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Sobre la propuesta de seguridad de AMLO

Columnista Invitado Nacional

Columnista Invitado Nacional

Ricardo Alexander M.*
 

El miércoles pasado, 14 de noviembre, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador y su equipo en materia de seguridad presentaron el Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024, el cual será la guía para la administración entrante.

A manera de resumen, los puntos destacados de este plan son: la creación de una Guardia Nacional con funciones de seguridad pública y combate a la delincuencia organizada, la elaboración de una Constitución Moral —para el “bienestar del alma”, según dijo el futuro mandatario—, abrir el debate sobre legalización de las drogas, erradicar la corrupción y pobreza, la disminución de penas a delincuentes y una posible amnistía, así como incorporar mecanismos de prevención, incluyendo garantizar educación y salud.

Sobre ello, vale la pena hacer algunas reflexiones. En primer lugar, llama la atención que AMLO, durante 12 años, ha sido muy crítico con que las Fuerzas Armadas estén en las calles, principalmente por las implicaciones que esto tiene en violaciones a derechos humanos, sin embargo, ahora busca legitimar las labores de seguridad de una Guardia Nacional, subordinada a la Sedena, que incorpore a policías militares, navales y federales. Incluso se busca incluir este “nuevo” cuerpo de seguridad en la Constitución, para evitar que su creación sea declarada inconstitucional por la Suprema Corte, como ocurrió con la Ley de Seguridad Interior.

Como en todos los sexenios, se trata de encontrar el hilo negro sin utilizar lo que ya existe. Durante la administración de Felipe Calderón, después de miles de millones de pesos invertidos, y con el objeto de sacar a las Fuerzas Armadas de las calles, se creó la Policía Federal; después, el presidente Peña Nieto quiso crear su propia fuerza policial, la Gendarmería, la cual finalmente quedó adscrita a la Policía Federal, en gran parte con los elementos con los que ya contaba, y se dejó de invertir en lo que ya existía; ya conocemos los resultados. Ahora, el Presidente electo quiere crear una Guardia Nacional, que incorpore a las fuerzas armadas que ya existen y que actualmente trabajan coordinadas. Según parece, cada presidente quiere tener su propia organización, ya sea que funcione o no.

En segundo lugar, en los foros sobre la Pacificación del País y Reconciliación Nacional, las víctimas rechazaron tajantemente cualquier elemento de perdón o amnistía para delincuentes, lo que expresaron directa y claramente al Presidente electo y a su equipo, exigiendo más bien justicia, sin embargo, el plan enuncia la disminución de sentencias y la amnistía como temas necesarios para la “pacificación del país”, lo que hace pensar que los foros fueron una simulación.

Y tercero, las propuestas del plan no son innovadoras; apostarles a la prevención y a la recomposición del tejido social (que sirve, pero toma tiempo), usar a las mismas fuerzas federales que hoy hacen el trabajo, hablar sobre la legalización de las drogas y dividir al territorio nacional en 266 sectores, igual que lo hizo Mondragón y Kalb en la Ciudad de México, en el gobierno de Marcelo Ebrard, no es nada nuevo; basta ver cómo se ha recrudecido la violencia para saber si estas estrategias funcionan.

Desgraciadamente, parece poco probable que el plan presentado tenga resultados significativos en el corto, mediano o largo plazo. Como se escribió en esta columna el pasado 11 de agosto (El tema es seguridad), todo indica que la violencia e inseguridad se sigue percibiendo exactamente igual que hace 12 años. El plan no incluye nada nuevo ni contundente; por el contrario, la creación de la Guardia Nacional parece un retroceso.

Muchos expertos han dicho que se debe invertir en recursos humanos y materiales de las policías locales, así como en la consolidación de la Policía Federal, a fin de lograr, eventualmente, sacar a las Fuerzas Armadas de las calles. Llama la atención que este elemento no haya sido el eje central del Plan Nacional de Paz y Seguridad del gobierno entrante, no obstante, se esté creando la súper Secretaría de Seguridad Pública, que dirigirá Alfonso Durazo, pero que, según parece, no tendrá la batuta en el combate al crimen organizado.

 

*Maestro en Administración Pública por la Universidad de Harvard y profesor en la Universidad Panamericana.

Twitter: @ralexandermp

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