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Mujeres y ciencia

Columnista Invitado Nacional

Columnista Invitado Nacional

Por Catalina Monreal

Históricamente, las mujeres han estado relegadas de la educación y mayormente excluidas de participar en la ciencia. El primer gran obstáculo que tuvieron que enfrentar las mujeres interesadas en las actividades científicas fue la falta de apoyo familiar para acceder a la universidad y, una vez egresadas, ser aceptadas en el mercado laboral.

No obstante que la participación de las mujeres en las diferentes licenciaturas se ha incrementado en los años recientes, todavía su nivel de participación es bajo, es decir, la brecha de género en estas áreas se manifiesta desde la universidad.

De acuerdo con la La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) entre 2014 y 2016 solamente el 30 por ciento de las mujeres universitarias eligieron cursar alguna carrera en las áreas de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM).

A nivel internacional, la matrícula de mujeres estudiantes en el área de la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) es de tres por ciento; ciencias naturales, matemáticas y estadísticas alcanza el cinco por ciento, y las ingenierías y construcción el ocho por ciento.

La escasa participación de mujeres en las STEM revela que solamente el 30% de los investigadores son mujeres.

En lo concerniente a la toma de decisiones, las mujeres investigadoras generalmente tienen menos posibilidades de obtener un cargo directivo para encabezar estudios, pero también los recursos para dichos proyectos son escasos, lo que las coloca en desventaja para impulsar proyectos propios y, debido a la brecha salarial, obtienen menores ingresos que los hombres a pesar de tener la misma capacidad y estudios.

En este sentido, es importante destacar los limitados recursos que en México se dedican a la ciencia, tecnología e innovación (CTI), pues equivalen al 0.38% del PIB. Dicha escacez afecta, por supuesto, el desarrollo profesional de las y los investigadores. Los recursos con los que se cuentan deben ser usados de manera transparente (pero también con eficacia para obtener resultados) y con ellos deben verse favorecidas también las investigaciones encabezadas por científicas.

La brecha de género en esta área es enorme; conforme a cifras del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para 2018, 4.4% de estudiantes de ingeniería mecánica eran mujeres, 10.6% en ingeniería eléctrica y electrónica y 11.7% en ingeniería mecánica eléctrica.

En el Instituto de Física de la UNAM, de acuerdo con su director Manuel Torres Labansat, sólo el 20% eran mujeres, entre investigadoras y técnicas académicas, en tanto que en el Instituto de Ciencias Nucleares las mujeres alcanzaron únicamente el 30 por ciento.

En el Sistema Nacional de Investigadores, integrado por 33 mil 343 miembros, únicamente el 38% son mujeres en áreas de ciencia y tecnología. Sin embargo, de acuerdo con la exdirectora del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, Norma Blazquez Graf, conforme se eleva la categoría, la presencia de las mujeres disminuye, pues en el nivel III representan 21.7% y en Física y Ciencias de la Tierra no llegan al 21 por ciento.

Cabe destacar que, de acuerdo con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), este año el conjunto de los investigadores tuvieron un incremento de ocho por ciento respecto a 2019. Ante la necesidad de contar con mayor investigación encabezada indistintamente por mujeres y hombres de ciencia, en el primer semestre de 2020 el Conacyt otorgó 61 mil 689 becas como apoyo para fortalecer el liderazgo científico y tecnológico.

En estos tiempos de emergencia sanitaria, el apoyo del sector científico mexicano también contempla que 2 mil 500 investigadoras e investigadores de los 26 Centros Públicos de Investigación trabajen en conjunto con la Secretaría de Salud para entender el covid-19 y aportar soluciones. Igualmente, están desarrollando el Ecosistema Nacional Informático, el cual contiene mapas de vulnerabilidad de contagio.

Nos enfrentamos al reto de que además de incrementar el presupuesto en ciencia y tecnología, se debe trabajar en la vinculación entre universidades y empresas. Igualmente, debemos resaltar que en el ámbito de la ciencia y la investigación poco se difunde el trabajo realizado y desconocemos quiénes son las mujeres y hombres que dedican todo su tiempo a la creación de nuevo conocimiento.

Y ya tocado el tema, reciban un reconocimiento nuestras investigadoras e investigadores por su apoyo en el combate al covid-19.

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