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Ser o no ser… de nuevo

Clara Scherer

Clara Scherer

En un brillante día nublado se encendió una chispita de esperanza venida desde Enniskillen, pequeño pueblito de no más de 15 mil personas, en Irlanda del Norte, mejor conocido como Perla de Ulster.

Ahí nació, hace 91 años, Margaret Keenan, primera persona en el mundo en recibir la vacuna Pfizer-BionTech contra el covid-19. Antigua empleada de una joyería, con una hija, un hijo y cuatro nietos. La vacunó la enfermera May Parsons, de origen filipino. Han pasado a la historia, con los ojos del mundo entero puestos sobre ellas, en un momento crucial.

El segundo, las coincidencias no existen, fue William Shakespeare, oriundo de Warwickshire, el mismo condado donde creció el autor de obras maestras, Romeo y Julieta, Otelo, Hamlet, entre muchas otras, y en el que pasó su infancia J.R.R. Tolkien, autor de El Hobbit y El Señor de los Anillos. Algo debe tener el ambiente de ese condado que ha producido tan maravillosos escritores y tan valiente anciano (81 años), el cual podría ser personaje de cualquiera de los dos autores. Inmediatamente después del piquete en el brazo, se fue a descansar. Es agotador soportar la emoción de la humanidad entera sobre frágiles hombros.

Seguiremos pendientes de ellos. Queremos saber cómo reaccionará su cuerpo, qué tanto tiempo estarán protegidos, si podrán volver a la vida social, comunitaria, familiar, de abrazos y besos sin problemas, sin mascarilla, sin gel antibacteriano. A brincar charcos y correr veredas. Ser o no ser, como dijera hace siglos Hamlet, abuela, abuelo, madre, padre, cariñosos, generosos.

Andrea Imaginario, especialista en artes, dice: “Esta frase (Ser o no ser) representa la pregunta esencial de la experiencia humana, atribulada frente a las tensiones que se producen entre la voluntad y la realidad, de tal manera que la vida y la muerte se convierten en opciones a considerar”. Tal y como hemos vivido día a día y minuto a minuto por este larguísimo año 2020, a causa de virus tan extraño.

J.R.R. Tolkien afirmó: “La fantasía es, como muchas otras cosas, un derecho legítimo de todo ser humano, pues a través de ella se halla una completa libertad y satisfacción”. Le concedemos toda la razón, pero…. un año es casi demasiado y para peor, habrá que seguir fantaseando por un buen rato en el 2021. Hay que aguantar, ya sabemos “más vale paso que dure y no, trote que canse”.  No comamos ansias, aún falta para que nos toque la dichosa vacuna. 

También dijo: “Donde no falta voluntad siempre hay un camino”. Verdad completa. Para seguir gozando de las alegrías de estar vivos, a ponernos tapabocas, a estar en el mundo virtual e imaginar que estamos en la Tercera Edad del Sol de la Tierra Media y que los hobbits, elfos y Frodo Bolsón son nuestros amigos. Pediríamos sólo que todas fuéramos como Eowyn, esa bella muchacha que acaba con el Rey Brujo, uno de los enemigos más temidos de la historia del mundo, jamás vencido por ningún hombre. Valiente y temible mujer. A cargar baterías, para que cuando salgamos de este encierro, tengamos esos arrestos.

Leyendo sobre Otelo, dicen que “La figura de Otelo, el moro de Venecia, adquirió significado para la medicina y las ciencias de la salud como ejemplo de los celos patológicos, la celotipia, que también se conoce, precisamente, como “síndrome de Otelo”. ¡Uy! ¿A cuantos mexicanos apuntamos en esa lista? No es chiste, es realidad que termina en tragedia, pues como dijo Tolkien “Ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos”. (Lifshitz A. Otelo. Metáfora del diagnóstico erróneo. Med Int Méx. 2017 ene;33(1):1-3.) Eso del diagnóstico erróneo… hum, recuerda algo que nos ha sucedido.

Mejor, volvamos con el extraordinario Shakespeare: “¿Quién podría tolerar tanta opresión, sudando, gimiendo bajo el peso de una vida molesta, si no fuese que el temor de que existe alguna cosa más allá de la muerte (aquel país desconocido de cuyos límites ningún caminante torna) nos embaraza en dudas y nos hace sufrir los males que nos cercan; antes que ir a buscar otros de que no tenemos seguro conocimiento?” (Hamlet: III acto, escena 1). ¡Uf! Lo bueno es que no somos príncipes ni de Dinamarca ni de ningún otro lugar, como Hamlet. No tenemos que soportar tanta opresión, ¿o sí?

 

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