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En Polonia, reunión multinacional contra Irán

Esther Shabot

Esther Shabot

Catalejo

 

El hecho es que Estados Unidos, principal promotor de dicho evento, tuvo como objetivo primordial al convocarlo consolidar su política respecto a Irán, es decir, conseguir un apoyo más firme del mundo árabe sunnita y de otros actores internacionales, a su decisión de sancionar y aislar a Teherán, luego de que, hace casi un año, el presidente Donald Trump rompiera el acuerdo del Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido, Francia y Alemania), gestado durante la administración de Barack Obama.

El gran interés de Estados Unidos en esta reunión quedó de manifiesto con el alto rango diplomático y político de sus enviados: el vicepresidente, Mike Pence, el secretario de Estado, Mike Pompeo, el yerno de Trump, Jared Kushner, y el enviado especial norteamericano para Oriente Medio, Jason Greenblatt.

Las listas de asistentes y de ausentes mostraron sin duda su lógica. Por supuesto no estuvieron presentes Irán, Rusia, China y Turquía, quienes forman parte del bando contrario. Como tampoco llegó una delegación palestina en la medida en que el gobierno de la Autoridad Nacional Palestina, encabezado por Mahmoud Abbas, ha determinado romper todo contacto con la Casa Blanca a partir de las políticas de Trump de abandono de la causa palestina mostrado a través del corte de las ayudas a los refugiados palestinos, del traspaso de su embajada a Jerusalén y de la clausura de la representación diplomática palestina en Washington.

Por el contrario, muy en sincronía con Estados Unidos, estuvieron ahí, desde el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hasta altos representantes de los gobiernos de Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Bahrein, Omán y Jordania. Este conglomerado de países árabes sunnitas constituye, hoy por hoy, junto con Israel, un sólido bloque regional anti–iraní, aun cuando en cada caso el matiz de los resquemores particulares respecto a la República Islámica sea distinto. En cuanto a los europeos, fue revelador que tanto Gran Bretaña como Francia y Alemania enviaron, al parecer a regañadientes, representantes de nivel diplomático inferior. Como es sabido, estos tres países han estado en total desacuerdo con la salida de Estados Unidos del tratado G5+1, y mantienen con convicción férrea la postura de que es más peligroso y menos controlable un Irán sometido a sanciones y sin vigilancia sobre sus actividades de desarrollo nuclear, que la situación que prevalecía antes de la ruptura de Washington de los compromisos sellados bajo el acuerdo.  De hecho, ellos se han mantenido apegados a éste a pesar de las amenazas de sufrir sanciones secundarias de parte de Estados Unidos, sanciones que tratan de burlar a través de maniobras financieras diversas.

Por otra parte, resulta curioso que Polonia, una nación que nada o muy poco tiene que ver con el asunto iraní, haya sido la sede para esta reunión. Al parecer, la hospitalidad polaca tuvo como intención reforzar lazos con el gobierno de Trump y mandarle así el mensaje a Moscú de que Polonia y la potencia norteamericana son ya aliados firmes, por lo que más le vale a Putin abandonar sus ambiciones de resucitar la hegemonía rusa sobre Europa Oriental propia de la era soviética. De hecho, el gobierno polaco, encabezado hoy por Andrzej Duda, tiene la esperanza de que Estados Unidos construya una base militar en su territorio que refuerce la plataforma de misiles balísticos norteamericanos ya asentada en suelo polaco.

Parece poco probable que de esta reunión internacional salgan decisiones cruciales que de algún modo modifiquen el curso que ya llevaba el tema de la relación del mundo con Irán. Si acaso, para lo que ha servido, es para revelar con más claridad aún, quiénes están con quién y cuáles son las alianzas nuevas que se han estado gestando a partir del viraje en política exterior dado por la administración de Trump. En el esquema hoy prevaleciente, una de las más llamativas realidades es el distanciamiento cada vez mayor entre Washington y las potencias europeas, quienes habían formado parte de un mismo bloque solidario en el último medio siglo. El contrastante abordaje de la cuestión iraní, representa por cierto, tan solo uno de los muchos desacuerdos que hoy ensombrecen la relación entre ellos.

 

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