. Pero ya estamos en el tercer año, la desesperanza anida. No corrigen. Hay muchas lápidas en el camino.

La brutal caída económica, 8.5%, disparó la pobreza; 44.5% de los mexicanos no tiene para la canasta básica. El empleo formal se arrastra con lentitud, el informal galopa. Casi dos millones de desempleados recurren a sus afores y sacan más de 20,000 mdp. La recuperación, 0.9% en noviembre, es de una debilidad que alarma. Hay entidades, BCS y Quintana Roo, cuyas economías caen más del 40%. La industria turística se desploma. Los cierres de restaurantes se cuentan por miles. Pero las múltiples amenazas, (outsourcing, destrucción del mercado de energías limpias, limitaciones a las redes sociales, etc.) continúan. Las inversiones pública y privada se contraen más del 33%. Esto va mucho más allá de la pandemia y su impacto económico. La verdadera crisis mexicana nace de la obstinación y la incompetencia.

Están dispuestos a que la población enferme cancelando vacunaciones obligatorias y abasto de medicamentos, para invertir en Pemex y CFE, barriles sin fondo. Algo está torcido en su entraña. Primero los fierros, no los seres humanos. Impunidad/Cero ha documentado —“Operación desabasto”— cómo el vaciamiento de medicinas no fue un tropiezo, sino una estrategia articulada desde la Federación. Es patológico: mujeres, niños, mexicanos enfermos y muertos por la negligencia ante la pandemia por covid; desempleados y hambrientos. Salgado Macedonio es ya otra lápida. Además, no se le ve fin, Pemex está ahogado en deudas y combustóleo que inyecta a CFE. Las consecuencias en la salud de los mexicanos ya las estamos sufriendo. Sus refinerías producen sólo el 38% de gasolinas, el resto es combustóleo, un energético condenado en el mundo. CFE requeriría dos billones en la próxima década. No los tenemos. Pero ahora quién querrá invertir en un país que ya es visto como el edén de la barbarie. La Inversión Extranjera Directa, excelente termómetro de la confianza en un país, se desploma.

Pero la marcha de la locura mexicana, recordando a Tuchman, sigue. Aun rodeados de lápidas, la 4T impulsa una nueva reglamentación de la industria eléctrica —es el segundo intento—, que ratifica su obcecación y negación del mundo, de las energías limpias. La CRE atasca los permisos. El consumidor, la actividad industrial y comercial pagarían la necedad en sus tarifas eléctricas. Muy probablemente la SCJN la eche atrás, pero el tropiezo nacional será mayúsculo. Perderemos tiempo, que es vida. Eso sí, a inventar demonios y decir mentiras. CFE y Pemex reciben nueve veces más dinero que todos los órganos autónomos que, además, están amparados en el T-MEC. Otro fiasco.

¿Qué batalla piensan ganar? Sin confianza de los inversionistas nacionales e internacionales, no habrá crecimiento. La política monetaria de Banxico está al límite, pero no puede compensar el ambiente de incertidumbre y miedo. Con tasas de interés real rozando el cero y la barbarie gubernamental desnuda ante el mundo, las posibilidades de una estampida que arrastre el peso se incrementan. Allí no está la solución. La violencia no desciende y la corrupción aumenta: las asignaciones directas son de nuevo las reinas y los escándalos rodean a la 4T: 67,000 mdp sin justificación. La percepción empeora.

La batalla de la injusticia la tienen perdida: el Índice de Gini se disparó; hay millones de niños y jóvenes —2.6 millones— que se han alejado del aparato educativo. Las consecuencias de la no vacunación explotarán. Negaron la pandemia, el Presidente y una decena de colaboradores enfermaron. Compraron tardíamente las vacunas y, por ende, saldremos muy lentamente. El desastre ya es historia.

Otra lápida: de acuerdo a la ASF, con el NAICM enterraron más de 330 mil mdp. Pero ni las lápidas, más de 180 mil muertes oficiales, los sacuden.

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