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Qué hacer con el sargazo

Columnista Invitado Nacional

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Según la más reciente estimación de la Red de Monitoreo de Sargazo Cancún, el arribo de la macroalga, que está causando estragos en las costas del Caribe mexicano, totalizará este año entre 800 mil y un millón de toneladas, es decir de dos mil 200 a dos mil 800 toneladas diarias en promedio. Esto equivale a todos los residuos orgánicos que genera diariamente la zona metropolitana de Monterrey.

La Semar informó que destinará 52 millones de pesos para construir con tecnología propia cuatro barcazas especiales, conocidas como sargaceras, que eliminarán la macroalga del océano e, incluso, tendrán la capacidad de empacarla. Esta acción es muy loable porque impedirá que una proporción del sargazo se acumule en las costas, pero, lamentablemente no evitará la descomposición de la macroalga y sus sabidas afectaciones ambientales, turísticas, paisajísticas, sanitarias y pesqueras que ocurren a lo largo de casi mil kilómetros de playa.

Se están haciendo incontables esfuerzos para recolectar el sargazo y removerlo de las playas. Sin embargo, la gran mayoría se entierra en la propia playa, lleva a la selva o traslada, en el mejor de los casos, a rellenos sanitarios, para que ocurra allí su descomposición y, aparentemente, no se afecte a la población y a los turistas. Disponer del sargazo de esta manera potenciará la contaminación ambiental y sanitaria porque los lixiviados irremediablemente alcanzarán el suelo y los cuerpos de agua aledaños a estos sitios de disposición, además de que devolverán los nutrientes a las corrientes marinas, incrementando mucho más el crecimiento de la macroalga. El problema del sargazo no desaparece cuando se le recoge. Si no se trata adecuadamente, simplemente se transfiere y magnifica el problema en otro sitio.

Los expertos opinan que las llegadas masivas de sargazo se volverán continuas. Necesitamos medidas efectivas para valorizar este residuo y neutralizarlo para evitar que impacte negativamente en la salud, los ecosistemas, el turismo, las comunidades y la economía.

Se habla de que el sargazo tiene el potencial de ser procesado y transformado en productos útiles en las industrias cosmética, farmacéutica, agrícola y alimentaria, y que hay empresas nacionales y extranjeras interesadas en lograr el aprovechamiento de esta macroalga; por ejemplo, el investigador Gustavo Hernández, del Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas (Cicimar), ubicado en La Paz, Baja California Sur, ha fundado una planta piloto para la producción de alginato, un polisacárido muy valorado en la industria alimentaria que permite prolongar la vida útil de diversos productos perecederos.

La especialista Candelaria Isabel Pérez Martín, encargada del Laboratorio de Morfofisiología del Banco de Germoplasma del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), ha comprobado que el sargazo puede ser usado como sustrato en cultivos hidropónicos y como abono para plantas, por sus atractivos contenidos de nitrógeno, potasio y fósforo.

El sargazo también tiene un amplio potencial de ser convertido en biogás o biodiésel. Científicos de la Unidad de Energía Renovable del mismo CICY, mediante una investigación que está en fase experimental, han pretratado sargazo con un hongo logrando incrementar en 30% la generación de biogás, y además están explorando la posibilidad de convertir esa biomasa en bioetanol, que podría emplearse como combustible vehicular. Todas estas experiencias del sargazo convertido en estabilizador alimentario, abono para plantas, biocombustible o bloque constructivo muestran que esta macroalga aporta beneficios tangibles para el medio ambiente, la sociedad y la economía. Todos estos esfuerzos deben continuarse para lograr la máxima valorización y el mínimo impacto sobre los ecosistemas.

El gobierno federal debe prestar mucha atención a las experiencias positivas logradas para favorecer el desarrollo de medidas efectivas que faciliten el escalamiento de las pruebas piloto. Se requieren incentivos apropiados que estimulen la inversión necesaria para tratar y procesar el sargazo, y abandonar la creencia arcaica de que trasladar esta macroalga a otro lado y dejarla a la deriva es la mejor opción para su desaparición.

 

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