¿En serio, de todas ganarán todas?

Ángel Verdugo Tal cual
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La soberbia brota en cada línea de la entrevista; en su faceta de perdonavidas, Ramírez Cuéllar dejó el cuaco bailador y se montó en la ola de quienes cual braveros de cantina gritan desaforados: No se me vengan en bola, nomás de quince en quince.

Coincidentemente, este número es el de las gubernaturas que estarán en juego el 6 de junio del año 2021 frente a las cuales, Ramírez les dice a los aspirantes a una victoria: los que no fueren postulados por Morena, serían derrotados. Desde hoy les avisa el remedo de síquico, como en La Divina Comedia, perded toda esperanza.

Todas las gubernaturas, el control de la Cámara de Diputados y podría concluirse, aun cuando el émulo de Walter Mercado nada dijo, también ganarán la aplastante mayoría de los Congresos estatales en juego; no se diga ya las presidencias municipales, donde el abultado presupuesto interesa a la militancia morenista. No por aquello de querer apropiarse de unos cuantos milloncitos, sino por el afán de servir que algunos han mostrado a la fecha.

Ante la soberbia de Ramírez Cuéllar, uno está obligado a preguntarse, ¿cómo le hizo para llegar a tan contundentes palabras? ¿Qué elementos soportan tal declaración o si lo prefiere, vaticinio? ¿Acaso uno de ellos es la excelente gobernación que hemos visto del presidente López, y el brillante desempeño del equipo de altísima calificación que lo acompaña en calidad de gabinete?

De no ser eso, ¿sería entonces el deslumbrante desempeño de la economía, consecuencia lógica de políticas públicas (es un decir, diría el admirado Salvador Camarena) sensatas, adecuadas a las necesidades que nos presenta la economía mexicana?

Por otra parte, ¿es posible que la militancia de Morena acepte como válidos y viables los pronósticos de Ramírez Cuéllar en relación con los resultados del 6 de junio del año 2021? En caso de no aceptarlos, por la soberbia que exuda, ¿qué haría Morena para concretarlos? ¿Acaso echarían mano de algunas viejas tretas, bien aprendidas por no pocos distinguidos morenistas —incluido el actual Presidente— durante los años que militaron en el “partido casi único”, en calidad de distinguidos dirigentes y militantes de esa organización política que hoy luce moribunda?

Ya ve usted que el refrán es certero cuando sentencia: lo que bien se aprende, jamás se olvida o ése otro, igualmente aleccionador: Chango viejo no aprende maroma nueva. ¿Sería suficiente en los nuevos tiempos —para obtener las victorias que vaticina Ramírez—, la utilización de varias “mañas” que en aquellos años dieron victoria tras victoria al otrora partido aplanadora?

¿Acaso utilizarán un viejo recurso que ya ni en Venezuela funciona, y en Cuba se convirtió en instrumento de espionaje, delación y control total de la población: el Comité de Defensa de la Revolución? Aquí, en una muestra de creatividad lo bautizaron como Comité de Defensa de la 4T y la idea es constituir 3000; de estos, se ha hecho público ya, llevan constituidos 300.

Si uno revisare con objetividad la situación política y el desempeño económico producto de la gobernación del actual gobierno, concluiría de inmediato que Morena no obtendría, ni con chochos dice la conocida expresión popular, ese número de gubernaturas; tampoco mantendría el control de la Cámara de Diputados, menos concretaría la meta ilusoria de aumentar el número de Congresos locales que hoy controla.

En el orden municipal, las cosas tampoco pintan bien para Morena; la revisión del desempeño y las calificaciones alcanzadas por sus alcaldes en los principales municipios del país los colocan, sin duda alguna, entre los peores.

De atenernos a la realidad que vive y padece el país y su economía desde diciembre del año 2018, el misterio toma el centro de la agenda y brota la pregunta: ¿Qué haría Morena y cómo, para obtener las victorias ramiristas? Si nos atuviéremos a la experiencia de los años del dorado autoritarismo y partido casi único, es posible afirmar que intentarían ganar de cualquier forma y con base en cualquier recurso al margen, como en aquellos tiempos, de la legalidad de los mismos.

¿Aguantarían el país y los ciudadanos? ¿Condonarían pasivamente tales violaciones a la legalidad? Para que se dé una idea Ramírez de lo que les esperaría en caso de romper la legalidad, ¿por qué no revisa las imágenes de las dos giras más recientes del Presidente? De verlas, ¿ajustaría su pronóstico?

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