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La revolución de los claveles

Clara Scherer

Clara Scherer

Ellas encienden el fuego.

Ellas cortan el pan y calientan el café frío.

Son ellas quienes despiertan por la mañana a las bestias, a los hombres y a los hijos adormecidos

María Velho da Costa

 

Con el premio otorgado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara a Lidia Jorge, en la categoría de Lenguas Romances, se rememoró la Revolución de los Claveles, una muy singular revolución que toma su nombre de una pequeña anécdota: una muchacha ofrece a los vencedores un ramillete de claveles. Sucedió un 25 de abril de 1974, en Portugal, país que desde 1925 no tenía elecciones. Tras una larga y cruenta guerra independentista en lo que hoy son Angola, Guinea Bissau y Mozambique, Portugal se convirtió en un Estado democrático y de derecho. Había nacido el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA).

Escuchando y cantando en la madrugada Y después del adiós, acordada como la primera señal para el levantamiento, transmitida por radio, y después Grandola, Villa Morena, segunda canción señal, los militares inconformes ocuparon diversos puestos estratégicos. Poco a poco fueron cayendo las guarniciones de las ciudades importantes, los aeropuertos e instalaciones del gobierno civil. Unidades de la marina se unieron a los alzados, lo mismo que miles de personas de la sociedad civil, quienes tomaron las calles hasta de Lisboa. Y entonces, brinca a escena la muchachita Celeste Caseiro, emocionada y con sus claveles en las manos, sin saber por qué le regala uno a un soldado y de inmediato, aparecen por todos lados miles de claveles, cada uno con su portador soldado. Y el gobierno cayó, como se desmayan las flores sin agua, en menos de 12 horas.

“Las mujeres salieron a la calle y tomaron la palabra para expresar su opinión. Era la primera vez que muchas hablaban en público. Empezamos a estar presente en la vida política”, explica la periodista María Antonio Palla, una de las primeras periodistas en una redacción lusa. https://www.pikaramagazine.com/2014/04/y-el-grito-de-la-revolucion-fue-d...

La doctora Isabel do Carmo dice: “Toda la gente ganó con el 25 de abril en Portugal. Pero las mujeres particularmente, porque de repente descubrieron que podían salir a la calle, que podían decir que ‘no’”. Hasta pudieron cobrar por primera vez, un sueldo. Habían sido las víctimas más silenciadas de la dictadura. Se inició el camino a la democracia y las colonias africanas dejaron de serlo, para ser desde entonces, países independientes.

María Teresa Horta, María Velho da Costa y María Isabel Barreno, conocidas como las tres Marías, autoras del libro Nuevas cartas portuguesas, publicado en abril de 1972. Hablaban de su cuerpo, de los placeres y sufrimientos de las relaciones con los hombres. Las autoridades, que prohibieron el libro, acusaron a las escritoras de pornografía, de obscenidad, de ultraje a la moral pública y de abuso de la libertad de prensa. Por la revuelta, el juicio fue suspendido y después, fueron absueltas. Las tres claves: Participación, toma de la palabra y libertad.

Volvamos con Lidia Jorge y la escritura: “la principal virtud es que en la literatura hay un mensaje de verdad; sobre todo los libros que son escritos con sentimientos fuertes, que enlazan con el prójimo, que al terminar la última página una dice: ‘esto es un acto verdadero’”.

Y sólo por dejar volar la imaginación, ¿qué tal que el próximo 8 de marzo, las mujeres vamos de a poquitas y dejamos la avenida Reforma cubierta de flores blancas? Lirios, azucenas, alcatraces, margaritas, rosas. Más flores que el número de mujeres que acudimos cargadas de esperanzas, de sueños, de reclamos y de deseos a la marcha del 8M del 2020, sin tener ni la más remota idea de que viviríamos con el covid-19 cual sombra nefasta por el resto del año.

A pesar de la vacuna, para ese entonces apenas estarán protegidas unos cuantos miles de personas. El 2021 no será diferente, por lo menos el primer semestre, así que pensemos cuál es la mejor manera de hacernos presentes, recordar las deudas de la democracia con las mexicanas, llorar a quienes ya no están aquí, reclamar nuestros derechos. No bajemos la guardia. Recordemos Y después del amor/ Y después de nosotros… primera señal.

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