La CNTE, a gobernar otra vez

Ya hay poca incertidumbre, la coalición que siempre se opuso a la Reforma Educativa del gobierno de Enrique Peña Nieto gana una batalla tras otra. Mi abuela diría que es mal de ojo, pero el Acuerdo Educativo Nacional se encamina a la restauración. Hoy es la asignación de plazas y adscripción, mañana puede ser el retorno de la herencia y venta de puestos de trabajo.

El asunto es que, con rezagos, fallas institucionales y aun infracciones a la norma, el mérito se abría paso y había muchos docentes que lo defendían, hasta en territorios de la Coordinadora.

Roberto Flores Rojas presentó su tesis de maestría en Planeación y Desarrollo de la Educación hace un par de semanas en mi Casa abierta al tiempo: Reforma Educativa: La asignación de plazas en el estado de Michoacán. Se preguntó ¿Cuáles eran los recursos políticos, de organización y materiales que poseen los actores que forman coaliciones en el marco del Servicio Profesional Docente en Michoacán? Su punto de partida: La recuperación de la rectoría de la educación implicaba arrebatar esa fuente de poder cedida al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en reformas y acuerdos anteriores, generando esferas de resistencia y oposición al nuevo paradigma del sistema educativo: el mérito.

Conjeturó que fue un intento del gobierno de Enrique Peña Nieto por acabar con las prácticas discrecionales de ingreso, promoción y ascenso en el sistema educativo mexicano. Significaba acabar con
los cotos de poder de los líderes sindicales que durante mucho tiempo controlaron la creación de plazas, cómo se asignaban, dónde se concedían. Acciones que eran su fuente de poder.

Con un aparato de análisis bien desarrollado acerca de las coaliciones promotoras, Roberto hace un análisis de los avances y trabas que sufrió la reforma; escogió
Michoacán por las razones obvias del conflicto y la visibilidad de los actores que se oponían a la Reforma Educativa.

Su labor de investigación fue exhaustiva, entrevistó a altos funcionarios y maestros de base, a simpatizantes de la reforma y a opositores, a académicos y funcionarios. Su despacho es complejo y a la vez fácil de digerir por la claridad en su expresión; explica protocolos, concursos, resultados, listas de prelación y mapas de localización de las escuelas a donde fueron asignados quienes obtenían una plaza.

Describe los debates en torno a la evaluación, el concepto de maestro idóneo y otros asuntos que inundaron la plaza pública. No se le escapó ningún punto de vista. Y redondea sus hallazgos en el capítulo final y un epílogo donde hace una evaluación preliminar de lo que se avecina en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

La coalición que comandó Enrique Peña Nieto fracasó, no tanto por sus errores, sino por la capacidad política y los recursos de movilización del consorcio opositor. Una de sus conclusiones –que puede rebatirse, pero que se fundamenta en su investigación– es que las reformas educativas obedecen al componente político sobre el educativo. Lejos de rescatar los elementos positivos de una reforma, existe una tendencia a eliminar todo rastro de la política del periodo anterior para imponer un nuevo paradigma. Esto impide la consolidación de las políticas y reduce los efectos provechosos a cambios poco trascendentes de los que queda sólo la experiencia de lo que se pretendió instaurar.

Otro producto de la tesis de Roberto es que la Reforma Educativa tuvo defensores entre los maestros de base. Pero hoy soplan vientos de restauración. La CNTE aspira a ser gobierno otra vez.