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Nacional

Una llamada o una tarjeta de crédito, el camino a un fraude bancario

Redacción | 04-10-2021
Los fraudes por compras en línea han crecido en México en la pandemia.
Reuters

Una simple llamada telefónica de lo que parecía su banco de confianza cambió la tarde de Diana en un viernes de puente donde sus planes eran relajarse, en una carrera contrarreloj para evitar que su cuenta de banco fuera vaciada a la distancia.

“Eran como las cuatro de la tarde, recibí una llamada de que querían comprobar un cargo, pero yo no lo había hecho. Me dieron todos los datos de mi cuenta y con toda esa información sentí confianza y me engancharon”, explicó la joven afectada al recordar el incidente que dio pie a delincuentes para acceder a su banca electrónica.

Mientras ella respondía algunas preguntas para evitar que la compra fuera autorizada, del otro lado de la línea daban un primer paso para acceder a su dinero al obtener los datos personales faltantes para reestablecer la contraseña y el token de su cuenta en línea con su institución financiera.  

“Para rechazar el pago me dijeron que tenía que proporcionar otros datos y les empecé a soltar información mía y de mi banca, porque ellos me decían que era la única forma de detener el fraude”.

“Comenzó a parecerme extraño cuando cada información que yo daba me quedaba esperando en la línea 10 minutos o más. Ya habían pasado 40 minutos y sentí que era mucho tiempo; mi hermana me recomendó ir al banco. Alcancé a entrar a la sucursal, pero no me atendieron en ventanilla, me dijeron que tenía que llamar a un número para conocer si era verdad”.

Mientras Diana hacía este trámite, los estafadores ya habían accedido a su cuenta y dieron el segundo y tercer paso; primero registraron nuevos destinatarios para enviarles dinero. En cuanto los dos nuevos beneficiarios ya eran viables de uso procedieron a realizar transferencias a estas cuentas.

“En todo ese intermedio de tiempo me llegaron correos de que estaban dando de alta usuarios en mi banca electrónica. No lograba comunicarme con nadie del banco y lo único que pudimos hacer fue retirar los seis mil pesos máximos que se podía del cajero automático para sobrevivir. El resto se lo llevaron”.

La respuesta del banco no fue satisfactoria en un inicio y Diana pensaba que su dinero estaba perdido, aunque inició el proceso que le recomendó su institución; levantar una denuncia interna y esperar el resultado de la investigación. Todo terminó con éxito, pero no borra la mala experiencia.

“Cuando me logré comunicar con la línea de ayuda, expliqué lo que sucedió. Borraron mi banca electrónica y me dieron una nueva, después hice una denuncia interna por fraude. Me prometieron que me iban a regresar mi dinero, pero tardaría tiempo. Pasaron dos meses y lo tuve de vuelta”.

A pesar de que el problema fue resuelto, los delincuentes parecen haberse quedado con su información de contacto en su base de datos porque “aún me llegan mensajes de movimientos que quisieron hacer supuestamente con mis cuentas, o correos, pero no es así. Ya mejor checo todo directamente en la banca electrónica y si no mejor cuelgo o los dejo esperando”.

Los fraudes un problema en crecimiento

Los fraudes generan importantes pérdidas a la banca, pero en los últimos cinco años la tendencia ha cambiado y los denominados como tradicionales han perdido terreno ante los cibernéticos según información provista por la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).

En su primer reporte del 2021 registraron un total de un millón 901 mil 897 fraudes, de ellos 1’322,101 eran cibernéticos y solo 579 mil 796 tradicionales (cajeros automáticos, corresponsales, banca por teléfono, entre otros). En 2017 estas cifras eran distintas con 639 mil 857 en el área digital y 864 mil 261 por otros métodos, eso representaba el 42 por ciento del total hace cinco años, pero ahora son el 70 por ciento.

El crecimiento de estos delitos tiene varios caminos, por ejemplo, el mayor uso de tarjetas de débito y crédito para pagar en diversos establecimientos sobre el efectivo, así como el uso de la banca en línea con más de 36 millones de clientes que presentaron operaciones de este tipo en México en 2020, un avance del 61 por ciento en comparación con cinco años atrás.

La pandemia y la necesidad de comprar en línea también abrieron más posibilidades, no solo para las empresas que ofertan, sino también para los criminales, porque la mayoría de los bancos pasaron a ver un crecimiento de sus clientes digitales en un porcentaje de hasta dos dígitos el año pasado.

Durante el primer trimestre del 2021, Condusef reportó que se iniciaron 1,901,897 reclamaciones por fraude por un monto de 4,979 millones de pesos, de las cuales 1,322,101 eran del ramo cibernético. Más de un millón de estas quejas provenían de movimientos hechos en comercios en línea (1,510 millones de pesos) y solo 45 mil 373 de banca móvil (609 millones de pesos).

El pago por celular, un método que algunas empresas comienzan a explorar en México, apenas tuvo cuatro reclamaciones.

Del total de quejas presentadas se tuvo una resolución favorable del 86 por ciento en fraudes cibernéticos.

¿Dónde obtienen mis datos?

Los especialistas en seguridad advierten que hay varios caminos para esto, desde la compra de bases de datos hasta métodos más sencillos como los estados de cuenta que se tiran a la basura y presentan información personal de los tarjetahabientes.

Actualmente uno de los métodos más utilizados es el phishing. Un delincuente cibernético envía un correo electrónico a un destinatario tratando de que pase por original y solicita la colocación de información real de su cuenta bancaria u otros servicios ligados a sus tarjetas de crédito, como pueden ser servicios de streaming. El usuario que pesca el anzuelo expone toda su información a una persona desconocida que, a partir de ese momento, puede acceder a las cuentas, o incluso abrir nuevas a tu nombre.

Aunque este método puede parecer absurdo, es una de las formas más fáciles de obtener información. Un estudio de la firma especializada en ciberseguridad Kaspersky señaló que en 2020 México ocupó el séptimo puesto a nivel mundial en la recepción de correo malintencionado, y la primera plaza en América Latina.

Tanto las firmas de seguridad como los propios bancos han invertido tiempo y dinero par alertar a los usuarios de no caer en esta clase de fraudes. La primera recomendación y más sencilla es no abrir ningún archivo o correo que parezca sospechoso, incluso si la dirección de correo luce original.

Un programa antipishing instalado en los dispositivos de uso para acceder a la banca electrónica también es recomendable. Existen instituciones financieras que lo ofrecen de forma gratuita.

La contraseña es uno de los puntos fuertes de la seguridad bancaria en línea, por eso se pide a los usuarios utilizar fórmulas complejas que resulten difíciles de descifrar.

Una tarjeta de crédito cambió todo

Antonio recibió una llamada de su hermano para darle una buena noticia “ya te pagué lo que me prestaste. Te lo deposité a tu cuenta”. Tan pronto él escuchó estas palabras fue al cajero de su banco para solicitar un registro de movimientos y corroborar lo dicho por su familiar.

Su sorpresa llegó de inmediato cuando vio que en su cuenta había 195 mil pesos, más dinero del que él tenía ahorrado y superaban el depósito realizado por su hermano.

“Rápido busqué si en el trabajo me habían depositado ese dinero por error, o incluso pensé que me habían corrido y era mi liquidación”, recuerda el afectado.

Pero el dinero en su tarjeta de débito no provenía de su empleador, ni era el depósito de su hermano. De inmediato se trasladó a la sucursal bancaria más cercana y ahí descubrió que ese dinero era de un préstamo que alguien había solicitado a su nombre, todo a través de su tarjeta de crédito que solo había utilizado una ocasión.

“Cuando fui al banco a preguntar de qué era ese dinero me dieron mi estado de cuenta más detallado. Fue en ese momento cuando nos dimos cuenta de que yo ya no tenía mi dinero ahorrado, solo los 195 mil del préstamo que alguien solicitó y gastos no reconocidos en mi tarjeta de crédito que apenas me habían entregado unas semanas antes y de la cual solo había gastado mil pesos”.

Él pasó diciembre sin dinero porque de inmediato sus cuentas fueron bloqueadas y se inició una investigación. Un día después de Navidad recibió una llamada del departamento de fraudes de su institución financiera para reunirse en una sucursal y explicarle lo que habían averiguado.

“Cuando fui a ver a las personas de fraudes cibernéticos me dieron un informe detallado de todos los movimientos, fotografías, videos, váuchers que se habían utilizado que decían habían sido firmados por mi mano, pero no lo eran. Había gente que utilizó una tarjeta de crédito a mi nombre, pero no era la mía”.

“Hacían compras y, en teoría, todos esos movimientos tenían que ser reportados a mi cuenta principal, pero alguien cambió los datos de contacto de la tarjeta, y todas las notificaciones de compras eran enviados a otro número que no era el mío, por eso no tenía conocimiento de que alguien estaba comprando con mi tarjeta”.

El error de las personas que obtuvieron sus datos para continuar estafando a Antonio fue solicitar un préstamo rápido a través del cajero electrónico, dinero que esperaban fuera depositado a la tarjeta de crédito, pero terminó en la cuenta de ahorro del afectado el mismo día que su hermano le depositó el pago del préstamo.

“Si no hubiera sido por eso, yo nunca me hubiera enterado, hasta que me hubiera llegado un nuevo estado de cuenta de la tarjeta de crédito”.

Antonio no quiso saber más de la investigación y una vez que el banco le regresó su dinero prefirió diversificar sus ahorros en más instituciones. “Ahora ya no tengo todo en una sola canasta, es una forma de prevenirme de otra situación similar. Si vuelve a suceder, al menos tengo un ahorro”.

Cómo recupero mi dinero

Si alguno de los dos casos anteriores te es conocido, es importante que sepas que la ley te protege ante fraudes por internet, robo o extravío de tu tarjeta de crédito o débito, así como clonación.

En el caso de robo o extravío, las instituciones deben ofrecer una solución a los cargos no reconocidos realizados durante las 48 horas previas al reporte del usuario.

Si eres víctima de clonación, tu banco debe devolverte la suma de la transacción dentro de los cuatro días posteriores a tu reclamo. Pero ojo, esto no aplica si el banco comprueba que el movimiento se realizó con el chip de tu mismo plástico. El mismo tiempo procede en movimientos no reconocidos en fraudes por internet.

En todos los supuestos es importante presentar tu reclamo a tu institución bancaria lo antes posible para iniciar la aclaración.

Seguro te preguntas qué sucede si en el acto no me estoy enterado del mal uso de mis cuentas. Tranquilo, porque incluso en esta circunstancia podrás presentar una reclamación en tu sucursal bancaria y esperar una respuesta en aproximadamente 30 días, donde te podrán devolver tu dinero o solicitar más documentos o antecedentes para determinar el procedimiento a seguir.

Los tiempos han cambiado y si bien tener el dinero debajo del colchón podría sonar más seguro, lo mejor es adoptar todas las medidas de precaución que los bancos y las instituciones gubernamentales envían. La era de las transacciones digitales sigue en crecimiento, por lo que la adaptación de medidas de seguridad es la clave para comprar sin verte afectado. 

 

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