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Delfina Gómez Álvarez: bienvenida a la turbulencia

Carlos Ornelas

Carlos Ornelas

¡No tardó mucho su consulta! El presidente López Obrador avisó de la salida de Esteban Moctezuma el 16 de diciembre y el 21 el advenimiento de Delfina Gómez como la nueva jefa de la Secretaría de Educación Pública. Llega en el peor momento.

El Presidente es fiel a su estilo; percibe que la maestra Delfina le demostrará lealtad ciega y no desentonará con su gabinete silencioso. También persevera en el manejo de los símbolos: “Yo creo que nunca había ocupado la Secretaría de Educación Pública una maestra de primaria”, dijo, para acentuar que es una mujer más en su equipo y quizá para mostrar cercanía con el gremio.

La plaza pública se dividió entre: 1) críticas; inexperiencia, formularon unos, como si todos sus predecesores hubieran llegado con sabiduría adquirida; 2) oportunismo de los seguidores de Elba Esther Gordillo y de Cepeda Salas, como si fuera una de sus filas; 3) alborozo sincero de maestros de base que ven llegar a una de los suyos (aunque no sea normalista se nutrió de los acervos ideológicos del normalismo en más de 16 años de práctica frente a grupo y 10 en dirección de planteles); 4) otros hicieron votos porque lo haga lo mejor que pueda.

La maestra Delfina no es improvisada, posee experiencia política y conocimiento de las entrañas del sistema. Sin embargo, no la tiene fácil; llega a la silla de Vasconcelos en tiempos turbulentos como nunca desde la fundación de la SEP. Tendrá desafíos formidables. Subrayo cuatro:

1. La pandemia. Si bien la emergencia que provocó el covid-19 generó problemas inéditos que los programas de Aprende en Casa palian en cierta forma; también agravó —y es lo más serio— aprietos preexistentes. Por ejemplo, aumentó la brecha de la desigualdad entre pobres y clases medias; puso al descubierto que los alumnos aprenden poco y que, por más que se idealice a la escuela presencial, muy pocos planteles ofrecían buena educación.

No hay dilema entre si se retorna a clases o no, la cuestión es cómo, cuándo y con qué. Aquí entra el segundo apuro.

2. Presupuesto. Al presidente López Obrador no le interesa la educación ni el laicismo ni los programas educativos para los pobres. Su retórica no encuentra sostén en los fondos asignados a la educación pública. En los hechos, la SEP está desfondada. No hay dinero para preparar a las escuelas (el protocolo de 10 medidas) para el regreso a clases. El presupuesto se va en salarios y gasto corriente.

3. SNTE-CNTE. La práctica sindical de la maestra Delfina no fue tan importante, floreció en el Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México, también corporativo, pero independiente del SNTE. Tal vez su vena ideológica esté más cerca de la CNTE, pero ésta —al contrario de sus homólogos— no le canta algarabías. La CNTE es fiel a su postura y estrategia de oposición; no importa quién mande en la SEP o en el gobierno. Pero, al igual que la facción mayoritaria y los demás sindicatos de docentes, ve la oportunidad de recolonizar el gobierno de la educación básica. Aquí aumentan mis recelos.

4. Posición en el gabinete. Vivimos el gobierno de un solo hombre. No importa si hay nueve o 20 mujeres, ningún miembro del gobierno —con excepción de Marcelo Ebrard y bastante menos Esteban Moctezuma— habla si no es en las mañaneras o con la venia del Presidente. Es un gabinete invisible y mudo.

Me temo que la maestra Delfina no dejará ver a plenitud sus pericias y haberes; tampoco sus carencias; empero, éstas se notarán. Deseo equivocarme, mas pienso que, como todos, estará calladita.

RETAZOS

El Presidente nunca navega por instrumentos. Eso lo conduce a equivocaciones. Inicial, Delfina Gómez no es la primera mujer en llegar a la SEP, Josefina Vázquez Mota lo fue en el gobierno de su odiado Felipe Calderón. Posterior, tampoco es la primera con experiencia en educación primaria. También José Ángel Ceniceros, con Ruiz Cortines, y José Ángel Pescador, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, provinieron de ese rango.

 

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