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Jaime Lerner, reinventor de las ciudades

Cecilia Soto

Cecilia Soto

Con apenas 10 años de diferencia se ensayaron en Brasil dos conceptos totalmente diferentes de ciudades. Brasilia, inaugurada en 1960, fue diseñada urbanísticamente por el arquitecto Lúcio Costa. Curitiba, al extremo sur de Brasil, tuvo su primer Instituto de Planeación Urbana en 1970, iniciativa de un joven arquitecto, recién graduado de la Universidad Federal de Paraná, Jaime Lerner. Aunque Brasilia ha merecido el reconocimiento de Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad por la Unesco, no ha sido imitada por ninguna otra ciudad en el mundo. La ciudad fue diseñada como escenografía para el poder republicano, y éste simbolizado por los magníficos edificios del genial arquitecto Oscar Niemeyer. Yo amo a Brasilia, ahí viví 5 años, pero tengo que reconocer que urbanísticamente es un fracaso. En cambio, Curitiba y su Instituto Paranaense de Planeación Urbana, IPPUC, son sitios de peregrinación de todo alcalde que ambicione belleza y funcionalidad para su ciudad.

Si usted se ha subido al Metrobús en la Ciudad de México o a alguna de las diversas versiones locales del BRT (Bus Rapid Transit System, que así se les llama técnicamente), está en deuda con Jaime Lerner; si usted utiliza las ciclovías o las aborrece, pero les reconoce su funcionalidad, está en deuda con Jaime Lerner; si usted admira los proyectos de recuperación de los otrora decadentes centros históricos, usted está en deuda con Jaime Lerner; si usted disfruta las calles y los nuevos espacios peatonales, debe conocer a Jaime Lerner; si usted ama los espacios verdes y los parques y quisiera una ciudad sustentable que coexistiera con la naturaleza, usted ya es un seguidor de Jaime Lerner, el revolucionario urbanista brasileño que falleció en mayo pasado a los 84 años de edad. Tres veces alcalde de Curitiba, dos veces gobernador de Paraná, presidente de la Unión Internacional de Arquitectos, multipremiado, solía decir que no hay ciudad por pobre que fuera que no pueda mejorar y embellecerse en tres años.

Sus contribuciones al urbanismo son innumerables, pero quisiera centrarme en dos: movilidad urbana y ciudades que no se inundan. Los principios de su urbanismo son muy sencillos: la ciudad debe ser el espacio de todos y, por tanto, se debe planear y diseñar para la gente. Debe tener prioridad el espacio público, el transporte colectivo eficiente y los peatones. La ciudad debe planearse para el disfrute de la gente, no para facilitar la velocidad del automóvil. Numerosas ciudades han creado institutos de planeación. En México, León y Ciudad Juárez fueron las primeras. La reciente Constitución de la CDMX ordenó que para 2019 ya operara el Instituto de Planeación Democrática y Prospectiva, pero éste sigue sin salir del papel.

En 1974, durante su primer periodo como alcalde de Curitiba, recibe 120 millones de dólares para la construcción del metro de la ciudad. El proyecto le parece demasiado caro y tardado. Lerner creía firmemente en el poder del “efecto demostración”. Las obras deben construirse con rapidez, de tal manera que los usuarios vean pronto los beneficios y pueda vencerse la resistencia a los cambios. Crea así el primer sistema de autobús confinado, pero es hasta 1984 que decide aplicar los principios del metro: pago previo, plataforma de acceso al mismo nivel que el piso del autobús y múltiples puertas de acceso para facilitarlo, incluyendo a las personas con discapacidad. Para tener el “efecto metro” o como él decía, “metronizar” el BRT, exige una distancia de no más de un minuto entre autobuses y aumenta el número de usuarios por corrida con los buses biarticulados. Hoy, el sistema de BRT de Curitiba transporta más de 2 millones de usuarios, tantos como el escuálido metro de São Paulo. En ciudades donde conviven distintos sistemas de transporte propone eliminar la competencia —que no convivan en el mismo espacio— y que, en cambio, se coordinen.

Curitiba es de las pocas ciudades del sur de Brasil que no se inundan. Tocar poco el suelo, no exagerar la pavimentación, no “enyesar” los ríos y ser fanáticos de la separación de la basura es su secreto. Para esto último, Lerner enseñó a los niños a separar la basura y luego les pidió que enseñaran a sus padres. Curitiba mantiene uno de los índices mundiales más altos de separación de basura: 70%. Las ciudades son quizá el invento más revolucionario de la humanidad. Ciudades bellas, seguras, que permitan encuentros diversos y enriquezcan la vida de sus ciudadanos, son ahora más posible gracias a contribuciones como las del arquitecto Jaime Lerner, a quien desde aquí rindo homenaje

Colofón: No participaré en la consulta del próximo domingo. No creo en ella. Y no quiero darle trascendencia a uno de los momentos más tristes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, SCJN.

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