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La mirada de Carlos Monsiváis a través de fotografías

La fototeca del cronista fallecido en 2010 alberga retratos que muestran cómo eran los mexicanos de los siglos XIX y XX

Virginia Bautista | 10-07-2011

CIUDAD DE MÉXICO, 10 de julio.- ¿Cómo se han querido ver los mexicanos a sí mismos? Esta parece ser una de las premisas de las que partió el escritor Carlos Monsiváis (1938-2010) para integrar a lo largo de su vida un acervo fotográfico en el que prevalece el retrato y pone de manifiesto cómo se concebía este género durante los siglos XIX y XX.

Con diez mil imágenes clasificadas, entre fotos impresas, negativos y diapositivas, la fototeca monsivaíta alberga retratos que muestran cómo se comportaban y se vestían los mexicanos en bodas, funerales, fiestas, reuniones familiares, en las fábricas, sindicatos, casas de cita o en las calles de la ciudad.

Tras ocho meses de trabajar en la limpieza, organización y clasificación de este archivo, que se encontraba disperso en tres habitaciones y la sala-comedor de la casa que tenía el cronista en la colonia Portales, el fotoperiodista Luis Jorge Gallegos asegura que el autor de Amor perdido sentía una fascinación por la estampa del mexicano y su rostro.

“Militares, religiosos, políticos, intelectuales, actores de cine, damas de sociedad, niños y ancianos destacan en una colección que también incluye en menor medida la arquitectura religiosa y algunos paisajes de diversas entidades”, comenta en entrevista.

“Lo único que nunca vi, porque no le gustaba, son imágenes de animales lastimados o sometidos. No le agradaban las corridas de toros, ver a perros lastimados o mulas trabajando. Le interesaba el hombre y sus circunstancias, sus afectos, sus pasiones”, agrega.

El artista de la lente confiesa que el ensayista tenía “cosas maravillosas”, como unos álbumes fotográficos hechos a mano de principios del siglo XX, forrados en piel, con un broche en la portada, que desvelan verdaderas genealogías de familia, acomodadas en ventanas ovaladas.

Así como diversos retratos de niños, ancianos y parejas impresos en pequeñas placas de cristal, que datan de finales del siglo XIX. “Hay fotos de época de Lázaro Cárdenas, Emiliano Zapata, Diego Rivera y Frida Kahlo. Pero no pude determinar la importancia de las imágenes, pues cada una posee leyendas o fechas que se deben investigar”, añade.

Biografía en imágenes

Gallegos narra que su acercamiento con el autor de Escenas de pudor y liviandad se dio a partir de que éste escribió el prólogo de su libro Autorretratos del fotoperiodismo mexicano (FCE) y entonces le pidió que le ayudara a organizar su acervo fotográfico, pues quería crear una fototeca que llevara su nombre.

“Le expliqué que lo apoyaría, pero que me interesaba sobre todo hacerle una especie de biografía en imágenes. No le encantó la idea, pero aceptó que lo veríamos más adelante. Aun así, me permitió que le tomara unos retratos, a pesar de que ya andaba con el respiradero artificial”, asegura quien convivió con Monsiváis los últimos meses de su vida.

“Era muy duro trabajar así. Pero me tocó esta etapa y deseaba retratarlo. Hice también un registro fotográfico, que resultó en unos 140 archivos, 969 fotos en total, de cómo estaba su casa y su estudio al momento en que murió. Tomé a sus 13 gatos, y los detalles en general”, recuerda.

“Voy a escanear tu casa”, le decía. “Pues debía buscar las fotografías debajo de los libros, las mesas, de ciertas sillas, junto a las ventanas, detrás de los libreros, debajo de muebles. Era un caos. Cerca de 50 por ciento del archivo ya estaba más organizado, pero la otra mitad estaba desperdigada”, cuenta.

El esfuerzo, “todo un privilegio”, valió la pena y consta en diversas listas que el fotógrafo entregará esta semana al responsable de la casa o a la familia del autor de Apocalipstick para que tengan la información de qué hay en los paquetes que armó.

“Ojalá se atienda este acervo, pues es el más grande dentro de sus colecciones. Necesita mantenimiento y limpieza con urgencia, pues si no recibe un proceso de fijado y estabilización se puede perder. Algunas imágenes ya se están desvaneciendo y otras están montadas en cartulinas no libres de ácido, que generan humedad y hongos”, advierte.

Gallegos comenta que no alcanzó a incorporar al listado las cerca de dos mil fotografías que alberga el Museo del Estanquillo, que custodia unas 13 mil obras de arte, objetos, carteles, grabados, maquetas y caricaturas que también adquirió el cronista.

“Estas no me preocupan, pues están identificadas. Pero este registro es sólo el primer paso para saber qué se tiene, hay que conservar y estudiar las gráficas. Espero que, más allá de discusiones, se funde la fototeca que Carlos quería”, asegura.

Indica que una prueba de la pasión especial que Monsiváis sentía por la fotografía es la serie de visitas a diversos artistas de la lente que le había pedido que organizara. “Vio a Enrique Metinides y estuvo charlando con él como hora y media sobre la fotografía policiaca. Quería visitar también a Enrique Bordes Mangel, y luego a Héctor García; pero ya no le dio tiempo”, lamenta.

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