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Esenciales

Fabiola Guarneros Saavedra

Fabiola Guarneros Saavedra

Mensaje directo

¿Dónde quedó la solidaridad mexicana? ¿Cuándo se perdió el respeto por el personal médico y de enfermería? ¿En qué momento se dejó de sentir empatía por los más vulnerables, como los trabajadores de limpieza de hospitales? ¿Por qué se cambiaron los deseos de pronta recuperación por las agresiones e insultos a enfermos y familiares?

La pandemia del coronavirus no sólo ha expuesto la crisis en los sistemas de salud y la fragilidad de la economía mundial, también ha evidenciado a los gobiernos que abandonaron a sus trabajadores de la salud, porque los enviaron al frente de batalla sin los insumos necesarios, y también ha mostrado el rostro mezquino de algunos miembros de la sociedad que despide a sus empleados o que ataca al personal médico y a enfermos, que simplemente no se queda en casa o no atiende las medidas de protección sanitaria.

No exagero. El miércoles pasado, la representación de la ONU en México condenó el comportamiento de la sociedad y autoridades porque no han sabido proteger a uno de los rostros del sector esencial:

“El Sistema de Naciones Unidas en México lamenta y condena las agresiones hacia el personal de salud y cualquier expresión de odio, intolerancia, estigmatización y discriminación en contra de quienes hoy están en la primera línea de respuesta a la pandemia. El valor y compromiso de quienes no dudan en ponerse en riesgo las 24 horas del día merece nuestro respeto y más grande admiración”.

Y es que se incrementaron las quejas ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) porque hubo mexicanos que intentaron prohibir el uso del transporte al personal de salud, porque les impidieron la entrada en supermercados, porque los agredieron física y verbalmente; y a las personas diagnosticadas, que guardan cuarentena en su casa, las señalaron como apestadas, les rociaron cloro.

De acuerdo con un reporte del Conapred —publicado por mi compañera Laura Toribio— entre el 6 y 9 de abril las denuncias por actos de discriminación pasaron de 32 a 76. Al 16 de abril, las quejas ya sumaban 140 y 35 de éstas fueron puestas por personal del sector salud.

El fenómeno discriminatorio ya se extendió a 22 entidades del país. La Ciudad de México encabeza el número de quejas, le sigue el Estado de México, Nuevo León, Guanajuato, Jalisco, Puebla, Aguascalientes, Querétaro, Morelos, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Baja California Sur, Campeche, Colima, Coahuila, Durango, Michoacán, Oaxaca, San Luis Potosí, Sinaloa y Sonora (Excélsior, 11/04/20).

Las quejas más recurrentes recibidas por Conapred son por insultos, burlas, amenazas, golpes, maltratos y hostigamiento vecinal; por impedir el acceso a la salud, a servicios o alimentos a las personas diagnosticadas, y por intentos de destrucción de instalaciones médicas para evitar la atención a pacientes diagnosticados con COVID-19.

Hay otro rostro no reconocido en una gaceta oficial, pero que también es esencial para salir librados de la pandemia. Se trata de las mujeres, la mayoría de ellas son los pilares de los hogares mexicanos. Son madres, esposas, maestras, empleadas, profesionistas, empresarias, jefas de familia, amas de casa y responsables de llevar el sustento económico o administrarlo.

¿Quién está pendiente de ellas? ¿Quién las protege de las agresiones físicas, emocionales o sexuales de la pareja, del padre o del hijo? Hay un aumento del 60% de las llamadas por violencia de género y las peticiones de asilo subieron 30%, según la Red Nacional de Refugios. La Fiscalía General de Justicia reportó un incremento de 7.2% de los detenidos por violencia familiar.

Por ejemplo, en marzo, primer mes del Quédate en casa, se registraron 115 mil 614 llamadas de emergencia a nivel nacional relacionadas con incidentes como violencia contra la mujer, abuso sexual, acoso sexual, violación, violencia de pareja y violencia familiar. De acuerdo con la nota que hoy publica mi compañero Andrés Mendoza, esto significa que, en promedio, cada día del mes pasado, tres mil 729 mujeres –155 por hora– pidieron auxilio al verse involucradas en una situación de violencia, de acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Línea Mujeres, de Locatel, que atiende llamadas de ayuda en la Ciudad de México y Estado de México, reportó que en el periodo enero-abril recibió mil 300 llamadas de auxilio, de las cuales 460 se hicieron en marzo y correspondieron a violencia familiar.

El Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México reportó que de febrero a marzo pasados, creció 32% el número de llamadas que recibieron con denuncias por violencia familiar.

Otro dato que nos da ONU: En México, la participación de las mujeres en labores de enfermería es de 79% y del 39% en el médico. “Es central garantizar su seguridad y las condiciones para que puedan desarrollar su trabajo, así como incluir la perspectiva de género en las medidas de prevención, respuesta y recuperación de toda la población”.

La amenaza es el virus, no la gente.


 DM

Los olvidados. Las periodistas Bárbara Anderson y Katia D’Artigues se pusieron a investigar cuáles son los protocolos para atender a personas con discapacidad en caso de presentar síntomas de CODIV-19, y cuáles son las clínicas y hospitales en el país preparados para recibir a esos pacientes que necesitarán apoyos adicionales. Encontraron que la Secretaría de Salud apenas enlista las unidades que pueden atenderlos (Yotambién.mx). ¿Sabrán las autoridades cuántas personas mueren por COVID-19 y tienen discapacidad? En Tabasco murió una niña con síndrome de Down y hay otro caso en Sinaloa con discapacidad intelectual, por ejemplo.

Para las autoridades educativas, los niños, niñas y adolescentes con discapacidad no necesitan aprender en casa, pues las plataformas por internet o televisión no incluyeron contenidos con adecuaciones curriculares ni en los formatos adecuados para las discapacidades visual, auditiva o intelectual.

La educación de estos menores también es esencial. El virus no discrimina, pero el impacto sí.

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