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Mancera ayudó a ricos y no a damnificados

Adrián Rueda

Adrián Rueda

Capital político

 

Mucho escándalo se ha hecho desde que hace casi tres años un deslave en el talud del fraccionamiento Residencial Vista del Campo, ubicado en Santa Fe, puso en riesgo dos torres de edificios de lujo.

Aun contra las disposiciones oficiales, que señalan como responsable de estas fallas a la empresa constructora, que estaría obligada a pagar la reparación o —en su caso— indemnización a los afectados, el gobierno dispuso de inmediato fondos públicos para ello.

La administración de Miguel Ángel Mancera argumentó entonces que se trataba de un tema de riesgo para la población y destinó de inmediato tres millones de pesos —según reportó— para una reparación inicial, que incluía la demolición de una casa particular.

Aunque llamó la atención, el tema quedó en el olvido, hasta que hace unas semanas se dio a conocer que el Gobierno de la CDMX le sigue metiendo dinero a esa obra, y que lleva acumulados más de 50 millones de pesos públicos y contando, ¿pero por qué?

Al principio se pensó que porque en esas torres viven ejecutivos de una importante televisora, artistas famosos y hasta uno que otro futbolista, y que por ello el Gobierno de la CDMX tenía especial interés en que no hubiera escándalos y decidió usar fondos públicos. Pero no, la respuesta es más sencilla, pues resulta que las empresas BAITA y DEKAH, que construyeron y comercializaron esos departamentos, están ligadas a Simón Neumann, quien fue el primer titular de Desarrollo Urbano y Vivienda de Mancera.

¿Y qué importa que haya sido negocio de Neumann, si desde octubre de 2014 dejó el gobierno y se regresó a su negocio inmobiliario de toda la vida?

Pues dicen los malpensados que antes de su entrada fugaz a la política, contrató como sus abogados a un despacho jurídico encabezado por alguien que hoy es senador de la República y coordina una minifracción.

Que el hombre de cabello platinado y que hasta hace unos meses soñaba con ser candidato a la Presidencia de la República, era su representante legal en esas épocas, y que una demanda de los afectados sacaría ese secreto a la luz. Mejor tapar el hoyo y ya.

El problema es que la reparación de esos daños es un barril sin fondos para la Ciudad de México y se sigue gastando en ello, en lugar de ayudar a los damnificados del sismo de septiembre pasado, que van a cumplir un año en la calle. Mancera prefirió apoyar a quienes habitan los lujosos departamentos de Santa Fe que cumplir con su promesa de que no dejaría el Gobierno de la CDMX hasta que concluyera la reconstrucción de la capital.

No sólo abandonó el gobierno dejando todo tirado, sino que además se olvidó de la gente a la que prometió ayudar, pero no a quien fue su patrón en el negocio inmobiliario.

Hoy se refugia en una curul en el Senado, a donde tuvo que llegar propuesto por el PAN en Chiapas, porque en la capital era repudiado. Aunque se ve apesadumbrado por el rechazo popular que lo persigue, se pasea por el recinto como si nada debiera.

CENTAVITOS… Una cucharada de su propio chocolate recibieron ayer los morenos Porfirio Muñoz Ledo y Martí Batres, quienes en su calidad de presidentes de las cámaras de Diputados y Senadores, respectivamente, tuvieron que asistir y hasta flanquear al presidente Enrique Peña Nieto, durante su mensaje en Palacio Nacional con motivo del sexto y último Informe de Gobierno de su administración.

De “huleros” y “ojéis” no los bajó la prole reunida en las afueras, pero tuvieron que tragar sapos y legitimar el evento. ¿No que muy contestatarios?

 

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