PRI, ¡nunca más!

Citlalli Hernández Nuevas narrativas
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¡Vaya momento político que nos está tocando presenciar! Se desmorona la hegemonía del PRI y el PAN se ha descarado, pues, como siempre lo sostuvimos, no representa sino más de lo mismo. Hace unos días, durante un mitin en el Estado de México, una señora me dijo: el PRI representa corrupción, todo lo malo, si el PAN y los demás se les unen, pues son lo mismo: corrupción.

Sabiduría popular que tiene en la lona a los partidos que se decían, hasta hace algunos años, los más “grandes” de México. Los años acumulados de estar al frente de gobiernos estatales y municipales son proporcionales al hartazgo social que les repudia. El PRI gobernó el país 70 años ininterrumpidamente, instaurando un sistema político basado en el engaño, el lucro con la pobreza, la corrupción, la trampa, la violencia, la persecución, la represión a sus adversarios y la simulación.

Luego, con la más grande mentira jamás antes dicha a un pueblo con deseos de cambio, Vicente Fox fue votado para la Presidencia de la República en el 2000. Él no sólo no significó algo distinto ni dio resultados, sino que no le fueron suficientes los pretextos ni las fáciles promesas de “sacar a patadas al PRI de Los Pinos” o de resolver “en 15 minutos” los conflictos en Chiapas. La decepción sumó al hartazgo. Vale la pena recordar que el secretario de Gobernación de Fox fue Santiago Creel, quien, entre otras cosas, otorgó decenas de permisos para casinos a Televisa y a otras grandes empresas, días antes de dejar su cargo.

Desde que hubo elecciones en la capital del país (1997), con Cuauhtémoc Cárdenas como jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, la ciudadanía ha votado mayoritariamente por la izquierda. Cuando Fox gobernaba el país, el jefe de Gobierno del DF era Andrés Manuel López Obrador, quien ya se colocaba como el principal favorito de la gente para la Presidencia en 2006. En ese punto, el PRI gobernaba 20 entidades; el PAN, ocho, y el PRD, tres, además del DF.

Felipe Calderón, quien ensangrentó al país, fracturó el tejido social, violentó derechos humanos y usó el poder para defender y empoderar al Cártel de Sinaloa, se impuso ese año a través de un fraude electoral. Con él se concretaron 12 años de gobierno del PAN y, en 2012, con la más burda y asquerosa compra de votos, regresó el PRI al poder con Enrique Peña Nieto.

Hasta entonces, las luchas democráticas y sociales en México habían tenido distintas facetas. Habían logrado sobrevivir a pesar de los abusos del poder: 30 años, si contamos desde el fraude de Carlos Salinas de Gortari contra Cuauhtémoc Cárdenas en la elección presidencial de 1988 hasta el triunfo de la izquierda con López Obrador en 2018 y, si contáramos desde uno de los actos que más ha manchado la historia del priismo (la masacre de Tlatelolco a los estudiantes que en 1968 soñaban un país distinto), pasaron 50 años.

En 2018, la mayoría del pueblo mexicano mandató un cambio a través de la vía pacífica, popular, democrática y cívica. No sólo se le ganó al PRI y al PAN por separado, se derrotó al fin al fraude y a las trampas electorales. Para entonces, el PAN gobernaba once entidades; el PRI, catorce; el PRD, cinco, incluida la Ciudad; el Partido Verde, una y, otra, un independiente.

Ahora, en 2023, el escenario de transformación del país ha acelerado el cambio en el tablero político. La ciudadanía se ha dado cuenta de que el PRI y el PAN son lo mismo; su alianza formal para tratar de sobrevivir colma al hartazgo acumulado. Actualmente, Morena gobierna 21 entidades, una el Partido Verde, cinco el PAN, tres el PRI y dos MC.

 

  • El domingo 4 de junio será un día de definiciones históricas para el Estado de México y Coahuila: o no se cumple esa sabiduría popular que dice no hay PRI que dure cien años o, bien se atiende a su llamado, y con el triunfo de Morena comienza a gobernarse en beneficio de la mayoría. De la mano de un pueblo consciente, Delfina Gómez y Armando Guadiana llevarán la transformación a sus estados.

 

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