Autoridades capitalinas remozarán joya arquitectónica

En el corazón del barrio de La Merced, en el número 25 de la calle de Manzanares se conserva completa la única vivienda que data del siglo XVI

Virginia Bautista | 16-07-2011
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CIUDAD DE MÉXICO, 16 de julio.- Rodeada de mercerías, tiendas de flores de papel y loncherías, y desafiando la mala fama que dejó en la zona décadas de ejercicio de la prostitución, erradicado hace unas semanas, en el número 25 de la calle de Manzanares se conserva completa y de pie la única casa de carácter civil, “tal vez una vivienda indígena”, que data del siglo XVI.

En un predio de aproximadamente mil metros cuadrados, unos 12 cuartos de cuatro metros de altura, con sus respectivas puertas y ventanas, lucen en forma de U su diseño arquitectónico original y sus cimientos de tezontle gris o piedra volcánica, aunque sus muros presentan diversas mezclas y añadidos de materiales contemporáneos.

“Es una construcción sencilla de finales del siglo XVI. Es posible que haya sido una vivienda indígena, pues ésta fue una zona habitacional popular desde Tenochtitlán. Así ha sido determinado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en el trabajo de actualización del Catálogo de Monumentos Históricos que se llevó a cabo el año pasado, que aún no se publica, pero nosotros lo conocemos. Ya había estudios que lo señalaban, pero con esto quedó completamente confirmado”, afirma Inti Muñoz.

El director del Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México explica que la casa fue expropiada hace unos años por el Gobierno capitalino, en el marco de un programa para proyectos de vivienda de interés social. Y en el “lento” camino del proceso de expropiación apareció esta certeza.

“Se determinó que sería muy caro y difícil realizar aquí un proyecto de vivienda, porque es un monumento histórico y no se pueden hacer demasiadas adecuaciones, demoliciones o agregados. Y se tomó la decisión de conservar la casa para restaurarla y luego desarrollar ahí un espacio de carácter social, comunitario y cultural”, agrega.

El promotor cultural detalla que el inmueble, que albergó bodegas y sirvió como vivienda, presenta los estragos de 50 años de abandono. “Ya se retiraron adiciones, muros, tabiques, divisiones y una buena cantidad de basura. El paso siguiente es terminar el proceso expropiatorio, para lo que se pagarán tres millones de pesos de indemnización. Y se trabaja ya en las primeras líneas conceptuales de un proyecto arquitectónico de restauración.”

Dice que para “reintegrar el conjunto a la memoria histórica de la ciudad”, entre finales de este año y principios del 2012 se dedicará una inversión inicial de cinco millones de pesos en la rehabilitación del predio. “El GDF tiene plena conciencia de la existencia del edificio, de que lo debe conservar y de designarlo a un fin cultural”, añade.

Tras un recorrido por la casa cuya entrada está flanqueada por dos pequeñas palmeras y un portón de madera desgastada, el ingeniero Jesús Pérez señala que décadas sin mantenimiento han provocado un deterioro fuerte en muros y techos, algunos de los cuales se han colapsado, y los que conservan sus vigas de madera están apolilladas o despedazadas.

“Aun así, se pueden apreciar íntegros los cimientos de tezon-tle, los marcos de cantera, varios tubos de filtración de agua y los dinteles superiores. La idea es conservar los materiales originales lo más que se pueda y mantener el estilo arquitectónico”, comenta el experto de la Dirección de Desarrollo Inmobiliario del GDF.

Pérez agrega que los trabajos de limpieza comenzaron hace unos meses y que ya han liberado la mayoría de los cuartos y el patio; pero aún falta lo más difícil, pues varios techos están totalmente húmedos.

La casa de Manzanares 25 es la única detectada hasta ahora que sobrevivió la gran inundación que enfrentó la Nueva España en 1629, cuando permaneció bajo el agua cinco largos años, hasta 1634; lo cual originó que desapareciera prácticamente toda la arquitectura de esa época, sobre todo las viviendas populares ubicadas fuera de la traza principal que, por la fragilidad de sus materiales, eran más fácil de destruirse.

Por lo pronto, el conjunto habitacional y su patio, con sus lavaderos y una pileta de agua, aguarda un segundo aire.

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