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“Óyeme con los ojos”

Clara Scherer

Clara Scherer

Menos, intentar silenciarlas. Hay que abrir los ojos, prestarles oídos y escuchar con atención a las mujeres. Hay que saber del dolor provocado por la injusticia del abuso, por la prepotencia de la infamia, por el cruel e inhumano afán de aniquilar la integridad de otra. Muy importante es saber que se puede sanar, pero, más trascendente, que se puede evitar. La violencia no es natural, no es biológica y no es normal.

Un año más conmemorando el asesinato atroz de tres hermanas valientes, dominicanas, que se opusieron al régimen dictatorial y de terror de un hombre convertido en sátrapa.

Un año más reclamando nuestro derecho a una vida libre de violencia. Violencia política, que como ha sido costumbre con todos los otros tipos de violencia, queda sin pena alguna para el perpetrador. Violencia política estacionada en México, donde las autoridades cierran los ojos y se tapan los oídos. Impunidad.

Los intentos por construir un pasado “glorioso”, cuando “éramos tan felices con las mujeres bien encerradas en ellas mismas y en sus casas”. Cuando los hombres eran dueños absolutos de la política y de la familia. Cuando la vida se nos iba a las mujeres en suspirar por una nube que nos diera fuerza para luchar por la libertad, por las libertades, por cualquiera de ellas. Ya sabemos del engañoso “todo tiempo pasado fue mejor”. ¿Para quién?, sería la pregunta pertinente.

A la larga lista de los tipos de violencia en contra de las mujeres, hay que añadir la violencia digital. Pero, afortunadamente, las jóvenes han tomado el liderazgo y están reaccionado certera y rápidamente. Se pusieron plumas a la mano, (en realidad, tabletas y dedos, pues son muy modernas), leyes a la vista y cabezas a pensar para diseñar una estrategia que detenga este mal bicho llamado ciberacoso.

El Inegi (2016) define el ciberacoso —o acoso digital— como: “Una intromisión de naturaleza repetitiva en la vida íntima de una persona, utilizando para ello medios electrónicos, fundamentalmente internet y teléfonos celulares. Se presenta de forma encubierta porque las víctimas son atacadas a través de redes sociales o de las TIC, sin otro objetivo que infligir maltratos y denigraciones”. Aproximadamente, 9 millones de mujeres han sido víctimas de violencia digital en México.

Estas intrépidas y comprometidas jovencitas elaboraron un borrador de iniciativa tal y como debe ser, con antecedentes, justificación y demás requisitos, acordaron contactar con los 32 congresos estatales y buscar a las valerosas y solidarias diputadas que quieran presentarla, previa y concienzuda revisión y en su caso, modificación por cuestiones de compatibilidad con las leyes de cada estado.

Una acción para conmemorar como es debido, honrando la memoria y el ejemplo de las hermanas Mirabal. Y con gran sentido de lo importante, no exigieron protagonismo alguno. Si un partido la presenta, bien; si una diputada, bien, también; si un grupo de mujeres, mejor; si un hombre, más que dispuestas a reconocer su solidaridad. Avanzar para detener tanto dolor y a los delincuentes es lo importante.

1648 es el año de nacimiento de Sor Juana. Casi cuatro siglos de distancia y pareciera que la sociedad se empeña en no escuchar la voz femenina, en abrumarla y atormentarla. En encerrar a las mujeres en conventos, ya no de monjas, pero sí de vergüenza. Lo logran atemorizándolas, acosándolas, destruyendo la confianza en sí mismas. Lo virtual da un pasito y los agravios caen como tromba, como granizadas, casi como lapidaciones sobre jovencitas, casi niñas, que pierden la frescura de su edad por los siempre cobardes ocultos en esas redes. 

Y ojalá, después de cuatro siglos de “distantes oídos”, los 32 congresos aprueben esta importante propuesta y la hagan ley. Basta de silencio. Basta de impunidad.

 

Licenciada en pedagogía y especialista en estudios de género

clarasch18@hotmail.com

 

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