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Venezuela: hoy como hace 61 años

Enrique Villarreal Ramos

Enrique Villarreal Ramos

Contrapunto político

Las marchas masivas contra el dictador Nicolás Maduro hacen recordar que un 23 de enero (el mismo día que Juan Guaidó fue proclamado presidente interino de Venezuela), pero de 1958, un golpe de Estado (también en el marco de protestas multitudinarias) derrocó al general Marco Pérez Jiménez, quien había llegado al poder por la vía golpista, y gobernaba tiránicamente al país andino desde 1953.

En los años 50, América Latina sufrió un ciclo dictatorial que se prolongó hasta finales de los ochenta. Comenzaba la Guerra Fría, y la bipolaridad entre las grandes potencias se tradujo en la región en la promoción o respaldo de Estados Unidos a regímenes dictatoriales o conservadores, que fueran fáciles de manejar, defendieran el statu quo, impidieran reformas progresistas y frenaran la influencia soviética y del comunismo, lo que incluyó una agresiva política de contrainsurgencia que contempló el derribamiento de gobernantes que fueran contrarios a sus intereses (por ejemplo, Árbenz en Guatemala, 1954). Así, en los cincuenta florecieron déspotas, algunos que ya tiranizaban desde los treinta, como los Somoza en Nicaragua (1937-79) y Rafael Leónidas Trujillo en República Dominicana (1930-61), otros que llegaron para quedarse largos años, Alfredo Stroessner en Paraguay (1954-89) y los hermanos Castro en Cuba (1959-2018), y aquellos de corta duración, Fulgencio Batista (1952-59), derrocado por la revolución castrista), Gustavo Rojas Pinilla en Colombia (1953-57), la “revolución fusiladora” en Argentina” (los generales Lonardi y Aramburu, 1955-58), y el citado Pérez Jiménez. En general, los militares fueron los protagonistas de estos regímenes, y destacaron por su autoritarismo, corrupción y represión, y representaron atraso político (pese a su retórica nacionalista, reformadora o revolucionaria). En algunos casos, estos tiranos les regresaron el poder a civiles, pero en otros, prepararon el terreno para dictaduras de corte fascista.

En relación con el caso venezolano, Pérez Jiménez se destacó por su carrera golpista (entre los presidentes que derribó estuvo el escritor Rómulo Gallegos, en el 48), y cuyo ascenso al poder intentó legitimar mediante elecciones fraudulentas (como Maduro en 2013). Al igual que los chavistas, Pérez Jiménez aprobó una nueva Constitución y le cambió el nombre a la nación (ahora se llamaría República de Venezuela), y se benefició de un auge petrolero (como Hugo Chávez a principios de este siglo) que le permitió realizar una vasta obra de infraestructura, de gran envergadura, que contribuyó de forma importante a la urbanización, la industrialización y la modernización nacional. Esta bonanza motivó al tachirense a convocar a un plebiscito para buscar su reelección para el periodo 58-63, lo cual, según el gobierno, obtuvo el apoyo popular… Sin embargo, de la misma forma que Maduro, Pérez Jiménez sobresalió por la dura represión contra los opositores: ilegalizó partidos, multiplicó los presos políticos, persiguió, torturó, asesinó o exilió disidentes, críticos, estudiantes, y a todos aquellos que protestaban contra su gobierno. Fortaleció a las fuerzas armadas, sin llegar al extremo militarista del chavismo, aunque la inconformidad dentro de aquellas, junto a las masivas protestas y paros, provocaron su caída y exilio.

Con todo este carácter dictatorial, Pérez Jiménez legó una obra modernizadora nacionalista, en cambio el chavismo deja sumida a Venezuela en la peor crisis de su historia. Si bien el final de Maduro es inminente, su país tardará varias generaciones en recuperarse de la catástrofe que provocó.

 

ENTRETELONES 

La CNTE lucra con la 4T.

           Twitter: @evillarrealr

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