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La estela del destructor

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

Acéfalo. No es preciso. Hay cabeza legítima, hoy muy cuestionada. La razón: de esa cabeza manan ideas de destrucción. Es algo nuevo, una destructocracia.
   No cree en el Estado, luego a destruirlo. Residencia Oficial, EMP, carros, aviones, los símbolos. Ignora que el Estado es mucho más y que alguien lo debe encarnar. Todos los jefes de Estado, Papa incluido, necesitan de protección. Pero él no pertenece a este mundo, he allí la diferencia. El “pueblo bueno” lo cuidará. ¿También en Culiacán? Él puede con todo y solo. No quiere aceptar las reglas esenciales del estado y ser un hombre de Estado. Es lo contrario, es el anticristo del Estado. Culiacán no lo detuvo, se fue a Oaxaca a jugar al Presidente. Muertos, heridos, la ciudad tomada y él en un vuelo comercial, incomunicado, jugando al Presidente. El Estado lo necesitaba y no estuvo allí. Nuevo ridículo frente a la prensa nacional e internacional, algo ya casi cotidiano. La burla hacia México y él se generaliza y lleva menos de un año. Hiere al Estado. Incompetencia, pero sobre todo ignorancia de los cánones inexorables del Estado. Primero, van sus caprichos, su jueguito.
    Podría tener un avión como el de Evo Morales, funcional, adecuado. La Fuerza Aérea cuenta con esos equipos que hoy esperan su remate. Y llega de nuevo el ridículo: no fue operativo, dice el secretario en improvisación total, sí lo fue, desmiente el jefe. La prensa internacional se mofa, ¿cuánto le cuesta a México en inversiones y empleo la imagen de país bananero? Un Estado fuerte y serio no tiene precio, es la mejor garantía. ¿Operativo?, cómo es posible que las FA y Guardia Nacional no midieran sus riesgos, su desventaja. Extraña en las FA, que tienen gran experiencia y un aparato de inteligencia. Fue impericia y peor aún, imprudencia que puso en jaque a la población, a los militares y al Estado.
     Pero el destructor no cree en la inteligencia, como si fuera cuestión de fe. Puro espionaje, dice en su ignorancia. Felipe González, que algo sabe de gobernar, lo sentenció para México: más inteligencia, menos violencia. Pero el destructor en semanas terminó con el CISEN, que llevó décadas construir. Sin inteligencia desoye consejos porque los de su clase moral -es clasista-, él se considera un aristócrata de la moral, no necesitan consejos. En términos éticos es Hiperión: vuela por arriba de todos, militares, profesionistas, científicos. No entiende de ciencia, de economía, ni de leyes, ni de estrategias militares, ni de aeropuertos, para qué, si el arquitecto de la destructocracia es, en esencia, superior a todos. Él lee su propia biblia. Pero los cánones religiosos y el Estado no empatan. Resultado: desprecio y destrucción de lo terrenal.
     Las FA hicieron su trabajo, expusieron sus vidas, las de sus familias, protegieron a civiles, desbloquearon la ciudad y ya con la presa, en plena refriega, viene la contraorden, suéltenlo. Ellos tomaron la decisión, dice el verdadero responsable, la respaldé. ¿Quién manda? Pero hay un Código Penal Federal y su artículo 150 establece las responsabilidades de quien facilite la evasión de algún detenido por delitos contra la salud. No es discrecional. Y ahora, quién sí y quién no. Peor aún: amenacen y recibirán premio, tal el perverso incentivo. El prestigio de las FA surge de su profesionalismo y entrega que ya son historia. Hoy los exponen a la humillación. Nada de triunfo. Fue una derrota, operativa y moral, que duele al país. Por imprudencia se entregó la plaza. No más muertos, pero todos perdimos perdonando a una banda de asesinos. El Estado está zaherido. Cómo recuperar Culiacán, -¿con programas sociales?- cuál será la próxima ciudad. Horas después, los narcos bendicen al señor Presidente.
     La economía naufraga, la violencia escala. Las instituciones están amenazadas, además Bonilla. Muertos, heridos, desempleados, enfermos sin atención, descrédito mundial, nada es casual, es la estela del destructor.

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