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La educación no es mercancía

Enrique Del Val Blanco

Enrique Del Val Blanco

Rubicón

En este mes se han celebrado dos reuniones muy importantes para la educación superior, ambas en la emblemática ciudad de Córdoba, Argentina, en ocasión del festejo de la gesta estudiantil que en 1918 logró por primera vez la autonomía en América Latina.

La primera fue convocada por el Instituto de la Educación Superior para América Latina y el Caribe (IESALC), dependiente de la Unesco, titulada III Conferencia Regional de Educación Superior, con la asistencia de más de 5,000 personas, desde ministros, rectores, académicos hasta estudiantes y trabajadores.

Entre los puntos importantes a destacar reflejados en su Declaración se encuentran los siguientes: con lo convulsa que está la región, es necesario luchar por un cambio radical, por una sociedad más justa, democrática, igualitaria y sustentable, haciéndose eco de los estudiantes reformistas de hace 100 años, quienes proclamaron que “los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan”. No pueden ser olvidados porque los dolores de la pobreza, la desigualdad, la marginación, la injusticia y la violencia social están a la orden del día en la mayoría de nuestra región.

Esta tercera Conferencia insiste y refrenda los acuerdos de años pasados celebrados en La Habana, París y Cartagena, en donde se reafirma el postulado de que “la educación superior es un bien público social, un derecho humano y universal, un deber de los Estados el financiarlo”. Este postulado es uno de los fundamentales que deben guiar el desarrollo de la educación en nuestros países.

Asimismo, se conminó a los Estados a ser más eficientes en la regulación de la oferta extranjera, ya que en muchas de nuestras naciones ha profundizado la transnacionalización y la visión mercantilizada de la educación superior, cercenando en muchos casos el efectivo derecho social a la educación. La declaración llama a revertir esta tendencia, para lo cual los Estados nacionales deben establecer rigurosos sistemas de regulación de la educación superior y de otros niveles del sistema educativo.

Piden a los gobiernos no firmar tratados de libre comercio con otros países que impliquen concebir a la educación como un servicio lucrativo. En resumen y con sus palabras, la Declaración de Córdoba dice: “La educación no es una mercancía”. No se podría estar más de acuerdo.

La otra reunión se celebró en los recintos de la Universidad de Córdoba, en donde uno de los actos centrales fue una mesa redonda en la que intervinieron los rectores de Buenos Aires, Sao Paulo, Salamanca, Complutense y de la UNAM.

El rector Graue hizo un recuento de cómo se encontraba nuestro país en 1918, mencionando que salíamos de un largo periodo de autocracia gubernamental en donde la injerencia del Estado y las fuerzas conservadoras en los asuntos universitarios tenían a la educación superior al servicio de intereses políticos y religiosos.

También reconoció que el impacto de la lucha de Córdoba se extendió por todo el continente, destacando la lucha de los estudiantes de San Marcos en Perú en 1919 y en la Habana en 1922, y señaló que en nuestro país, la UNAM alcanzó su autonomía en el año de 1929, aunque hubo otras universidades que la lograron antes.

Aprovechó para recordar el año de 1968, mencionando que fue de luto en la historia de la autonomía universitaria en nuestro país, pues éramos gobernados por un partido hegemónico y vivíamos un régimen autoritario, indicando que a ese año lo escogió la historia para que las
juventudes enfrentaran la falta de libertades en muchas partes del mundo.

Gracias a las luchas de miles de estudiantes se logró que en 1980 la autonomía de las universidades públicas se elevara a rango constitucional y ha permitido a la UNAM crecer como una universidad laica y popular, con un objetivo central, que es formar jóvenes que crezcan en un mundo tolerante, diverso y sustentable.

El rector finalizó su intervención señalando que “la historia de la autonomía latinoamericana es, pues, la historia de las universidades frente a los Estados, frente a sí mismas y frente a la sociedad en la que están arraigadas”.

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