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Alameda de confianza en Chile

Columnista invitado Global

Columnista invitado Global

 

Por: Alejandro Guerrero Monroy

 

Dice Roberto Ampuero en su Último tango de Salvador Allende que Chile te atrapa y se aferra a ti, impide que tú te liberes de él y te persigue donde quiera que estés con sus crisis, tensiones y recuerdos. Más que un paisaje, Chile es un estado de ánimo. Hoy, el país de América del Sur celebra el triunfo de Gabriel Boric y el estado de ánimo es de optimismo.

En las elecciones presidenciales del pasado domingo se tuvo la más alta participación en la historia democrática de Chile. Acudieron a las urnas 8.3 millones y Boric obtuvo 4.6 millones de sufragios —la mayor cantidad de votos obtenida por un candidato presidencial—. El voto joven y de las mujeres fue clave en su triunfo. El presidente electo fue uno de los dirigentes que encabezó las protestas por una educación de mayor calidad en 2011 y, años después —ya como diputado—, reveló su pragmatismo y su espíritu conciliador frente a las protestas masivas de 2019, al proponer una nueva Constitución que sustituyera a la de 1980. La decisión del legislador permitió la firma de un amplio acuerdo entre todas las fuerzas políticas que permitió convocar a la elección de una Asamblea Constituyente.

Gabriel Boric —de 35 años— representa una generación que no mira al pasado, sino al futuro. Cree en una izquierda libertaria, moderna y democrática, respetuosa de los derechos humanos en cualquier contexto y sin ninguna excusa. Ha condenado la restricción de libertades en Cuba, la represión en Nicaragua y el debilitamiento de las condiciones básicas de la democracia en Venezuela. Es un liderazgo fresco que conoce la complejidad de la política y está convencido de la importancia de la pluralidad y el diálogo para lograr acuerdos.

Los desafíos para el nuevo inquilino de La Moneda no son menores y reclaman una apertura permanente para conciliar numerosas demandas sociales y diversas visiones de país de sectores que lo apoyaron y de otros que no lo hicieron. Boric tendrá un gobierno con minoría parlamentaria y la negociación política tendrá que ser intensa y constante. Su alianza obtuvo 37 diputados de los 155 que integran la Cámara y sólo cuatro de los 50 miembros del Senado.

Por otra parte, en el ámbito económico tendrá el reto de generar condiciones de certidumbre y confianza para la inversión y la creación de empleos. Entre sus propuestas ha dicho que Chile requiere tener una macroeconomía ordenada y que las reformas económicas se realizarán bajo la premisa de “gastos permanentes con ingresos permanentes”. En los primeros días de enero se conocerá quiénes integrarán su equipo económico, quienes deberán plantearse cuáles son las posibilidades y cuáles son los límites.

El tercer desafío será coexistir con una Convención Constituyente e implementar las normas de la naciente Constitución, con lo que ello implica en términos políticos, jurídicos, sociales, administrativos —del aparato público— y de gobernabilidad.

Un aspecto que llama la atención es su giro en la política exterior de Chile. Sus tres ejes son el ambiental —una de sus primeras medidas es subirse de nuevo al Acuerdo de Escazú, el cual es un pacto ambiental latinoamericano para lograr un desarrollo sostenible al 2030; el segundo es mirar al mundo, particularmente a potencias como Estados Unidos y China; y el tercero es una política multilateral basada en los derechos humanos y en el fortalecimiento de la democracia.

Una señal muy positiva es que Boric representa una nueva izquierda latinoamericana respetuosa de las libertades en democracia y de los frenos y contrapesos del poder. “No quiero concentrar todo el poder y espero terminar mi mandato como un presidente con menos poder del que empecé”, ha dicho. Otro mensaje de aliento —hizo mención de ello en el primer discurso tras su triunfo electoral— ha sido su especial atención a las mujeres, a la crisis climática y a los derechos de las personas LGBTQ+.

Chile dio una lección de civilidad democrática. El candidato perdedor reconoció su derrota y deseó lo mejor a Boric. El presidente Piñera conversó con él en cadena nacional, saludó su triunfo y lo felicitó. Se cumplió el ritual democrático de saber ganar y perder, algo no muy común en la historia democrática de América Latina.

“En todas las regiones de Chile se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre y la mujer libre para construir una sociedad mejor”, dijo Allende y lo ha repetido Boric. En el país andino se abre hoy una promisoria alameda de confianza y reconciliación social.

 

* Politólogo, economista e internacionalista. Especialista en temas electorales y latinoamericanos

 

 

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