Frente común por México

Armando Salinas Torre
Suscríbete a nuestro boletín

Recibe las últimas noticias y mantente siempre informado

Correo electrónico
Enviar

La pandemia del COVID-19 no es una estrategia de sus adversarios, no es una propaganda pasajera, y cada día millones de mexicanos padecemos la terquedad y lentitud de decisiones dolorosas.

El candidato que se presentó tres veces en las últimas tres campañas electorales a la presidencia de la República había aprendido a modificar su discurso electoral de confrontación que presentó en la primera contienda electoral. Demostró la virtud de cambiar y evitar las confrontaciones estériles e inútiles y, por el contrario, tejió alianzas que, aunque han sido cuestionadas, lo llevaron al cargo de Jefe de Estado mexicano.

No obstante, desde que ganó la elección presidencial pareciera que ha ganado terreno la personalidad original y natural del obstinado y terco en sus convicciones de la confrontación con ciertos segmentos de la población, aun cuando esté en riesgo, como en el pasado, lo más importante de su proyecto: la Presidencia de la República, y ahora lo que está en riesgo es la salud de millones de personas y la economía nacional (con ello incremento de la delincuencia, aumento de pobreza y desigualdad, inseguridad, etcétera).

Mientras muchos países del mundo se preparaban para enfrentar la mayor pandemia que se enfrentaría en el último siglo, nuestro Presidente de la República se obstinaba en imponer la venta de cachitos de la lotería para no vender un avión (y tratar de hacer creer que cumplía una promesa de campaña). Mientras muchos países colocaban filtros sanitarios en los aeropuertos y aislaban a las personas contagiadas con el nuevo virus, además de preparar sus sistemas hospitalarios, el nuestro declaraba a principios de febrero que nuestra moneda, el peso mexicano, había superado “la campaña publicitaria del coronavirus” y semanas después declaraba que abría las puertas al mundo para recibir a los enfermos para atenderlos aquí, sin tomar las precauciones correspondientes, y, lo peor de todo, postergaba la decisión de suspender las actividades no esenciales para enfrentar la pandemia y liderar a la población para mantenerse en sus hogares y tomar las medidas higiénicas básicas recomendadas por la Organización Mundial de la Salud.

Un mes tarde… una vez más, estamos debatiendo que es momento de tomar medidas de política fiscal y financiera excepcionales, de la magnitud de la pandemia; es decir, una situación extraordinaria a nivel mundial. Sin duda, que las medidas que se debaten contravienen las más profundas convicciones del Presidente de la República, a pesar de ello, son las medidas que se requiere que impulse nuestro jefe de Estado.

Un jefe de Estado se coloca por encima de los intereses coyunturales o de grupo, incluyéndolo a él mismo. Se trata de convocar no sólo a los principales empresarios del país, sino a todos los empresarios de México, principalmente a los pequeños y medianos empresarios, quienes generan 3 de cada 4 de los empleos en nuestra economía.

Se trata de brindar todas las facilidades posibles para salir delante de esta extraordinaria y urgente problemática nacional. Con independencia de las diferencias que exista entre los adversarios, en este momento existe una clara convicción de participar en la solución del gravísimo problema que enfrentamos.

No se trata de buscar culpables, de claudicar o fracasar electoralmente, se trata de buscar el bienestar nacional, y para ello se requiere de la participación de todos, no sólo del segmento de la población que tradicionalmente lo ha apoyado, sino de incluir a quienes han sido una parte del segmento que no está de acuerdo con usted, pero que la coyuntura obliga a formar un frente común por México.

Diversos segmentos empresariales de la población han hecho propuestas para diferir (no condonación o que se le perdone) sus obligaciones fiscales, sino que se brinden facilidades para apoyar las actividades, además de impulsar acciones que brinden certidumbre a la inversión y el mantenimiento de las fuentes de empleo.

Estamos en una situación excepcional y se deben adoptar acciones y medidas excepcionales, sin que ello signifique que sean dictatoriales, sino consensuadas con los principales líderes del país.

Existimos millones de mexicanos comprometidos con nuestro país, dispuestos a participar y colaborar, pero requerimos que existan las condiciones que faciliten, promuevan e incentiven a los indecisos que, en este reto, todos hacen falta y nadie sobra. La estatura del liderazgo se demuestra en la adversidad.

 

Comparte en