Desorientación de alto costo

Carlos Ornelas
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¿Para quién se hacen las reformas educativas?, es una pregunta que se hacen en muchos lugares. La respuesta obvia es que se conciben para los alumnos. En efecto, el bienestar de los niños siempre es la consigna vital, pero el análisis de sus resultados muestra que no siempre son los beneficiarios.

Hay un abanico de agraciados por las reformas en la educación: docentes, padres de familia, empresarios (mano de obra mejor calificada) burocracia (más poder), segmentos sociales concretos y, en casos de reformas de largo aliento, toda la sociedad.

Parecería que los principales triunfadores de las reformas mexicanas desde que el gobierno instituyó al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación han sido sus líderes, no el grueso de los maestros, aunque también alcanzaron beneficios. Las camarillas que controlan al SNTE se hicieron de un poder increíble gracias al sistema corporativo del régimen de la Revolución Mexicana que las apapachó; luego lo ensancharon en amasiato con en los gobiernos del PAN.

Algo no funciona bien en los altos mandos del gobierno. Cada vez parece más claro que en lugar de una nueva escuela mexicana nos encaminamos a una rehabilitación del manejo del sistema de antes de la Reforma Educativa de 2013.

Si fuera yo un malpensado, quizá opinaría que el presidente López Obrador le entrega porciones del gobierno a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación en pago por sus servicios en la campaña y para mantener a sus 40 diputados en las filas de Morena. No obstante, voy a conceder que él tiene otros datos. Pero ¿son correctos?

Excélsior (20/8/2019) reportó que el Presidente afirmó: “con toda claridad… la CNTE no está proponiendo la venta de plazas, se le echa la culpa de que se opusieron a la reforma educativa porque querían que se siguieran entregando las plazas a recomendados, pero eso no es cierto… eso no existe”.

Por supuesto que los dirigentes de la Coordinadora no expresan que quieren vender plazas o permitir que quienes se vayan a jubilar las hereden. La CNTE es una organización sólida, con objetivos políticos claros y un aparato de propaganda eficaz. Encubre sus fines últimos bajo el manto de la defensa de la escuela pública; también los jefes del SNTE lo hacen.

Y, sin embargo, la sección 22 lanza una convocatoria para selección y promoción a puestos directivos (y para la cadena de cambios) con base en la constancia de participación sindical o marchómetro, en el habla popular. Las secciones belicosas de Chiapas, Guerrero y Michoacán se alistan para empezar sus movilizaciones a partir de mañana, el primer día de clases. Quieren todo lo que con dificultades les arrancó el gobierno de Peña Nieto.

Cuando el Presidente dice que la CNTE y el SNTE son partícipes en la elaboración de iniciativas de leyes secundarias que pronto enviará al Congreso (pensé que ya la había mandado), queda claro que primarán los intereses de sus líderes.

¡Esta confusión será muy costosa para México!

 

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